-Vaya...- El señor de la tumba exclamo con sorpresa al ver hasta donde lo habían llevado sus pasos.
Sin darse cuenta, había abandonado el noveno piso a pie, y caminando a través de los pasadizos secretos. Y quizás impulsado por ese renovado sentimiento de melancólica que nació en él tras recordar a su compañera, Momonga llego al lugar que las creaciones de Bukubuku resguardaban.
Momonga se encontraba en el bosque del sexto piso, el área del coliseo. En estos momentos Mare debería estar descansando, el terreno para la construcción de la nueva ciudad estaba terminado y ahora las responsabilidades del elfo oscuro se habían reducido.
¿Y si se daba el tiempo para saludarlo? No perdía nada con ello, y en estos momentos se sentía especialmente necesitado de compañía. Con ese pensamiento en su mente, y ese sentir en su pecho, el overlord se encamino hacia el coliseo. Pero oh sorpresa; a cada vez que se acercaba, el sonido de una batalla se hacía más claro.
No había sonado ninguna alarma, y en estos momentos no debía haber ningún prisionero en las celdas que estuviera practicando con sus no-muertos ¿Entonces quien combatía? Cuando Momonga entro al coliseo, vio a los dos guerreros que se batían en duelo y encontró su respuesta.
Las flechas volaban a gran velocidad, y eran cortadas en pleno vuelo por una espada sagrada. En el centro de la arena combatían una espadachín, y un arquero a una muy corta distancia, y aunque la lógica dictaba que debía ser todo lo contrario, quien parecía estar ganando era el arquero, pues a diferencia de su enemiga, el estaba fresco e intacto, mientras que la espadachín estaba herida y visiblemente exhausta.
"¿Una pelea marital?" se preguntó Momonga al ver al matrimonio sostener una batalla tan brutal.
-¿hm? ¿Momonga-sama?-
Pavel salió del transe en el que estaba y concentro sus agudos ojos en Momonga. Grave error, pues Rena aprovecho el momento y apoyada con artes marciales dio una abanicada a su esposo, con la suficiente fuerza como para mandarlo a volar.
Era una suerte que Rena hubiese ocupado la parte sin filo de su espada o Pestonya hubiese tenido que recoger los pedazos del arquero.
-¿Qué fue eso?- pregunto molesta la paladín.
Con las fuerzas que le quedaban al arquero, levanto su mano y apunto su dedo a la espalda de su esposa.
-¿Momonga-sama?- al ser consiente de la presencia de su amo, Rena le reverencio.
-¡Momonga-chama!- se escucho un grito viniendo de las gradas.
Sentada en un lugar que habían desocupado los golems, Ran y Aureole observaban la escena.
La hija de los Baraja festejaba la llegada del overlord mientras Aureole intentaba calmarla.
Mare bajo de su habitación apenas escuchar el nombre de su amo, con un salto salió de su habitación y de manera torpe aterrizo en la arena, causando una enorme polvareda. Según contaban los npc, Rena y Pavel querían entrenar, y aunque al principio les ofrecieron los no-muertos autogenerados por la tumba, estos no resultaron ser rivales para un arquero como Pavel, ni una paladín como Rena. Ello llevo a que eventualmente ambos se batieran en duelo, sabiendo que tanto Mare como Aureole podrían sanar sus heridas.
Aureole se disculpo por no informar antes a Momonga, y revelo que el permiso para transferirse al coliseo lo había obtenido del coordinador temporal de la tumba.
Pavel y Rena revelaron que su motivación para querer entrenar era ampliar sus horizontes, y quizás reconsiderar las razas que elegirían para pasar siglos junto a su hija, quien a su vez aprendían como era que sus padres se ganaban la vida.
-Lo entiendo, aun así ¿No es un poco extremo para un entrenamiento?- pregunto Momonga al matrimonio una vez comprendido la situación.
Marido y mujer se miraron uno al otro con vergüenza y revelaron que en su relación esto era bastante normal.
Pese a creer que eran las personas mas serias y centradas que había reclutado hasta ahora, los Baraja no resultaron muy diferentes a los demás "¿Es que todos los fuertes tienen que ser tan raros?" se pregunto el overlord que se acababa de aficionar a coleccionar humanos.
