Parte 210 1 de 2

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Crecí rezándole a las estatuas de aquellos jugadores, creyendo que ellos podrían alejar las pesadillas y erradicar de mi corazón el miedo...

¿No era eso lindo? ¿Que una niña criada para temer  buscara con suelo en aquellos que buscaban esparcir el miedo? Aun puedo ver a esa niña arrodillada, suplicando con todo su corazón que fueran exterminados aquellos monstruos que poblaban sus pesadillas.

Y hoy que veo ese deseo cumplido, le pregunto a esa niña ¿Es esto lo que querías?

El campo se encontraba repleto de demi-humanos empalados. Otros murieron hervidos en sus propios jugos sin haberse podido inmolar contra el fuego negro. Y aquellos más desgraciados, fueron desmembrados por el imparable ejército de demonios.

Al final, sí fueron los dioses quienes cumplieron mi deseo, pero no fueron aquellos a los que esa niña rezaba.

Y ahora que abandonamos ese campo, y sobrevolamos la más grande y poblada ciudad demi-humana, le he de preguntar a mis manos.

-¿Debo  bajar y hacerles conocer el filo de las espadas?- pregunte al gran maestro de la muerte, al ser temido por los más poderosos demonios y dioses.

-No- Respondió el overlord.

Mi cuerpo tiembla ante solo la idea de imaginar la clase de horror desencadenaran mis amos sobre esa ciudad, si el monstruo para dicha tarea no soy yo.
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El cadáver del aventurero y sus compañeras, se encontraba ahora resguardado en Nazarick, al igual que el de los hombres gacela, los cuales fueron expresamente pedidos por Ulbert para su hijo. Dado que serían los demonios los encargados de esos demi-humanos, TouchMe no presento ninguna queja.

El primer objetivo de esta misión, el ejercito del norte, el cual Draudillon y Demiurge habian señalado como una prioridad había sido completamente erradicado. Ese ejército íntegramente formado por demi-humanos fue masacrado hasta que no quedo uno solo de ellos. Era momento del siguiente paso.

Era gracioso. La ciudad sobre la que sobrevolaban los seres supremos era enorme, pero apenas había antorchas encendidas. Eran pocas y contadas las áreas iluminadas de la gran ciudad.

Esta era, la primera ciudad demi-humana fundada en territorio del reino draconico, un símbolo de poder. Hogar de 53 mil demi-humanos organizados. La quinta ciudad no-humana, más grande y poblada del continente.

Por sus calles paseaban, madres con sus hijos, soldados manteniendo el orden. Parecía ser un lugar pacifico, de no ser por el mercado en el centro de la ciudad, lleno de cadáveres humanos.

Draudillon ni siquiera pestañeo al notarlo. Ya muchos informes habían advertido sobre esto. Clementine sintió repugnancia al ver lo que estas bestias hacían cuando se les dejaba campar a sus anchas

-¿Debo  bajar y hacerles conocer el filo de las espadas?- pregunto la asesina a su amo.

-No- respondió de manera seca el overlord y miro a sus compañeros.

-Hay niños, mujeres, civiles en general. Personas que podrias considerar inocentes ¿En verdad estas bien con esto?- pregunto Ulbert a su compañero, sin ocultar su ansia por continuar con el plan.

-Draudillon, si mis ojos no se equivocan ¿Eso de ahí es una granja de humanos?- pregunto TouchMe y señalo algo parecido a un cárcel dentro de la ciudad.

-Si- respondió la reina sin dejar que se le escapara su dolor.

-Entonces también hay humanos, mujeres, niños y ancianos. También ellos sufrirán por esto. Para liberar el dolor de esos prisioneros, y para que los demi-humanos paguen sus pecados, esto debe pasar- respondió TouchMe a la pregunta del demonio. –Quémala toda- agrego.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora