Te moviste sobre tu aposento, mientras un pequeño rayo de sol entraba por una parte de la ventana, iluminando los objetos en colores dorados anunciando que la mañana comenzaba a salir.
En un estado de hipnagógica, logras oír como arrastran las hojas; sin necesidad de verlo sabes de quién se trata. Sabías que era muy temprano por lo que tomas tu sábana de la orilla arrastrándola hasta la altura de tu barbilla.
Inesperadamente, sentiste un pinchazo en la parte inferior de tu vientre. Soltaste un gruñido molesta, trotando hacia el baño; una vez hiciste tus necesidades y lavaste tus manos saliste nuevamente topándote con Timmy. Su espalda estaba pegada a la cabecera, en una mano agarraba firmemente su cuaderno y en la otra un bolígrafo.
Rápidamente sus ojos subieron encontrándose con tus cafés y profundos ojos, cerró aquella libreta dejándola a un lado junto a él bolígrafo para después hacer un ademán invitándote a unirte a el. Soltando una risita, corríste hasta llegar a la cama; donde te metiste entre las sábanas posicionándote junto a él.
Colócaste una mano en su pecho semidesnudo y dejabas que tus dedos trazarán diferentes cosas en él.
—Feliz cumpleaños, amor—Dijiste en un susurro mientras tus ojos corrían hasta los de el—Te amo bebé.
—Gracias cariño—Él pasa su mano por tu hombro apretando un poco—En verdad muchas gracias, por todo y por traerme a Alemania a celebrar.
—Lo que sea por el amor de mi vida—No pudiste evitarlo y una sonrisa se escapó de tus labios al igual que de los de él.
Se quedaron así un largo rato más, puesto que aquella soleada mañana era fría; perfecta para estar todo el día en la cama entre los abrazos, caricias y besos de tu novio. Pero hoy tenían algunas cosas planeadas por lo que saliste de aquella cómoda cama; comenzando a preparar el desayuno.
Una vez que los bagels estaban calientes están listos, tomaste un cuchillo comenzando a untar una considerable cantidad de queso crema en ellos, pusiste algo de tocino al lado y un jugo recién exprimido por ti. Colócaste todo en la barra, desayuno, una flor, una carta y una pequeña caja que contenía un regalo para él; oíste pasos flojos y perezosos acercarse a ti, para después sentir su cálido cuerpo chocar contra tu espalda.
—Tenía pensado llevártelo a la cama, no había necesidad de salir—Diste vuelta sobre sus brazos quedando frente a frente.
—Lo sé, pero decidí que era mejor venir a buscarlo por mi cuenta—Su voz era tranquila y áspera que te mantenía tan relajada.