Capítulo 49

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Natalia se levantó nerviosa, había pasado toda la semana pensando qué podía hacer y dónde podría llevar a Alba aquel sábado para que resultase especial. En el tiempo que llevaban conociéndose y en aquellas semanas que llevaban viviendo juntas le había llegado a prometer que la llevaría a conocer París, pero no había sido capaz de salir con ella por Madrid, por lo que tenía más cerca. 

Alba notó que algo le pasaba, la veía inquieta y sumida en sus pensamientos bastante seguido pero lo relacionó con el fin de aquel oasis que habían compartido juntas al tratarse de la última semana que iban a vivir como una pareja normal. No quiso preguntarle por los motivos para no traer antes de tiempo la presencia de su marido, ni para recordarlo cuando todavía no había llegado la hora. 

Aunque pese a llevar toda la semana viéndola intranquila, aquel sábado estaba resultando demasiado evidente. Natalia movía la pierna de arriba abajo mientras comían, cuando la miraba sonreía tratando de mostrar una calma que no sentía y que tampoco resultaba fiable, pero Alba tampoco dijo nada. 

- Hola, mi amor.- sintió como la morena se le abrazaba a la espalda.

- Hola, cariño.- sonrió echándose para atrás, apoyándose en su pecho mientras terminaba de aclarar los platos.- espero que te estés tomando estas libertades porque los pequeños estén dormidos.- susurró.

- Mmhh.- bajó las manos hasta posarlas sobre su culo y apretó.- ¿te responde esto a tu pregunta?

- Nat...- suspiró.- eres una fresca.

- Pero me quieres.- sonrió orgullosa. 

- Te quiero mucho.- se giró nada más colocar el último plato en su sitio.- ¿te apetece hacer algo hoy?.- preguntó con inocencia.- hace un día muy bueno para quedarse en casa leyendo...

- Me apetece mucho...- se acercó a robarle un beso ansioso mientras la acorralaba entre su cuerpo y la encimera.- que te pongas la ropa que más te apetezca... porque paso a por ti en una hora.- dejó un pico en sus labios y salió corriendo por el pasillo.- me voy.- pronunció mientras se marchaba. 

- ¡Nat! Pero no me dejes así.- se quejó con una sonrisa.- dime dónde vamos a ir para saber qué ponerme.- la morena paró en mitad del pasillo y se dio la vuelta.

- Es una sorpresa, mi vida.- sonrió.

- ¿Vamos a salir del barrio?.- Natalia asintió.- vale.- sonrió entusiasmada.

- Una hora.- repitió antes de marcharse de allí. 

Natalia se marchó hacia su casa, se dio una ducha y se vistió especialmente para la ocasión, una camisa blanca impoluta que acompañó con una falda ajustada de color rojo que llevaba un tiempo queriendo estrenar. Recordó coger la cámara de fotos y meterla en el bolso antes de coger el abrigo y salir corriendo de nuevo. 

Le quedaban quince minutos. 

Caminó con toda la prisa que pudo y se presentó en la peluquería de Marina, cerrada al público pero con la persiana ligeramente abierta que demostraba que allí dentro se encontraba la dueña. Dio un par de golpes para avisar su entrada y levantó la persiana para poder acceder a la peluquería. 

- ¿Y tu marido?.- preguntó nada más ver a Marina.

- Arriba, cambiando el agua del cubo.- señaló la fregona.- hola a ti también, eh.

- Hola cuñi, es que no quería meter la pata.- sonrió vergonzosa.- vengo a recordarte que tienes.- miró su reloj.- diez minutos para estar en casa de tu hermana y quedarte con tus sobrinos. 

- ¿Y no me los puedes traer? Se me ha hecho tardísimo y tengo que limpiar esto...- bufó.- total, en lo que salís os podéis acercar...

- Bueno, venga... pero solo por no molestar a mi sobri.- le guiñó un ojo.- ¿no me vas a decir lo guapa que estoy?

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora