Capítulo 45

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La hora a la que se quedaron dormidas no la sabían con claridad, pero tenían claro que era bastante más tarde de lo que solía ser su hora de irse a dormir. Y aquello lo notaron en el momento en el que llegó la hora de despertar la mañana siguiente, pues ninguna se veía con las suficientes fuerzas como para levantarse de la cama. 

- Alba... que hay que trabajar.- se quejó sin llegar a abrir los ojos y tratando de moverla para poder levantarse pese a las nulas ganas. 

- No... un poco más.- se abrazó con fuerza a su cintura, cerrando los ojos con fuerza y negándose a permitir que la morena se levantase.

- Vamos, Alba...- trató de salir de entre esos brazos de nuevo.- que Jon nos mata...

- Eres la jefa, dame el día libre.- se quejó liberándola y girándose para quedar estirada mirando hacia el techo. 

- ¿Qué has dicho?.- se despertó de pronto Natalia. 

- Que eres la jefa...- repitió y abrió los ojos al ser consciente de que lo había dicho en voz alta.

- ¿Tú... tú cómo sabes eso? ¿De dónde lo has sacado?.- se giró a mirarla. 

Alba se tomó unos segundos para pensar si contarle toda la verdad y fallar al pacto que hizo con Jon o si adornar un poco la realidad y contarle algo que, si bien no era mentira, tampoco se correspondía cien por cien a la realidad. 

Le pesó más la lealtad a su amigo, por lo que se incorporó en la cama y la miró antes de responder. 

- Yo... te escuché hablar con Jon el día antes de que te fueras a París y... le dijiste que... que no abriese por las tardes y eso... y bueno... yo... le pregunté a Jon y no supo disimular...- rezó para que colase aquello, que la segunda parte de la explicación le hubiese salido igual de natural que la primera. 

Natalia, mucho más preocupada por conocer de dónde había sacado Alba la verdad sobre su papel en la panadería, ni siquiera se percató del ligero temblor en la voz de la rubia al terminar su explicación. Simplemente suspiró y se dejó caer hacia atrás, recostándose contra el cabecero de la cama. 

- ¿Y no me has dicho nada...?.- la miró con miedo. 

- Tampoco sé muy bien qué debería decirte.- se encogió de hombros.- está claro que no podías ser tú la dueña... Jon me dijo que era más sencillo poner su firma, tampoco le di más vueltas...

- Vale...- suspiró.- ¿no te enfadas?

- ¿Por qué debería enfadarme?.- frunció el ceño.- si es una chorrada esto, Nat...

- ¿De verdad?.- sonrió.- es que no sé, a lo mejor te sentías engañada o algo por no saber esto desde antes o... yo que sé.- se encogió de hombros nerviosa.

- Pues quédate tranquila porque no...- se acercó hasta quedar frente a ella y, sin borrar la sonrisa en ningún momento, dejó un tierno beso en sus labios.- buenos días, por cierto. Voy a despertar a los pequeños.- salió de la cama con la sonrisa intacta en su rostro, 

- Eh, rubia.- se aseguró de llamarla justo antes de que saliese del dormitorio y Alba se dio la vuelta esperando a que hablase.- Te quiero.- sonrió.- el primero de hoy.- le guiñó un ojo.

- Te quiero.- respondió alzando la voz desde el pasillo, recorriéndolo con una sonrisa que abarcaba prácticamente toda su cara. 

Natalia aprovechó para hacer el desayuno en lo que Alba despertaba a Álvaro y a Lola por lo que para cuando la rubia entró en el salón se encontró la mesa lista para desayunar y a Natalia sirviendo café recién hecho en un par de tazas. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora