Parte 185

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Cuando los camino de la druida, la paladín y el arquero se cruzaron de nuevo, eran personas diferentes.

En esa época, un gran número de soldados fueron requeridos para controlar la sobrepoblación demi-humana al otro lado de la muralla, y también fueron convocados un gran número de sanadores, más para aumentar la moral en el campo  que para salvar a las escasas victimas que los monstruos no devoraban.

Y una noche, de forma impensable, dos leyendas del campamento llegaron juntos. Al mismo tiempo. Ensangrentados y al borde del colapso. Parecía impensable que aquellos dos hubieran resultado así de heridos, pero los ojos no ocultaron la verdad.

Ese día, después de muchos años, Lucia vio de nuevo al niño del arco y la chica del gato. Los capitanes Rena y Pavel volvieron al campamentos después de sus unidades fueran completamente aniquiladas

¿Qué había pasado? Se preguntaban todos al ver tales guerreros tocando las puertas del cielo.

Los ángeles debieron tocar las trompetas, pues en ese momento el campamento entero entro en pánico.

"No hay suficiente comida" No hay suficientes armas" "¿Dónde está el rey?" las quejas de los soldados se acumularon frente a los escritorios de los generales.  Un levantamiento parecía inevitable, pero al día siguiente de volver, después de incansables tratamientos con pociones, medicinas, hechizos de alto y medio rango, aquellos dos, la paladina y el arquero se levantaron de sus camas y tomaron las armas.

Sacerdotes, druidas, generales y nobles quisieron impedir que aquellos dos rearmaran sus unidades y partieran de nuevo a una batalla a la que por conveniencias políticas ya no debían regresar.

Poco o nada importaron las protestas. Esa misma tarde, después de ver las inconformidades de los soldados que incitaban un levantamiento, los dos capitanes escupieron a los líderes y partieron solos hacia la batalla.

"Valor" "Deber" "Entrega" esas eran las razones por las que se creía, Pavel y Rena volvieron al campo aun a pesar de su débil estado.

Pero era mentira. Ambos deseaban algo más simple.

Morir.

Lo vio en sus miradas, aquellos ya no estaban peleando por  nada más que la pura inercia. No tenían interés en ganar o en morir. Rena solo pensaba en el código de la orden, un manual que le enseño a existir sin tener que hacerse muchas preguntas. Mientras que Pavel solo persiguió a sus instintos que le ordenaba luchar, correr y comer. Pero ninguno de los dos tuvo una razón personal para continuar. La vida no tenía sentido. El dolor era irrelevante. No tenían motivos para morir ni razón para vivir. Sencillamente estaban llevando una existencia vacía, y se dieron cuenta de ellos tras ver caer a sus equipos, a sus amigos...

El levantamiento de los soldados fue evitado gracias a la confusión. Aquella actitud suicida fue ocupada como estandarte de la lealtad y el deber.

Aun así, se determinó que ambos capitanes que habían partido en completa soledad, serian severamente castigados. La desobediencia no era perdonada. Deberían enfrentar un juicio marcial, pero aquella idea se fue al caño, cuando 5 días después de su partida regresaron con una importante noticia en sus bocas, y cabezas de dos importantes líderes en sus manos.

¿Qué era lo que vio Lucia ese dia en ellos dos? Las ganas por vivir aun no existían en esos ojos, pero el deseo de morir ya no se encontraba por ninguna parte.

Como medida de preocupación, y mientras se confirmaba que hacer con ellos, ambos fueron encerrados en una celda, juntos, con la excusa de brindarles tratamiento y aislarlos en caso de que hubieran adquirido una enfermedad por su exposición a tantos cadáveres.

Y esa noche, cuando estaba por ir a dar las atenciones nocturnas a los dos prisioneros, Lucia escucho las voces de aquellos callados oficiales.

-¿Cómo te llamas?- pregunto de manera curiosa Rena al arquero.

Y aun que dicha pregunta pareciera una broma después de lo que aquellos dos vivieron juntos, Pavel no parecio tener problemas en responder.

-Pavel-

Ambos se presentaron, como si todo ese tiempo que estuvieron juntos nunca hubiese pasado.

Ello hizo preguntarse a la druida ¿Qué habían hecho todo ese tiempo en el bosque? ¿Sobre qué hablaron durante tantos días peleando lado a lado?

¿Qué clase de relación habían forjado? ¿Amistad? ¿Amor? Fueron pensamientos infantiles...

Lucia los escucho toda la noche hablar. De inquietudes, inseguridades, de miedos y traumas.

Eran parecidos, sus vidas eran parecidas, a tal punto que solo entre ellos podían entenderse de una manera en la que nadie más podría.

Y cuando uno creería que ambos saldrían de ahí, convertidos en la pareja que eran hoy en día... lo cierto fue, que durante muchos años no se volvieron a ver ni cruzaron palabra. Aquella noche no fue para ellos algo especial. No significo una conexión si no un momento de profundo y extenuante dolor.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora