Capítulo 32

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El verano fue caluroso como el que más para Alba y para Natalia, y por suerte para ellas ya no había rastro de aquel calor que les iba a la contra para soportar sus propios sofocos cada vez que dejaban volar la imaginación en cuanto a la otra. 

Alba se había quedado a solas en la panadería mientras Natalia, antes de cerrar, corría hacia el bar de Juana para poder pagarle el desayuno que les había servido aquella misma mañana tanto a la rubia como a ella. Alba se dedicaba a terminar de limpiar el mostrador para dejarlo reluciente cuando escuchó la puerta abrirse. Sin ni siquiera levantar la vista, fue a echar a quien fuese que hubiese entrado. 

- Lo siento, ya hemos cerrado.- respondió de la manera más amable que le salió. 

- El frío que hace fuera, eh bolli.- alzó la vista al escuchar el mote. 

- Inés...- frunció el ceño por verla allí, cosa que no solía hacer prácticamente nunca.- Natalia no está... ha ido al bar de Juana...

- Bueno, pues la espero aquí.- se encogió de hombros.- ¿te echo una mano con algo?

- No, no te preocupes.- la frenó al ver como tenía intención de ayudarla a limpiar.- si estoy haciendo esto por hacer algo hasta que venga. 

- Pues la esperamos aquí juntitas, ¿no?.- la cara que puso Alba hizo que aumentase su sonrisa, pues cada vez le costaba más mantener la compostura con ella y aquello se le antojaba de lo más divertido. 

- Claro...- aceptó sin más opción, tratando de disimular las pocas ganas que tenía de verlas juntas allí, delante de ella.- ¿Hace mucho frío fuera?

- Pues lo normal en otoño, lo que pasa es que se ha ido el sol y... como se notan los días.- le dedicó una sonrisa amigable, ante lo que Alba respondió con un soplido.- ¿Estás bien?.- se mordió la lengua para no sonreír. 

- Sí...- se le notaba la incomodidad a la legua.- ¿por qué?

- Porque creo que no te gusta que esté aquí, bolli.- se apoyó con los hombros en el mostrador.- y no sé por qué.- la miró fijamente a los ojos con una sonrisa.- si tú a mí me caes muy bien...

- A mí... a mí no me importa que estés aquí... claro que no... eres la...amiga.- remarcó la palabra.- de Natalia, claro que puedes estar aquí, no hay problema. 

- ¿Segura? Es que tengo la sensación de que te molesto...- siguió tensando la cuerda para ver hasta dónde llegaban los nervios de Alba.

- No, no, no, para nada, no.- empezó a negar hasta moviendo las manos.- ¿cómo me vas a molestar? No, no...

- ¿Segura?.- alzó una ceja y sonrió de lado.- porque yo creo que sí...- susurró.- bueno, que te molesta que venga a por Natalia.- le guiñó un ojo. 

- ¿Y por qué me iba a molestar eso? No, para nada, no me molesta en absoluto.- Inés no pudo evitar reír al verla abrir los ojos en exceso. 

- Entre nosotras nos entendemos, Alba...- murmuró.- y no te preocupes porque tienes vía libre.- le guiñó un ojo. 

- ¿Qué?.- frunció el ceño sin entender lo que quería decirle.

- Lo que habla esta mujer, la virgen.- llegó Natalia en el momento más inoportuno.- uy... ¿qué haces aquí nena?.- se acercó a darle un pico a Inés asegurándose de que la persiana estuviese a medio bajar. 

- Venía a ver si me invitas a cenar, que tengo que hablar contigo unas cositas antes de entrar a trabajar.- arrugó la nariz con fastidio. 

- ¿Tienes turno de noche?.- Inés asintió.- qué pena.- soltó una risita.- yo estoy deseando meterme en la cama así que si no te importa algo ligerito... te puedes llevar pastas para los descansos.- le ofreció una bolsa. 

1973Donde viven las historias. Descúbrelo ahora