Parte 205

1K 126 8
                                    


Un frio recorrió el cuerpo de la reina al escuchar la propuesta de los conquistadores ¿Eran esas las palabras de un poderoso? ¿Eran esas las ideas de un guerrero?

La dragonoid comenzó a cuestionarse la fortaleza de los hombres que llamo. Mas específicamente, comenzaba a preguntarse dónde radicaba esta.

Draudillon bajo la cabeza y se arrodillo después de escuchar las condiciones impuestas por los conquistadores para tomar el reino draconico bajo su protección.

La reina entendió que ponerse al servicio de estas personas, había sido la mejor decisión de su vida. Comprendió que a Re-Estize, no le quedaba mucho tiempo de vida.

Al ofrecerles "Todo" a ellos, Draudillon se imaginó a sí mismas atada al pie de una cama para servir a sus amos por las noches. Jamás creyó que la usarían como un peon en su retorcido juego.  Como una tonta, Draudillon creyó en los documentos dejados atrás por su bisabuelo, quien describió a los jugadores como un insaciable pozo de lujuria y deseo.

Pero estos jugadores, habían demostrado ser algo más aterrador que solo demonios que sin cerebro.

Draudillon se puso de pie, camino hasta la santa que acompañaba a los conquistadores y le entrego su corona ancestral.  . Esa mujer de cabello dorado y ojos carmesí, tomo la corona con cuidado. Draudillon se arrodillo ante esa sirviente.

-Por la autoridad conferida en mí; Draudillon Oriculos, heredera de la sangre de dragón, te nombro reina de esta nación, bajo la divina protección de Ainz Ooal Gown...- dijo la santa como si recitara una plegaria, mientras colocaba delicadamente la corona sobre la cabeza de Draudillon.

Una corona otorgada por una santa junto a una bendición, esto era una coronación,  y a su vez, también era una declaración de guerra hacia el lord dragón de la brillantes. Aunque eso último, puede que los mismos conquistadores no lo supieran...

No... Por la seguridad que mostraron al momento de hacer su entrada, y por las propuestas que habían hecho, era difícil creer que no conocieran las consecuencias por lo que habian hecho. Por ello fue, que Draudillon opto por obedecer y guardar silencio, para así no causar la ira de sus nuevo maestros.

-Ahora, ve- ordeno el asesino del desierto.

Después de la improvisada ceremonia, la nueva reina corrió hacia las bóvedas junto con el primer ministro, y tal como lo solicitaron sus nuevos amos, les preparo un cuarto cómodo y amplio, donde pudieran analizar los mapas y reportes de guerra escritos en los últimos dos años.

Las puertas se cerraron, y durante varias horas, los conquistadores y la santa permanecieron dentro de la habitación, mientras Draudillon espera pacientemente fuera de ella.

El sol se ocultó. La luz  del día era ahora solo un recuerdo, y la luna gobernaba los cielos, una luna completamente llena. Durante un instante, Draudillon tuvo la idea de que los conquistadores se acobardaron y huyeron, pero dicho pensamiento duro apenas unos segundos.

Algo en esas persona no era normal, y una parte de la Dragonoid podía sentirlo. Sus presencias, eran empalagosas y extensas. Era difícil respirar al tan solo estar en su presencia. Quizas este sentimiento era el miedo por los jugadores, que Draudillon había heredado de los lord dragón.

Horas mas tarde, se abrieron las puertas de aquella habitacion, y de ella salieron los conquistadores, pero no estaban solos. Junto con ellos salieron, un hombre que llevaba puesto un elegante traje rojo, un ninja de ropajes negros, un pequeño niño de piel oscuras con las orejas alargadas como las de un elfo, y una mujer de cabello dorado y ojos carmesí, que en sus manos llevaba dos espadas cortas de color negro, y vestida con una armadura ligera que tan solo le cubrían el pecho y una pequeña porción de la parte baja de su cuerpo. De los 4 nuevos personajes salidos de la habitacion, esa mujer era la unica que no llevaba consigo una mascara, y al acercarse un poco mas a Draudillon, la reina reconocio a esa mujer.

Llevaba consigo una sonrisa vulgar, casi lasciva. Sus ojos parecían perdidos mientras ella se hundia en una desconocida fantasia.

Era la santa que corono a Draudillon, pero ya no quedaba en ella ningun rastro de aquel aire sagrado.

La reina se perdió en aquella extraña mujer y los otros  que acompañaban a sus nuevos amos. Tan confundida estaba, que ni siquiera noto cuando se habían acercado sus amos hasta que ya fue tarde.

-Vendrás con nosotros- Dijo el hechicero negro a Draudillon.
.
.
.
Los conquistadores habían hecho a Draudillon atravesar un portal negro. Ellos ya habían decidido donde llevarían a cabo su primer ataque, desde donde comenzarían la masacre. Draudillon reconoció el lugar, era uno de sus dominios.

Ahora mismo, la reina y los conquistadores, gracias a la magia de Ainz, se encontraban sobre volando el pequeño poblado que Draudillon sacrifico a cambio de una victoria...

-ahhhh...- un suspiro tembloroso salió de la boca de Draudillon al ver que Cerebrate no había sido capaz de realizar un milagro. Suspiro, sintiendo la muerte tantas personas, y su dolor fue rápidamente capturado por los demonios que se regocijaron en un dolor tan sincero y puro.

Los demi-humanos se encontraban cocinando los cuerpos de sus víctimas. Otros más parecían estar divirtiéndose con algún desafortunado sobreviviente, pues los conquistadores y la reina pudieron escuchar el grito desgarrador de un humano a lo lejos. Para sorpresa de nadie, Draudillon cerro los ojos y lloro.

-Es difícil es muy difícil cargar con las vidas de tantas personas. Y tomar una decisión que inevitablemente llevara a que tantos mueran, es algo con lo que muy pocos pueden cargar- dijo TouchMe desde el interior de su disfraz al ver como lloraba la reina. –Pero aun si es difícil, míralos, miralos y recuerda esta escena. Es tu culpa y es algo que no puedes cambiar-

Creyendo que era un castigo, Draudillon abrió sus ojos sin protesta, y contemplo la grotesca escena que con sus decisiones había causado. Pero se había equivocado con las intenciones de sus amos.

-Mira bien este infierno y conviértelo en tu fuerza. Asegúrate de que jamás se repita...- dijo TouchMe, dejando en claro que esto no era un castigo.

Draudillon solo se encontraba aquí, para presencia que sus nuevos amos, no eran algo con lo que ella pudiera jugar. Pero antes de que los supremos comenzaran a jugar, habia algo que tenian que probar.

Aura, la elfo que acompaño a los supremos dejo al descubierto dos guantes metálicos, uno blanco y otro color negro,  esto lo hizo como gesto para decirle a sus amos que estaba lista.

-Clementine, no tienes que tener ninguna consideración con los invasores de nuestro nuevo reino. Date gusto- dijo Momonga a la asesina, a la que le habían otorgado el nuevo equipo que tanto había ansiado.

La asesina sonrió. Se inclinó ligeramente y agradeció.

-Espero estar a la altura de sus expectativas, Momonga-sama- fue lo ultimo que dijo Clementine, antes de liberarse del hechizo de vuelo lanzado sobre ella.

Como un gato, la asesina cayo al suelo, apoyada en sus pies y manos para amortiguar la considerable altura de su caída. Pero sin un solo rasguño, hizo entrada Clementine en el campo de batalla.

-Llego el momento de que enfrenten su destino, criaturas arrogantes y pecadoras- dijo gentilmente Clementine a los demi-humanos que confundidos la veían. –Ahora...- Clementine abandono  el tono dulce que sus amos le habían ordenado mantener durante la misión. Se despojó de su rostro amable, y ese título de santa. Dejo que su otra naturaleza tomara el control. -¡Ahora! ¡¡¡Arrodíllense ante los verdaderos dioses, sucios demi-humanos!!!- grito enloquecida, Clementine, y como un rayo se lanzó hacia el primer demi-humano que se acercó a ella.

La bestia se sujeto el cuello en el suelo, intentando inútilmente detener el sangrado.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora