—¡Hola, Helga! ¿Quieres jugar conmigo?
—¿A qué estás jugando?
—A las canciones, pero Emmita no quería, así que estoy jugando solo.
—¡Vale! ¡Pero con dos condiciones! Una: que yo soy la que canta. Y dos: que está prohibido cantar tu canción.
—Jooooooo, ¡pero Helga! ¡Si es mi juego! Estaba jugando a que se la cantaba a mi novia en Eurovisión...
—¿Pero qué novia? Si la chica de tu canción no quiere al chico.
—¡Tú eso no lo sabes! Y el chico sí la quiere. Mucho, mucho.
—¡Ea! ¡Pues ya no quiero jugar! Además, si tú nunca vas a ir a Eurovisión como papá y mamá...
__________________________________________________
(Alejandro)
La conversación con Fernando había sido definitiva. De repente sentía un empuje que no había tenido en mi vida, y eso me ayudó a centrarme en todo lo que tenía por delante. Que era mucho, porque en unos días empezaba la promoción para Eurovisión.
Esa misma noche le había enviado un mensaje a Laura. No sabía si lo leería, como siempre, pero no me importaba. Era más un mensaje para mí, para no perder de vista mi objetivo.
"Seguiré luchando. A.".
Por ella y por todas las personas que a lo mejor no tendrían fuerza para hacerlo. Tenía más ganas que nunca.
Un par de semanas después tuve mi primera actuación. Me habían invitado al concierto de fin de gira de SingTubers para presentar Déjame ante el mundo. Nunca antes la había cantado en directo y estuve de los nervios hasta que llegó el momento. Aunque ya habían empezado los ensayos en una réplica del escenario que tendríamos en Viena, no era igual que cantar en vivo.
—¿Has pensado cómo lo vas a hacer el sábado? —me preguntó papá, unos días antes del concierto.
Yo asentí, y él levantó las cejas con una sonrisa, esperando a que hablara.
—Con el pie de micro. No quiero distracciones —le expliqué, con convencimiento.
Él no dijo nada, pero sé que se quedó pensativo. Esos días habíamos estado ensayando diversos recorridos, posiciones y juegos de luces. Papá había enviado varias propuestas al equipo de Eurovisión a principios de año, como habían acordado, pero todavía no se había decidido nada definitivo. Yo no tenía tanta visión como papá para la puesta en escena, así que confiaba en él para eso y lo dejaba hacer. Si Oriol tenía tanto interés, no había duda de que era el mejor.
Me alegré mucho cuando mi familia recibió las entradas para el concierto. Llevaban agotadas desde hacía meses, cuando aún no sabíamos que yo iba a cantar allí, así que habría sido imposible conseguirlas de otra forma. Tenerlos allí sería un gran apoyo..., claro que, aunque me lo esperaba, que mamá no viniera me dejó un poco triste.
—Cariño, yo... —empezó a excusarse, después de darme la noticia.
Yo negué con la cabeza, cogiendo su mano.
—No pasa nada —le aseguré, lanzándole una sonrisa—. No vas a ser la única que no va a estar.
Por eso no pensaba echarle la culpa, aunque no se lo dije. Era consciente de que no podía obligarla a apoyarme si no estaba de acuerdo, y más con lo difícil que resultaba para ella. Aun así, no se había opuesto en ningún momento. Me conformaba con eso, a pesar de que la iba a echar de menos.

ESTÁS LEYENDO
Una voz compartida
FanfictionAmaia y Alfred han empezado a formar una familia, pero nadie decía que fuera a ser un camino fácil. Después de haber superado por completo el accidente, y ahora con Emma, Alejandro y Helga en sus vidas, los cinco se disponen a seguir adelante, a pe...