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Tsa no podía abandonar su fortaleza; la amenaza a su vida había causado demasiados estragos en él, y por ello, en lugar de negarse obstinadamente a obedecer las ordenes de un enemigo, y declararse por encima de los jugadores al atacar con su verdadero cuerpo, acepto la situación sin más.
El lord dragón mas poderoso del mundo tenia miedo, y aunque no quería admitirlo, había buenas razones para tenerlo, y es que, era probable, que el enemigo natural de los dragones hubiese pisado este mundo.
Y quizás fuera ello, ese miedo a sus nuevos enemigos lo que lo había llevado a tomar un camino que no deseaba tomar, pero que ahora, se veía necesario.
-¿Qué es esa patética forma, Tsa?-
Cure Elim, un dragón no-muerto, con un cuero compuesto por decenas de miles de cadáveres, vio de mala manera la armadura de adamantina que se presentaba ante él. Después de perder su armadura platinada, y al no ser confiar de usar las que tenia en reserva, el lord dragón de platino uso como marioneta este viejo tesoro escondido cerca de la guarida del lord dragón no-muerto.
-¿Es cierto que la reina de las hadas no nos ayudara?- pregunto la armadura sin darle respuesta al dragón que le miraba como una molestia.
-¿Ellos destruyeron tu armadura?- pregunto, el tercer dragón mas fuerte del que se tuviera conocimiento.
-Responde-
-Tomare tu silencio como un sí, y te diré que el hecho de que no hayas venido a verme con tu cuerpo real, explica bien porque esa maldita decidido esconderse al igual que tú, vaya cobardes-
-¡¿Te atreves a compararme con los sucios jugadores?!-
Pese a provenir de un contenedor tan patético, un aura poderosa cubrió la sala, e hizo consciente a Cure Elim, que sin importar de que manera estuviera presente, estaba hablando con el lord dragón más poderoso.
-No peleara, a favor de nadie. Y viendo que ni siquiera tú eres capaz de venir en persona, entiendo la razón- respondió el dragón no-muerto.
-¿No vino ella a decírtelo en persona?-
-No, mando a su esclava-
Que la reina enviara a una de sus mas amadas seguidoras con un dragón al que no le interesaba matarla, demostraba bien la amenaza que eran los nuevos jugadores. Ni siquiera ella se atrevía a salir de su fortaleza.
La armadura bajo la cabeza y Cure Elim enfureció ante tal gesto.
-¿Qué demonios esta pasando? ¡¿Por qué tu entre todos pareces lamentarte de que esa maldita se niegue a ayudarnos?! ¡En otros tiempos tu mismo impediste que se hiciera cargo de los reyes de la codicia!-
-Porque esto es diferente... porque al fin llegaron esos malditos... el enemigo natural de nosotros los dragones-
Una leyenda era heredada entre los dragones. Antes de que apareciera el hombre que logro dar muerte al dios dragón, uno joven, uno de nivel bajo que recién había obtenido su titulo la noche que todos fueron transportados, dio muerte a varios emperadores, aun cuando no contaba con tesoros tan poderosos como los de otros jugadores.
Aquella persona, se hacía llamar, el campeón del mundo, y antes de morir, aseguro, que había otros 8 como él, y otros 9 peor que él.
Personas invulnerables a la magia salvaje, debido a un titulo que les confería la potestad sobre el poder del mundo, y, por tanto, les hacía enemigos ideales para asesinar a los dragones.
Cure Elim guardo silencio, ni siquiera quería escuchar que tales seres existían realmente, ya que si lo hicieran... si realmente esas personas existían, significaba que los dragones no eran quienes tenían la potestad sobre este mundo.
-Tu estas fuera de su alcance, seguramente nadie mas que los dragones y la reina sepamos que sigues con vida. Elim, infórmale a los demás de la situación, y por el amor a nuestro dios, asegúrate de que entiendan, que debemos esperar el momento oportuno para atacar todos juntos si queremos tener una sola oportunidad-
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Overlord: Trinidad Caps 170-???
FantasyEsta es la historia de Overlord trinidad, las partes que siguen