Capítulo 59

13.4K 957 827
                                    

Natalia y aquella mujer no se separaban un solo centímetro, no hacían más que mirarse fijamente a los ojos mientras que aquella desconocida para las hermanas Reche no hacía más que retirarle lágrimas que descendían por las mejillas de una agotada Natalia. 

Pasaban los segundos y a Marina se le agotaba la paciencia al ver que no había forma de que tomasen una distancia que para ella era más natural entre dos personas. Alternaba la mirada entre la escena que veían a través de aquella ventana y la reacción, o mejor dicho no reacción, que tenía Alba con aquella complicidad. 

Podía ver en el leve fruncir de su ceño que ella tampoco reconocía a la misteriosa mujer que se había enganchado a Natalia nada más verla y que la miraba con un amor que hacía sentir incómoda a Marina. No le parecía bien que hiciese eso delante de su hermana, sin pensar en cómo podía sentarle aquello a Alba. 

Natalia empezaba a perder puntos. 

- Como no se separen ahora mismo salgo y las separo yo.- hizo el intento de levantarse del asiento con su mayor cara de cabreo.- a ver si voy a estar yo hablando maravillas de ella y ahora... ahora va a hacer esto.- señaló con la mano hacia la ventana.- es que ni se aparta, ¿tú la estás viendo, Alba?

- Sí...- murmuró sin perder detalle. 

- Bueno, pues vas a ver cómo la aparto, es que la hago entrar de los pelos y me va a explicar qué es eso de tener tanta cercanía con otra mujer, hombre ya.- se apoyó en los brazos del sillón y se levantó para acercarse a la puerta, pero antes de que pudiese avanzar un solo paso vieron como Natalia desaparecía de lo que podían ver a través de aquel cristal junto a aquella mujer.- ¿Dónde va? ¿Por qué se va con ella?.- notaba como su cabreo no hacía más que aumentar.- vamos, lo que me faltaba pal duro.- bufó.- esta se entera. 

Marina se acercó a la puerta y la abrió de la forma más brusca que pudo, cargándose de fuerzas para encararse con su cuñada por lo que a ella le parecía una falta de respeto hacia su hermana, algo que no iba a permitir ni a tolerar. 

- Apártate, ex amiga.- reconoció la voz y se giró confusa mientras veía como Jon esquivaba a Natalia y se acercaba a toda prisa hacia ella.- ¿A mí por qué no me avisáis de esto? Ya hablaremos, ya.- esquivó también a Marina y se adentró a la habitación.- Ay, bollito mío, ven a mis brazos.- se lanzó hacia Alba. 

Marina, más confusa de lo que ya estaba, fue a girarse para buscar de nuevo a Natalia, sacudió la cabeza y recordó aquello que le había hecho levantarse con tantas ganas de encararla, recuperando la fuerza del cabreo que le recorría las venas. 

- ¡Ama!.- una voz aniñada llegó hacia ella, haciendo que la peluquera volviese a mirar en dirección a la panadera.- ¡Ama, qué estoy en Madrid!

Un niño moreno, que Marina intuyó que debería rondar los 5 años, corría en dirección a Natalia, una Natalia que se agachó abriendo los brazos preparada para recogerlo y abrazarlo con fuerza. 

Y ahora este niño quién es y por qué llama ama a Natalia.

Observó como se aferraba al cuello de la morena con fuerza y llenaba su cara de besos, separándose para acunarle las mejillas al notar el rastro de las lágrimas que había dejado caer. 

- ¿Por qué lloras?.- preguntó mirándola con curiosidad.

- Porque me hace muy feliz verte, petit.- lo abrazó con fuerza, con necesidad.- Gracias.- la mujer, que no se había separado de ellos y miraba a Natalia con una ternura que acariciaba, alzó la mano para dejar una caricia en su mejilla y le restó importancia con la cabeza. 

- ¿Vas a presentar a Alba de una vez?.- pudo escuchar la voz de aquella mujer y le llamó la atención el acento francés que tenía.- ¿Cómo está?.- Natalia simplemente asintió. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora