Capítulo 35

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Alba se levantó aquel 26 de diciembre con muy pocas ganas de ir a trabajar. No le apetecía desde que aquello no implicaba a cierta morena que no salía de su mente. Llevaba cuatro días sin verla, sin saber absolutamente nada de ella y ya no lo soportaba más. 

Miró a su lado, encontrándose un cuerpo que no era el de Natalia, a la que no había podido ver desperar en ningún momento, pero estaba segura de que no se parecía en nada a los ronquidos del hombre que ocupaba ese hueco en la cama. El hueco que noches atrás había ocupado Natalia. 

Suspiró y se levantó de la cama, arrastrando los pies por todo el piso hasta llegar a la cocina. Las imágenes de la morena preparándole el desayuno le llegaron automáticamente, como si su mente quisiese que recordase que aquello no era algo que solía tener. Con la cara más mustia de su repertorio se empezó a preparar para empezar el día. 

Desayunó, despertó a sus hijos y se vistió para salir de casa antes de que José se levantase, tal como solía hacer cada mañana, para dirigirse a casa de su madre y dejar a los pequeños a su cargo hasta que terminase de trabajar. 

- Pero si está aquí mi trabajadora favorita.- la recibió Jon, llegando casi a la vez que ella a la puerta de la panadería. 

- Tu trabajadora favorita es Natalia.- acompañó la respuesta con un suspiro. 

- No, no, no.- negó mientras subía la persiana.- ¿tú ves a Natalia por aquí? Las trabajadoras de vacaciones no son mis trabajadoras favoritas.- se cruzó de brazos. 

- Eso te ha quedado un poco...

-Sí, ¿no?.- se echó a reír.- pero bueno, que eres mi trabajadora favorita a partir de ahora

- Pues que no te escuche...- se adentró al horno con una sonrisa triste.- por cierto... ¿tú sabes algo de ella? 

- ¿De Natalia?.- la rubia asintió.- que llegó bien, me llamó el sábado para decirme eso y ya está. Cuando está en París no hay forma de dar con ella...¿Por? 

- Ah no... por saber cómo estaba y eso...

- Ya...- la miró achinando los ojos.- ¿solo por eso?

- Claro.- le apartó la mirada.- ¿para qué si no?.- empezó a ponerse el uniforme con nerviosismo. 

- Pues eso digo yo.- murmuró Jon para sí mismo. 

La observó lavarse las manos en silencio para después dirigirse a preparar la masa sin levantar la vista de la mesa, aunque se dio cuenta de que la mente de Alba no estaba allí, sino más bien todo lo contrario. Y lo supo en el momento en el que la tuvo que frenar antes de que echase azúcar en la mezcla. 

- ¡Ay! ¡Ay Alba! Que me estropeas la ronda de pan.- la asustó con el primer "ay".- que eso es azúcar, mujer.

- ¿Azúcar?.- abrió los ojos como platos y comprobó que evidentemente estaba a punto de estropear un montón de masa.- Ay, Jon...- lo miró con miedo.- lo siento, lo siento muchísimo.- empezó a agobiarse.- es que estaba con la cabeza en otra parte y no sabía ni lo que hacía, lo siento muchísimo. 

- Anda ya, ¿qué te vas a disculpar? Si no ha llegado a pasar nada.- le quitó importancia con la mano, secándose en su trapo y acercándose a la rubia.-¿pero dónde tenías la cabeza? 

- Es que...- suspiró.- nada, no importa. Estoy un poco despistada, pero ya está. 

- Oye...- buscó sus ojos.- que yo no soy Natalia, pero... también puedes confiar en mí, si quieres hablar de algo o lo que sea, eres mi bollito.- le guiñó un ojo. 

Alba alzó la vista y lo miró fijamente por unos segundos, analizando si abrirse a Jon o no hacerlo. Lo miró y frunció el ceño antes de hablar. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora