Capítulo 39

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Natalia salió de casa completamente seria aquel lunes. Tras el viaje desde Francia, la cantidad de emociones que había vivido la tarde del sábado y la intensa cena con la que terminó aquel día estaba mentalmente agotada. Por eso decidió tomarse el domingo con calma para poder deshacer las maletas con tranquilidad y recolocar sus cosas en su sitio. Volver a sentirse en casa. 

Lo que Natalia no se esperaba, en absoluto, fue pasar la tarde del domingo justamente como la pasó.

- Te iba a dar los buenos días pero tienes una cara que no sé si me vas a morder...- murmuró Jon nada más verla.- ¿Natalia?

- Vamos.- fue todo lo que dijo, con la mirada fija en el final de la calle, justo en su destino.

- Pues vamos...- murmuró sin dejar de mirarla, preguntándose qué le habría pasado para estar tan seria.

Llegaron y vieron a Alba allí, sentada en el sardinel de la entrada como cada mañana, esperándoles con la sonrisa puesta y las ganas de volver a ver, en especial a Natalia, a sus compañeros de trabajo. 

- Buenos días.- se levantó para que Jon pudiese agacharse a abrir la persiana.

- No sé yo...- murmuró el catalán.

- ¿Qué?.- lo miró frunciendo el ceño, a lo que Jon señaló con la cabeza a Natalia. 

Llevaba sintiendo su mirada desde que habían llegado, y justo por eso había preferido saludar a Jon antes de centrarse en ella. Natalia la miraba fijamente, completamente seria y con una intensidad que sentía que la iba a traspasar en cualquier momento. 

- Jon, puedes hacer el favor de abrir de una puta vez.- espetó la morena sin dejar de mirarla.

- Mare meva com estem...- murmuró tirando de la persiana hacia arriba. 

Natalia entró y esperó a que lo hicieran sus compañeros para bajar de pronto la persiana hasta el suelo de nuevo. Aprovechó que Jon se alejó para encender las luces para tirar de la mano de Alba hasta colocarla justo frente a ella. Alzó su mano para acariciar aquella mejilla con suavidad y esperó a tener luz para clavar sus ojos en los confusos ojos de la rubia. 

- ¿Estás bien?.- murmuró nerviosa Alba. 

Sin pensárselo dos veces, Natalia se lanzó al vacío de esos labios para tratar de demostrarle así todo lo que sus ojos llevaban gritándole desde que la habían visto. Alba suspiró tranquila al sentirla acariciar sus labios, pues el miedo que le había entrado de verla tan seria había empezado a hacerle creer que algo iba mal. Le siguió el ritmo del beso y notó las ansias de tenerla más y más cerca. Casi sin darse cuenta empezaron a moverse, Alba retrocedía a medida que Natalia avanzaba hasta que chocó su cuerpo contra el mostrador, provocando un jadeo de la impresión por parte de la rubia que hizo que Natalia tomase conciencia de donde estaban y se separasen. 

- Joder.- susurró Alba todavía pegada a sus labios.

- He leído tus notas.- se separó para mirarla.- ayer por la tarde no dejé de buscarlas por todo el piso cuando me encontré una en el cajón de mi mesita de noche...

- ¿Las has encontrado todas?.- preguntó vergonzosa. 

- Si había una por día, sí.- asintió.- ¿de verdad has estado yendo todos los días a mi casa?

- Sí...- sonrió.- es que allí olía a ti y era como tenerte más cerca...- se abrazó a su cintura.- ¿por qué has venido tan seria? 

- Porque no podía dejar de pensar en que quería besarte y no podía ir a buscarte para hacerlo.- murmuró. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora