Capítulo 78. Epílogo.

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Hay para quien los finales felices no existen. No de manera global e infinita. Existen los cierres de etapas que hacen a la gente sentirse feliz, el momento en el que se cierra un ciclo para empezar otro mejor. Pero el final feliz definitivo es una utopía propia de los cuentos infantiles. No hay un final más definitivo que la muerte. Y para la sociedad la muerte y la felicidad no suelen ir de la mano. 

Para Natalia, un final feliz en su vida pasaba por hacer balance de los momentos que había valido la pena recordar y ver qué sentimiento pesaba más. Si echaba la vista al pasado podía concluir su paseo de forma positiva, le gustaban sus recuerdos y estaban repletos de momentos felices que le hacían decantarse por afirmar que era y había sido feliz. Pese a los días, las semanas y los meses malos que había tenido que superar hasta llegar donde se encontraba en ese momento. 

Se supone, o por lo menos se suele decir así, que justo antes de dar un cambio importante en la vida se echa una vista al pasado y se hace balance antes de poder cambiar de ciclo. Empezar una nueva etapa. Y así se encontraba Natalia junto a su maleta abierta mientras se dedicaba a vaciarla sobre la cama mientras repasaba la historia del amor de su vida. Sus inicios, como pasaron a compartir latidos, sueños y sonrisas. Como habían formado una familia de la que estaba tremendamente orgullosa. Y tuvo que pasar, en ese recorrido, por la peor etapa de sus días. 

En un día de estos en que suelo pensar 

hoy va a ser el día menos pensado

Nos hemos cruzado, has decidido mirar

a los ojitos azules que ahora van a tu lado. 


Desde el momento en el que te conocí

Resumiendo con prisas tiempo de silencio

Te juro que a nadie le he vuelto a decir 

que tenemos el récord del mundo en querernos. 


Por eso esperaba con la carita empapada

a que llegaras con rosas, con mil rosas para mi 

porque ya sabes que me encantan esas cosas

que no importa si es muy tonto, soy así.

Y aun me parece mentira que se escape mi vida

Imaginando que vuelves a pasarte por aquí

Donde los viernes cada tarde, como siempre

la esperanza dice quieta, hoy quizás sí. 


Escapando una noche de un bostezo de sol

me pediste que te diera un beso.

Con lo baratos que salen, mi amor,

qué te cuesta callarme con uno de esos. 


Pasaron seis meses y me dijiste adiós

un placer coincidir en esta vida. 

Allí me quedé, en una mano el corazón

y en la otra excusas que ni tú entendías.


Abrió los ojos y dejó de cantar cuando sintió como se abría la puerta a sus espaldas. Sonrió al reconocerlos acercarse hacia ella y suspiró justo antes de sentir como colocaba una mano en su hombro y apretaba con aquella mano temblorosa. Estaba nervioso. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora