Parte 312

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Mientras el filo le atravesaba el pecho, y la sangre le subía por la garganta, Aureole agradeció.

"Me alegro" se dijo mientras su alma misma era herida. "Me alegro" se repetía.

"Me alegra que seas a mí a quien hayas elegido" le dijo desde el fondo de su destrozado corazón, a la parca que le daba muerte.

"¿Esto se siente morir? Que extraño... se siente... tengo miedo... ¿Por qué tengo miedo? Jaja... que extraño..."

-¡Aureole!-

"Jamás hubiese podido experimentar esto al lado de Rubedo-sama... gracias, niños. Ahora entiendo porque las personas no quieren morir..." Fueron estos, los últimos pensamientos de la guardiana antes de que su HP cayera a 0.

La muerte nacida de la magia de aquella niña, satisfecha por su labor, desapareció. Se convirtió en polvo y se dejo llevar por el viento que corría por esta estepa iluminada por la luna.

-¡Murió! ¡Padre! ¡Aguanta, nosotros...!

Los tres hijos de Drauko, que desde la distancia veían a su padre debatirse entre la vida y la muerte frente a esas dos creaturas, perdieron el aliento.

La ruptura del alma, una magia de super nivel, nacida a partir de una magia salvaje, tenia el efecto de negar la resurrección por objetos o habilidades raciales. Aun así... la vida de Aureole se disparó. Estaba en 0, completamente en cero, pero antes de caer al suelo, la recupero toda de golpe.

La herida de su pecho, las rasgaduras de la tela, todo comenzó a volver a como era antes, incluso los cabellos cortados por la guadaña, regresaron a su lugar.

-¿Cómo?- se preguntaban los aterrados hijos del dragón.

Entonces... ¿Era ella? ¿Era esa persona? La mujer que había estado apoyando a esos monstruos esta noche... ¿Era Kanon?

"No hay acto mas noble que dar la vida por tus compañeros" Repitió dentro de si Aureole el credo, la idea bajo la que se regia el octavo piso y su guardián, Victim.

"Por favor perdóneme, Ishida-sama... he muerto por mis compañeros sin su permiso... Por favor perdóneme, por dejar que su hermana muera una segunda vez..."

-[La piedad del templo]- recito Aureole uno de los pocos hechizos a su disposición capaces de sanar a los no-muertos.

Segundos después de recitarlo, apenas Shalltear regenero su brazo y recupero la lanza, se escucho el sonido de la muerte en forma clara.

Aureole no tenía por qué voltear para saber, quien había hecho tal sonido, o porque.

-Supongo que ha sido todo... la verdad, lo hicieron bien. Ahora ¿Por qué no...?-

-[¡La caída de los tronos!]-

La hija nacida del dragón y el ángel eligió ese preciso momento para terminar. Tras creer que al fin habían alcanzado la victoria, una segunda magia más allá de la comprensión se desato, y en lugar de degustar la victoria, lo único que recibieron los guardianes fue el sabor de la sangre en sus bocas.

Seres de figuras amorfas, claramente destrozados, visiblemente heridos, aparecieron detrás de la los híbridos y expulsaron un monstruoso alarido.

Los guardianes quedaron aturdidos. Tenían ítems con protección contra las alteraciones, la propia Aureole era inmune a esa clase de maldiciones, pero...Claro, esto no era una maldición. Todo lo contrario.

-[¡Divina aceleración de flujo!]- en un parpadeo, Arue, la mitad espíritu que arrojo la magia de muerte, apareció frente a Shalltear y retiro el cuerpo empalado de su padre de la lanza.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora