Capítulo 23

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La media jornada de trabajo que hacían los sábados pasó sin nada reseñable para Alba. En cambio, Natalia no pudo evitar seguir dándole vueltas a la cabeza con el cambio de la rubia, pues la valenciana seguía recordando, lo que para ella era en exceso, que eran amigas. Sin embargo, ambas tenían ganas de verse después de la comida, tan como habían quedado para poder aprovechar la tarde. 

Con la cabeza en la cantidad de preguntas que tenía por hacerle a Natalia llegó Alba a su casa dispuesta a hacer de comer lo más pronto posible. 

- Ya estoy aquí, niña.- se asomó José a la cocina.- qué bien huele ese cocidito. 

- Está a punto.- comentó sin girarse.- ¿cómo es que vienes más tarde?.- frunció el ceño al darse cuenta de la hora que era. 

- Ah.- exclamó.- pues porque me he encontrado con mi madre ahí en la esquina y me he liado a hablar con ella.

- ¿Y no ha subido a saludar?.- se giró a ver si la mujer estaba allí guardando silencio sin ella saberlo. 

- ¿Para qué? Si le he dicho que vamos a ir a tomar café a su casa.

- No.- negó rotundamente

- ¿Cómo que no?

- Pues que no puede ser, José.- clavó la vista en su marido.- que yo he quedado con Natalia esta tarde, no puedes quedar con tu madre sin avisarme...

- Pero a esa la ves todos los días, la familia es más importante. 

- No le voy a hacer el feo de dejarla tirada, es mi amiga y había quedado antes con ella.- se cruzó de brazos. 

- Que te he dicho que no vas a ir y punto.- alzó la voz. 

Alba guardó silencio y siguió preparando la comida hasta que estuvo lista y la sirvió. Empezó a comer en silencio y sin dirigirle una sola mirada a su marido. 

- He pensado que te puedes poner el vestidito que te hizo mi madre.- dejó el vaso sobre la mesa.- no te lo has puesto ni una sola vez, va a pensar que no te gusta. 

Y no me gusta. 

Alba siguió comiendo sin hacerle caso, pendiente de que no se le pasase la hora para ir a casa de Natalia a pasar la tarde. 

- Bueno, pues ya estoy.- se levantó a recoger la mesa y fregó los platos con prisa. 

Ignorando la existencia de José se fue a cambiar de ropa, a quitarse aquello que había llevado toda la mañana y ponerse una blusa y una falda que llevaba tiempo queriendo ponerse, pero que no había encontrado la oportunidad. Una falda que le quedaba algo ajustada para su gusto pese a que no lo era, de color tejano y cerrada con botones que le llegaba a la altura de las rodillas y una blusa blanca sencilla era lo que había escogido para la ocasión. 

- ¿No vas un poco llamativa para ir a ver a mi madre?.- entró José a la habitación sorprendiéndola. 

Alba salió de allí lo más rápido que pudo para irse hacia el salón, no le gustaba en absoluto estar a solas con su marido en el dormitorio. 

- Ya te he dicho que yo he quedado con mi amiga Natalia.- se puso el reloj de pulsera. 

- Y yo te he dicho que no, venga, haz el favor de cambiarte que así no vas a ninguna parte.- señaló hacia el pasillo.

- No me voy a cambiar, José.- respondió sin ni siquiera girarse a mirarlo. 

- ¿Te pones así de provocativa para ir a ver a tu amiga o para que te vea yo?.- se le acercó por la espalda y empezó a subirle la falda. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora