Capítulo 43

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Natalia acarició su espalda con mimo tratando de apaciguar ese llanto y de ser el soporte que Alba podía necesitar en ese momento. No quiso interrumpir su desahogo, prefirió esperar a que fuese Alba quien se vaciase y simplemente trató de aportarle calma de la manera que podía, sosteniéndola entre sus brazos. 

A diferencia de lo que pensaba Natalia, Alba se sentía feliz, sentía que se había quitado un peso enorme de encima tras tener el apoyo de su hermana mayor. Haber compartido su situación y sus sentimientos con ella había hecho que se relajase por completo y que su mente se sintiese en paz por primera vez en mucho tiempo. Ya no se sentía sola, ya no podía sentirse así cuando tanto Natalia como Marina estaban ahí dispuestas a sujetarla si volvían a intentar tirarla. 

No pudo evitar derrumbarse al sentir como Natalia la acogía entre sus brazos y aquella fue la forma que tuvo su cuerpo de cerrar ese capítulo que la había tenido en vilo todo el día. Natalia no lo sabía, pero aquellas lágrimas que se estaba encargando de recoger en su pecho eran un baño de la felicidad que sentía Alba recorriéndole las venas. Se sentía eufórica, tan alegre que no era capaz de sostenerse a sí misma por lo que se aferró a la cintura de Natalia, en medio de aquel salón, hasta que cesaron las lágrimas. 

- Shhh...- murmuró la morena.- todo estará bien...- acarició su espalda con cariño. 

Alba alzó la cabeza para mirarla por primera vez y achinó los ojos al sonreír, Natalia acudió a retirarle las lágrimas con una sonrisa algo más triste y acarició sus mejillas con mimo. 

- Todo está bien, Natalia.- murmuró alzándose en sus puntillas y acercándose a sus labios.- todo está más que bien.- se lanzó a su boca. 

Un beso que les supo a sal pero que no sirvió para amortiguar el impacto de los labios de Alba buscando con ansias los de Natalia. Un beso que la morena se esperaba delicado y dulce pero que nada tuvo que ver con la realidad, pues Alba se lanzó con ansias a atrapar sus labios y poco tardó en lamer su labio inferior para pedirle un acceso que Natalia no podía, ni quería, negar. 

La morena acercó más a Alba tirando de su cintura hacia ella, haciendo que Alba perdiese el equilibrio y, sin separar sus labios en ningún momento, obligase a Natalia a retroceder un par de pasos hacia atrás, chocando con el lateral del sillón y dejándose caer hacia atrás, obligando a Alba a agacharse para no dejar de besar sus labios bajo ninguna circunstancia. 

Natalia llevó una mano tras la nuca de Alba, enredándola en su pelo y acercándola todo lo que podía a ella, mordió sus labios en un intento de contener el cosquilleo que le recorría la piel ante la falta de contacto con el cuerpo de Alba. Un contacto que necesitaba desde lo más profundo de su ser y que pareció comprender la rubia cuando, cansada de la incómoda postura que tenían se sentó a horcajadas sobre sus muslos. 

Un tirón del labio inferior de Natalia y el jadeo que eso le provocó fue el detonante para que Alba se separase y tomase conciencia de lo que estaba haciendo. Se vio a si misma sobre Natalia, vio el subir y bajar frenético del pecho de la morena y se fijó en la oscuridad de sus ojos. 

Y lejos de sentir miedo, se sintió ansiosa. 

Quizás seguía embriagada por esa felicidad que todavía le recorría las venas, o quizás fue ver el deseo con el que la estaba mirando Natalia el que le dio el impulso para volver a lanzarse a sus labios con incluso más pasión de lo que lo había hecho la primera vez. Un beso húmedo en el que llevó ella el control, encontrándose a una Natalia que le estaba cediendo por completo el ritmo de aquel momento, el más apasionado que habían tenido hasta el momento. 

Notó las manos en su cintura, acercándola lo máximo posible a Natalia por lo que se alzó en sus rodillas y se acercó hasta sentarse justo sobre la pelvis de la morena haciendo que esta cortase el contacto.

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora