Capítulo 21

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Para cuando Natalia llegó al horno la mañana siguiente Alba ya estaba allí esperándola. Se había acostumbrado a que en las últimas semanas fuese la rubia la primera en aparecer por allí, y pese a que aquello le extrañaba no había visto nada en el comportamiento de su compañera por lo que debiera preocuparse. 

- Cada día llegas antes, rubia.- le dedicó una sonrisa.- voy a tener que hacerte una copia para que no te quedes aquí esperando, ¿llevas mucho rato?

- No.- negó con la cabeza devolviendole la sonrisa.- apenas cinco minutos.- Buenos días, por cierto. 

- Buenos días, Alba.- se giró agachó para abrir la persiana y se humedeció los labios mientras. 

- ¿Y Jon?.- preguntó extrañada la rubia al no verle allí. 

- Pues Jon va a venir un rato más tarde, se ha quedado allí revisando un par de cosas de la furgoneta y tiene que echarle gasolina y eso, que ayer se le pasó. 

- Ah, vale.- asintió conforme y esperó a que la morena terminase de abrir para pasar tras ella. 

- Tss, rubia.- esperó a que Alba se girase para mirarla y señaló con los ojos hacia la mesa.- la pastillita

- A eso iba, lista.- le sacó la lengua y abrió el cajón para tomarse sus anticonceptivas. 

- ¿Te están yendo bien? ¿No te notas nada raro ni nada?.- esperó a que se la tomase para preguntarle. 

- No, ¿por qué?.- la miró con el miedo inundando los ojos.

- Por nada, tonta, porque si te sentasen mal llamaría a mi cuñada a ver qué podríamos hacer, pero si te va bien, me quedo más tranquila.- sonrió. 

- Ay, que susto, Natalia, mujer.- se llevó la mano al pecho.- no he notado nada raro, espero que estén haciendo efecto...

Natalia se la quedó mirando con el ceño fruncido, no le había gustado el tono en el que había dicho aquello, y menos le gustaba que su mente lo estuviese relacionando con el hecho de que llegase tan pronto cada mañana cuando no solía hacerlo antes. 

- Alba...- tanteó el terreno.- ¿todo bien en casa?.- se acercó para mirarla con atención. 

- Sí.- asintió.- todo bien...

- Sabes que no te estoy creyendo, ¿verdad?.- alzó una ceja ante la cara de inocencia de la rubia.- ¿qué ocurre?.- murmuró lo más dulce que pudo.- ¿por qué me pones esa carita de susto?

- Es que...- se mordió el labio con nerviosismo.- José...- la miró fijamente a los ojos haciendo un puchero.

- ¿Te ha hecho algo?.- Alba pudo ver como se endurecía el gesto de la morena.- ¿te ha vuelto a poner una mano encima? 

- No, no, no.- se apresuró a negar.- para nada. 

- ¿Segura?.- Alba asintió.- porque no me creo que después de lo que te hizo se haya quedado tan tranquilo y no haya intentado...- se calló de golpe.- ah, coño.- murmuró para sí misma.- no se ha vuelto a poner así porque tú... tú le dejas que...

- No.- negó con rotundidad la rubia.- no me ha vuelto a poner una mano encima desde aquel día. Yo no... yo no quiero ni que se me acerque...- suspiró.

- ¿Entonces? No estoy entendiendo nada... no me entra en la cabeza que ese hijo de puta te haya dejado en paz de un día para el otro. 

- Es que...- volvió a mirar a la morena a los ojos y se mordió el labio mientras sonreía.- ¿tú te acuerdas de que la Rafi estuvo en mi casa por lo de la espalda?.- Natalia asintió.- bueno pues... pues es posible que... que...- se le escapó una risita.

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora