Uma, era una chica realmente linda, cabello café como la corteza de un árbol, unos lindos ojos azules idénticos a el agua cristalina y la piel blanca como la nieve con peñas salpicaduras de café en ella; como sus pecas.
Era la chica más inteligente de su universidad, vivía con sus padres en Londres, siendo de las familias más prestigiosas que pueden encontrar; para Uma todo era perfecto, bueno casi todo.
—¿Por qué llegas tan tarde, Uma?—Preguntó Cory, su novio.
—Me he quedado un rato más hablando con Louis sobre nuestro proyecto, es todo—La mira del chico cambio a una expresión molesta, llena de odio.
—Sabes perfectamente que odio que hables con chicos, sobre todo si el chico es Louis—Uma, cansada de los celos de Cory suspiró sin responder.
—No tienes derecho a prohibir nada—Dijo la chica en un susurro poco audible.
—¿Qué has dicho?—Cuestionó el chico acercándose a ella con peligro, Uma no respondió—Te hice una pregunta, ¡Respóndeme!
La castaña tragó en seco mientras las lágrimas caían en silencio.
—Dije que no tienes derecho a prohibirme nada, eres mi novio no mi padre—Inmediatamente que terminó la oración se arrepintió.
Cory molesto a su comentario, la tomó del brazo dejándola en el piso, pegándole repentinamente dejando grandes moretones en su cuerpo.
—Está será la última vez que me hablas así—Le dijo limpiando la poca sangre se sus manos—¡Me oíste!
—Si, si Cory.
Era un día nuevo, era viernes por la mañana, Uma se encontraba en su habitación buscando ropa que cubriera todos los moretones que contenía su cuerpo. Gracias a Dios, era una mañana fría por lo que se colocó una chaqueta.
Al llegar a la escuela con el primero en toparse fue con Louis, quien no dudó en acercarse y saludarla.
—Buen día Uma—Besó su mejilla pero ella se apartó rápidamente de él castaño.