Capítulo 70

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Se propusieron hacer el camino más ameno a Jon pese a que él les hizo sentarse detrás. La idea que ambas tenían de aquel viaje no era otra que pasarse las horas de carretera dándole conversación al catalán para que se mantuviese despierto y no tener ningún susto. Aquel, junto a las paradas estratégicas que tenían señalizadas de antemano para encontrarse con el menor número de gente posible hasta pasar la frontera, era el plan de viaje perfecto para Alba y Natalia. 

Pero la realidad no fue así. 

Al salir de Madrid y dejar atrás sus calles Alba se recostó apoyada en el hombro de Natalia y comenzó a repartir caricias en su brazo. Cada kilómetro que recorrían aumentaba los nervios que sentía en el estómago. Y es que iba tomando consciencia de que el reencuentro con su familia iba a ser inminente y el momento de darles explicaciones se iba acercando de la misma manera que se acercaba ella a París. Trataban de conversar con Jon, pero Natalia rápidamente se excluía, perdiéndose en su mente para preparar mentalmente el discurso que les daría a sus padres, pues no sabía cuándo iba a tener que enfrentarlo y quería llevar algo preparado. 

Entre las caricias de su chica y la voz casi susurrada con la que iba tarareando canciones que pasaban por su mente, Natalia terminó durmiéndose antes de llegar a la frontera, cinco horas después de salir de la capital. 

Tal como esperaban, a aquellas horas y por aquel paso perdido en los Pirineos, pasaron la frontera como si nada, sin que tuviesen ningún tipo de problema. Solo sabiéndose en suelo francés Alba pudo relajarse y mirar por la ventana de su lado sin soltarle la mano a Natalia, cayendo rendida contra la puerta y dejando solo a Jon todo lo que quedaba de camino hasta que no tuvo más remedio que despertar a Natalia para que le indicase la ubicación exacta a la que debían ir.

- ¡Natinatilla!.- tiró una mano hacia atrás y empezó a golpear su pierna.- me voy a cagar en toda su descendencia y eso que no va a tener.- bufó cabreado sin perder de vista la carretera.- ¡Natalia!.- no había forma de que la morena despertase.- A pendre pel cul.- se aseguró de que no se acercarse ningún coche y dio un volantazo fingiendo que se salía de la carretera, haciendo que Alba se despertase sobresaltada al darse un golpe con la puerta, por fortuna, nada fuerte.

- ¿Qué pasa? ¿qué?.- miró a su alrededor buscando si Natalia estaba bien. Solo cuando la vio dormir tan tranquila pudo calmarse y buscó respuesta en el conductor.- ¿Qué ha pasado Jon? 

- Que me tenéis harto, par de marmotas.- respondió centrado en la carretera.- y la imbécil de tu novia que no se despierta... 

- ¿Dónde estamos?.- miró desorientada por la ventana, solo cayendo en ese momento que era de día y el sol brillaba con fuerza a lo alto.- uy, si es de día...

- Lleváis durmiendo horas, ¡horas! y el pobre Jon conduciendo solo y sin poder hablar con nadie. Así no se empieza bien una luna de miel, que lo sepáis.- Alba no pudo contener la carcajada al ver como se quejaba.- sí, ríete... estáis recuperando el sueño que vais a perder estos días y yo solo espero no estar cerca, que aprecio mucho mi descanso. 

- No era nuestra intención dormirnos...- suspiró con una sonrisa mirando a Natalia.- pero a ella le ha venido bien porque estaba nerviosita, pobre.

- Bueno, pues a tu pobre despiertala que no quiero perderme en medio de París. Que me diga dónde tenemos que ir.

- ¿Ya estamos llegando?.- abrió los ojos sorprendida al ver lo rápido que se le había pasado el viaje. 

- Ya, dice... las ganas que tengo de dejar de conducir.- murmuró por lo bajo.- según los carteles queda poco, así que despiertala que a ti seguro que no te muerde. 

- Eres un exagerado.- rió Alba empezando a dejar besos y caricias para despertar a su chica.- Nat, mi amor... buenos días.- trató de despertarla, sin éxito.

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora