Capítulo 5

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- ¡Natalia!.- una mano tocando su hombro la hizo sobresaltarse y girarse de golpe, llevándose una mano al pecho al descubrir quién estaba a su espalda. 

- Me cago en d... diez, Jon.- suspiró.- me has asustado. 

- Uy... la blasfemia.- carcajeó.- ¿qué hacías mirando hacia fuera embobada? 

- ¿Qué?.- sacudió la cabeza y lo miró de nuevo.- nada. 

- ¿Y qué haces aquí que no has cerrado todavía?

- Esperar a que estén listos los dulces que hemos puesto hace un rato.- señaló el horno con la cabeza.

- ¿Sigue Alba por aquí?.- Natalia negó.

- Se acaba de ir hace nada, ha venido su hermana a por ella.

- ¿Y bien?.- buscó sus ojos.- ¿como la ves?

- Para ser su primer día... genial, hemos ido un poco justas de tiempo pero bueno, es lo normal. 

- Así me gusta, que no hagas que me arrepienta de haberla contratado. 

- Yo tengo buen ojo, Jon.- le hizo un guiño antes de meterse hacia dentro a parar el horno.

- ¿Seguimos hablando profesionalmente?.- recibió un golpe con el trapo. 

- Me voy a quitar esto y nos vamos.- dejó la bandeja sobre la mesa, apagó todo y se quitó el uniforme. 

Un par de calles más allá del horno, Alba entraba en casa de su madre hablando con Marina, explicándole con entusiasmo cómo había transcurrido su mañana, las ganas que tenía de volver después de comer y lo encantadísima que estaba con Natalia. 

- ¿Entonces bien? ¿No la tengo que dejar calva cuando venga mañana a cortarse el pelo?.- preguntó con una sonrisa Marina, feliz de ver a su hermana con tanta alegría. 

- No, no, si es genial, mira.- sacó de su bolso la lista de precios doblada.- me ha hecho un montón de cosas así para que me pueda tomar mi tiempo en aprenderme los precios y no me ponga nerviosa. 

- Es buena niña.- respondió mirando la hoja. 

- Mucho. 

- Mami.- Álvaro enfiló corriendo el pasillo, con los brazos abiertos y los ricitos rebotando en su frente. 

- Ven aquí, bichillo, que te he echado mucho de menos.- se agachó con los brazos abiertos para recibir al pequeño, que se dedicó a abrazarse con fuerza al cuello de su madre. 

- Parece que él también te ha echado de menos.- sonrió Marina.- ¿A mi no me recibe nadie?.- hizo un puchero mirando a su sobrino, que se lanzó a sus brazos en seguida. 

- ¿Cómo ha ido, hija?.- le preguntó Rafi al verla coger a Lola en brazos.

- Muy bien, mamá. ¿Cómo se han portado los peques?

- Tienes dos angelitos, ¿cómo se van a portar?.- Alba sonrió orgullosa. 

- Sí que son unos angelitos.- susurró para sí misma. 

- Hija...- el cambio de tono de su madre hizo que se tensase. 

- ¿Ha pasado algo?.- se alteró.- ¿estás bien?

- Siéntate que tengo que hablar contigo, haz el favor.- le señaló la silla y cuando Alba se sentó, volvió a hablar.- Ha estado aquí María Jesús...- Alba se tensó.- después de estar en el horno y hija... no quiero que te salpiquen a ti los rumores... porque la gente es muy mala, hija, y yo no quiero ni pensar si le llega algo a José

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora