Capítulo 29

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La habitación de Natalia volvía a aparecer frente a ella. La misma claridad que la había impregnado las otras veces hacía acto de presencia iluminando la estancia, acariciando los dos cuerpos que se encontraban sobre aquella cama de matrimonio. Natalia, de nuevo, se encontraba sobre Inés, a la altura de sus pechos mientras no dejaba de mirarla y dedicarle sonrisas. Sonrisas a las que Inés correspondía acompañada de alguna mordida en el labio para demostrar el deseo que sentía de tenerla allí. 

Alba observaba desde la distancia, bañada también por la luz del sol pero sin querer prestar atención a esa imagen, a esa intimidad que la estaba haciendo sentir realmente incómoda. Ya sabía lo que esperarse, así que miró hacia la ventana tratando de atraer unas nubes que no parecían estar dispuestas a llegar. 

Para cuando quiso girar de nuevo la cabeza para observar esa cama, Inés ya no era la que acompañaba a Natalia sobre ese colchón, era ella misma la que se encontraba tumbada bajo el cuerpo de la morena. La observó con toda la claridad que le aportaba el sol brillando con fuerza y se centró en el deseo que emanaba de los ojos de Natalia, que llegó a hipnotizarla mientras se dedicaba a repartir besos entre sus dos pechos. Clavó los dedos en la cadera de Alba, deseando llevar su mano más allá pero sin hacerlo, conociendo que con la rubia tenía que ir despacio para no asustarla. 

Alba sintió aquella lengua rodeándole el pezón con todos y cada uno de sus sentidos. Se le secó la boca y no fue capaz de emitir un solo sonido, ni siquiera pudo respirar con normalidad y sentía que cada vez necesitaba más y más aire. Notó los dientes de Natalia mordiéndole la piel con ganas, empezando a dejar de contenerse y robándole gemidos que jamás había oído salir de sus propios labios. 

- Alba...- incluso el aire que soltó al suspirar sobre su pecho hizo que se le erizase la piel.- calma...- susurró con la voz arenosa.- ni siquiera he empezado y ya me estás volviendo loca...

- Natalia...- se quejó por la falta de contacto que estaba teniendo. 

A Alba le daba igual correr, no quería calma, no quería tranquilidad. Lo único que la rubia deseaba con todas sus fuerzas era seguir sintiendo los labios de su morena recorriéndole el cuerpo una vez tras otra hasta que no pudiese más. 

Ante la falta de paciencia que demostraba Alba, a Natalia no le quedó más remedio que volver a lanzarse contra su piel, a pasar la lengua con mucha más suavidad de la que Alba esperaba para justo después, sin que se lo esperase, se dispusiese a comerse de nuevo aquel pecho que había dejado momentáneamente desatendido mientras que, acariciaba su abdomen de manera ascendente, recorriendo los centímetros de piel que separaba el saliente de su cadera de su pecho izquierdo, tan abandonado y solo sin las atenciones que sí estaba recibiendo su compañero. Arañó con suavidad el cuerpo de Alba, que se retorció suspirando y tratando, inútilmente, de alzar las caderas para tratar de notar algo de alivio ante tanto calor que empezaba a sentir. 

- Dios mío bendito.- jadeó cuando sintió como abarcaba todo el pecho para acunarlo entre sus manos, atrapando el pezón entre dedo y dedo y aplicando la fuerza necesaria para hacerle poner los ojos en blanco. 

Gimió y se revolvió sobre el colchón lo suficiente como para sentirse a desesperar. Natalia no hacía más que acelerarla sin dejar que pudiese satisfacer sus ganas en ningún momento. La tenía en un constante sube y baja que no la dejaba respirar con normalidad.  

Suspiró de alivio cuando el castigo que la morena estaba ejerciendo contra sus pechos llegó a su fin, cuando tras devolverle las caricias de labios y los mordiscos al pecho que no había recibido esas atenciones, decidió que ya había tenido suficiente aperitivo por el momento y decidió seguir descendiendo por aquel cuerpo que la estaba llevando poco a poco a la locura. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora