Parte 253

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Draudillon debió reconocer su error. La imagen que tenia de sus amos, estaba muy lejos de la realidad.

Cuando se le dijo que sería llamada en algún momento durante los siguientes días, Draudillon se imaginó avanzando en lencería hasta la alcoba de alguno de sus señores.

"Que arrogante de mi parte" pensó la reina.

Sus nuevos señores no salvaron al pueblo Carne o al reino draconico solo para poder gozar de sus mujeres. Y sus planes iban más allá de una simple conquista por la fuerza.

"¿Quién lo hubiera dicho?" se dijo Draudillon mientras veía el vestido que preparo improvisadamente para la reunión a la que sus amos la invitaron.

La primera cumbre internacional en muchos, muchos años.

-Esta apariencia tan frágil e infantil ¿Crees que sea apropiado presentarme asi?- pregunto la reina a su ministro.

-Creí que ya habíamos superado esto su majestad. Esa apariencia es la mejor para toda clase de eventos. Si usted quiere estar preparada para cualquier eventualidad, esa apariencia es la mejor- respondió el anciano ministro.

-Esta apariencia siempre ha resultado ventajosa al momento de apelar a la caridad de otro. Resulta efectiva para motivar a las tropas y ganarme el favor de hombres y mujeres, es cierto. Pero me pregunto si es la apropiada para esta reunión. Después de todo, voy a reunirme con ese mocoso y con Ramposa; si nuestros nuevos señores acaso declarasen una guerra ¿No sería malo para la imagen de nuestro imperio que una niña se encuentre presente durante tal declaración?-

-Considerando el poder de nuestros señores, aun si un bebe llevara la corona del reino Draconico, no hay enemigo que pudiera resistirse al miedo ante tales palabras- declaró el ministro.

Draudillon recordó las lágrimas que ella misma lloro por sus enemigos. Ella que había presenciado en el poder de los emperadores debía respaldar las palabras del anciano.

-Supongo... que tienes razón-

La reina clavo su mirada en la corona sobre su cabeza. El oro, las gemas... ahora todo se sentía ligero. Ya sin la guerra contra los demi-humanos, ya solucionada la falta de fondos, y estando bajo la protección de esos nuevos amos... por primera vez en su vida, Draudillon se sentía cómoda usando la corona.

El ministro se acercó y arreglo los últimos detalles en las vestimentas de su señora. Poco después una puerta negra se abrió para ambos.

Era hora.
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Hace no mucho, el mundo no era tan complicado. Re-Estize y Baharuth sostenían una guerra con un claro vencedor.

El lord dragón de Platino gobernaba a los suyos y cuidaban al mundo de cualquier insensato jugador.

El reino draconico sobrevivía contra los demi-humanos, el reino santo se ocultaba tras su muralla.

Hace no mucho el mundo no era tan complicado.

Una vez frente a la puerta dorada de esta fortaleza, los gobernantes pudieron comprender como debieron sentirse aquellos regentes que se enfrentaron a los reyes de la codicia.

Enri toco la puerta de la sala cuatro veces, y tras eso, una voz, una poderosa y conocida voz dio permiso para que los visitantes entraran.

La joven campeona abrió las enormes puertas doradas, y dejo a Ramposa y El Nix, encarar a quienes habían vuelto al mundo más complicado.

Sentados en tres tronos negros, los emperadores los recibieron.

Un asesino del desierto con el rostro cubierto. Un monje zen, con su báculo de plata y un casco hecho de paja. Y en medio de ambos, el que se presumida como líder de los tres, el hechicero negro, que en sus manos llevaba un bastón de hierro negro.

"Hemos sido lentos" pensaron Ramposa y El Nix, pues vieron que aquellos no estaban solos en este lugar.

"¿Cómo lo lograron?" se preguntaron Kirie y Saikano al ver quienes acompañaban a los emperadores.

Puede que los emperadores hubiesen sido desconocidos hasta hace un par de meses. Pero quienes estaban detrás de ellos, no.

A la izquierda de la sala se encontraba Cerebrate, el único aventurero de rango adamantina del reino draconico, acompañado por 4 demi-humanas enmascaradas.

A la derecha, se posiciono la campeona de Carne, justo al lado de una santa de cabello dorado, que encajaba perfectamente con la descripción de una criminal buscada de la teocracia llamada Clementine.

Una criatura esbelta al fondo de la sala, de largo hocico y con dos enormes cuernos sobre su cabeza. 3 aventureras adamantina estaban aquí, no había forma de que no reconocieran a aquella creatura con enorme fortuna por su cabeza. Baffarot, el líder de los hombres gacela.

Y si solo el poder físico no fuera suficiente, ocultos en una esquina se encontraban Lizzie y Nfirea Bareare, los dos genios farmacéuticos de E-Rantel.

Pero más impresionante, más aterrador resulto ver a la derecha e izquierda de Ainz, al matrimonio de guerrero Bajara. Pavel llevando en su espalda un arco de aspecto maldito, y Rena, apoyada en una enorme espada blanca que había clavado en el piso.

Por último, la que quizás llamo menos la atención, pero cuya presencia era importante, fue la mujer sentada en un trono blanco a la izquierda de la sala.

Draudillon llevaba puesto un largo vestido blanco hasta los tobillos, gemas invaluables decorando su cuello, y una fina corona sobre su cabeza, que demostraba su autoridad como reina.

En esta espaciosa  iluminada con magia, había sido reunidos algunos de los guerreros más renombrados del continente.

Resultaba aterrador, resultaba desquiciado pensar que esos ya poderosos gobernantes, hubiesen incrementado tanto su poder militar.

El hechicero levanto su mano y la apunto a los recién llegados.

"¿Para esto vinimos?" se preguntaron el rey y el emperador, sintiendo que el fuego pronto los consumiría...

-[Tronos]- recito el hechicero.

Frente a ellos aparecieron dos tronos iguales a donde los tres emperadores estaban sentados. 

-Por favor, tomen asiento- pidió amablemente el asesino del desierto-

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora