Capítulo 50

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Aquella mañana de domingo se arrepintieron de haber dejado los platos para fregar la noche anterior. Pese a que habían recuperado fuerzas tras un sueño reparador, levantarse y ver el fregadero lleno no fue para nada motivador. 


- Me está dando mucha pereza esto.- se quejó la rubia apoyándose en el hombro de Natalia. 

- Venga, tú enjabonas y yo aclaro, a ver si así terminamos antes.- bufó sin muchas ganas la morena. 

Pese a las pocas ganas de realizar aquella tarea del hogar, entre las dos le pusieron fin pronto por lo que decidieron que Alba fuese a despertar a los pequeños mientras Natalia terminaba de preparar el desayuno para todos. 

- Vamos, Álvaro, cariño.- le metió prisa su madre.- que vamos a llegar tarde a misa...

- Mira, mamá, mira qué guapa.- salió Natalia con Lola recién vestida en brazos. 

- Nat... si te he dicho que ahora iba yo.- sonrió.- qué guapa está mi niña, ven aquí.- estiró los brazos para cogerla.- ¿quién te ha puesto así de guapa?.- terminó de peinar su corto pelo rubio con las manos.

- Ati.- señaló a la morena. 

- Si es que Nati tiene una mano...- se lanzó flores a sí misma.- ¿verdad Alba?.- le guiñó un ojo.- y no me costaba nada ponerle el vestido a la peque. 

- Gracias.- le sonrió.

- Te quiero.- movió los labios sin llegar a decirlo.- ¿y qué pasa aquí con ese desayuno?

- No tengo más hambre...- se apoyó en el respaldo de la silla. 

- No has comido nada, hijo... come un poquito más.- pidió Alba dejando a Lola sobre el sofá. 

- ¿Te acuerdas de aquellas magdalenas tan ricas que traje ayer?.- Álvaro asintió con entusiasmo.- ¿quieres una?.- susurró como si fuese un secreto.

- ¡Sí!.- alzó los brazos.- quiero una, Nati...

- Pues... ¿por qué no comes un poquito más mientras voy a buscarla? ¿Trato?

- Vale.- se sentó rápidamente a seguir comiendo. 

Alba volvió a aparecer por el salón con el conjunto de ropa puesto, prácticamente lista para salir de casa y se cruzó de brazos al ver a Natalia aparecer con la magdalena en la mano. 

- Pero bueno.- la miró seriamente.

- Hemos hecho un trato.- se encogió de hombros.- mira, mira como lleva el plato, esto está casi terminado.

- Solo porque es domingo, ¿vale?.- besó la frente de su hijo.- no podemos hacer esto todos los días. 

- Vale mami.- respondió feliz con su magdalena. 

- Oye Alba...- se acercó preocupada.- ¿lo he hecho mal? 

- No, no te preocupes.- sonrió.- pero no quiero que piense que puede comerse una magdalena todos los días...

- Vale... pero si te ha molestado perdón, son tus hijos tú decides como educarlos y eso...

- Eres preciosa.- le sonrió.- no has hecho nada malo, Nat, no te preocupes. 

- Vale...- respiró tranquila.- oye voy a mi casa, que aquí no tengo qué ponerme para ir a misa.

- ¿Llegarás con Jon?.- preguntó cogiendo a Álvaro, que se había terminado la magdalena.- lo digo porque si quieres te podemos esperar allí... ya sabes que mi madre va más despacio y eso

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora