Capítulo 71

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Abrir los ojos y que lo primero que encontrase fuesen aquellas vistas inconfundibles de París era una de sus cosas favoritas de aquel viaje repentino que emprendieron juntas. Darse la vuelta y poder ver la serenidad en el rostro de su amor, pasándole la mano sobre la tripa y cubriéndola con su pierna para retenerla a su lado era el motivo de sus sonrisa plena. 

Empezar los días con Natalia abrazada a ella era todo aquello por lo que merecía la pena todos y cada uno de los esfuerzos que había hecho física y mentalmente para llegar allí. 

Aquella mañana Alba abrió los ojos anticipándose a esa sonrisa, encontrándose la torre Eiffel dándole los buenos días pero sin que hubiese rastro de su morena a su lado. Aquella mañana no fue un despertar pleno, le faltó el motivo que le daba sentido a aquella felicidad. 

Sin Natalia a su lado aquellas vistas no le parecieron tan bonitas. 

- ¿Nat?.- se estirazó sobre el colchón y esperó una respuesta que no llegó.- ¿Nat?.- se alzó hasta quedar sentada en colchón, buscando con su mirada la puerta del baño para averiguar si se encontraba allí. 

Pero la puerta abierta de par en par y la toalla asomando por el lavamanos le hizo ver que no estaba allí pero su rastro sí. 

Soltó un gran suspiro y se dejó caer de nuevo contra la almohada. Sentía dolor en cada músculo de su cuerpo debido a las agujetas que surgieron como resultado de un día entero sin salir de aquellas cuatro paredes, entregándose al amor más puro y sincero que había sentido jamás y dejándose llevar por completo por sus deseos, alejando los tabús y las vergüenzas para que sobre aquel colchón, en aquella ducha, contra todas y cada una de las paredes  solo quedasen Alba y Natalia, ellas y su amor, piel con piel. 

Le venían recuerdos que le hacían sonreír y sonrojarse a partes iguales y decidió levantarse y darse una ducha antes de tratar de averiguar donde se encontraba la morena, pues viendo todas sus cosas por allí supo que muy lejos no tenía que andar. Iba camino al cuarto de baño cuando una nota sobre la maleta de ambas la hizo retroceder y pararse a leer. 

Si estás leyendo esto es que te has despertado y yo ya no estoy aquí. 

Se podría considerar un milagro divino que justo hoy haya decidido despertarme antes que tú, aunque yo, siendo como soy, más que milagro prefiero llamarlo destino. ¿Te has asomado a la ventana? Hace un día maravilloso y creo que no deberíamos echarlo a perder. He de confesar que la luz de los primeros rayos del sol del día te queda demasiado bonita como para dejarla ir así que te he hecho unas cuantas fotos. Sí, fotos en las que sales despeinada, con la mejilla aplastada y con la sábana cubriendo lo justo y necesario. Estás y eres preciosa. 

Bueno, a lo que iba, que me disperso, necesito que te des una ducha, te pongas guapísima y salgas. Probablemente estará Jon esperando en recepción, déjate guiar y no comas nada, el desayuno corre de mi cuenta. 

Tuya y eternamente tuya de la forma más libre y sana que existe, de quien elige quedarse, 

Nat. 

Pd: Si te han despertado golpes en la puerta es Jon, espero que leas esto antes y no le abras la puerta en cueros.  

Alba dejó la nota mordiéndose la sonrisa y fue rápidamente a la ducha. No quería que Jon se presentase allí y ella todavía estuviese así. Le crecían los nervios a medida que el agua corría por su cuerpo y se sentía ansiosa por saber qué se le había ocurrido a la morena para empezar el día de aquella forma. 

Jamás le habían preparado ningún tipo de sorpresa. Nadie se había tomado el tiempo necesario como para preparar algo única y exclusivamente para ella y aquello la tenía con la misma ilusión con la que un crío espera la mañana de Reyes para abrir sus regalos. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora