—Mamá, cuéntame la historia.
—¿Pero qué historia?
—La del trombón.
—¿La del trombón? ¿Otra vez? Pero si esa ya la sabes...
—Pero es mi favorita.
—Algún día me tienes que decir por qué te gusta tanto, Emmita.
—Porque es importante, mami. Papá te gustó entonces.
—Es verdad, desde el primer momento.
—Por eso, mamá... Fue magia.
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(Emma)
Había tenido motivos para no ir al curso de Bruselas. Más que de sobra.
La situación con Helga estaba yendo a peor. Quise pensar que después de Eurovisión las cosas volverían a su cauce, ¿no? A fin de cuentas, eso era lo que lo había detonado. Pero a la vuelta de papá y Alejandro no solo siguió actuando exactamente igual, sino que el viernes, dos días antes de mi vuelo, sacó single. ¡Single! ¡Sin que nadie tuviéramos ni idea!
—Mamá, no pasa nada, de verdad. Creo que es mejor que me quede. Helga... —le sugerí, el sábado.
Me acababa de subir la maleta para que me pusiera a hacerla, pero yo cada vez lo veía menos claro.
—Ni se te ocurra. De Helga ya nos encargamos nosotros, Emma. En serio. Además, ya sabes que cuando tu hermana se pone así, poco hay que podamos hacer. Tú estarás mucho mejor en Bruselas —sentenció. Me había sorprendido aquella firmeza en ella, pero había tenido efecto, porque no se me había ocurrido replicarle—. Esta vez estamos nosotros, cariño —me susurró, abrazándome.
Yo le devolví el abrazo, pero me abstuve de recordarle que eso podía no servir para nada. Claro que era tirarme piedras sobre mi propio tejado, porque significaba que yo tampoco servía.
Suspiré. Mamá llevaba razón. Pasaría lo que tuviera que pasar con Helga, y mientras podía estar aprovechando mi tiempo.
—Me habría gustado irme en otras circunstancias —me quejé—. Prometedme que me avisaréis si ocurre cualquier cosa.
Ella asintió.
—Pero no creo que lleguemos a esos extremos —rio—. Tú tienes que centrarte en disfrutar.
Disfrutar...
La verdad es que esa era la última palabra que tenía en mi mente cuando me estaba bajando del autobús que me llevó a L'École de la Musique. Una pequeña parte no podía dejar de reprocharme no haberme quedado con mi familia. Si ocurría algo grave, no me lo perdonaría.
Además..., eso de enfrentarme a un ambiente totalmente nuevo en el que no conocía a nadie me estaba poniendo todavía más nerviosa. Mis cosas se habían quedado en el autobús, que nos llevaría a la residencia donde viviríamos los estudiantes internacionales, que éramos más de los que esperaba.
Me había traído la guitarra y, por un momento, pensé en bajármela, pero luego recordé que aquello era una escuela de música y que probablemente no me haría falta. Al menos por el momento, así que volví a subirla. Después entré y busqué una esquina desde la que pudiera observar la llegada de mis compañeros sin llamar mucho la atención. Éramos apenas unos treinta en total.
Y entonces lo vi.
Cruzó la puerta, con su guitarra cruzada a la espalda sobre una sencilla camiseta negra.
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Una voz compartida
FanfictionAmaia y Alfred han empezado a formar una familia, pero nadie decía que fuera a ser un camino fácil. Después de haber superado por completo el accidente, y ahora con Emma, Alejandro y Helga en sus vidas, los cinco se disponen a seguir adelante, a pe...