Parte 207

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Durante las noches, nuestra madre nos narraba historias sobre los monstruos, los nomuertos y los demonios; creaturas nacidas con el único propósito de devorar, exterminar y atormentar  a los humanos. 

Recuerdo haber tenido pesadillas sobre aquellas creaturas, aun antes de conocerlas. Me imaginaba deslizándome en sus gargantas,  hundiéndome en la oscuridad oculta en sus fauces. Finalmente despertaba sudando sobre mi cama.

Pero cuando finalmente encare a uno, a un demi-humano de las montañas; este huyó despavorido al ver que llegábamos a su aldea. Pensé en ese entonces que los demi-humanos temían la ira de los dioses. Pensé que eran las divinidades a quienes rezaba, las responsables de que durante mi estancia en la escritura negra, esta jamás perdiera una batalla.

Pero estaba equivocada.

Fue el miedo a nuestra fuerza lo que provocaba las prontas retiradas de los enemigos. Era el miedo la razón por la que ninguna especie se atrevía a atacar directamente a la teocracia. Y era el poder a los descendientes de los dioses y las armas, el origen de ese miedo.

¿Usted lo sabía verdad? Momonga-sama... usted sabía lo que pasaría al dejarme libre en este campo lleno de enemigos, con estas armas en mis manos.

Lo veo en sus ojos. Se debaten si es mejor morir por el fuego o el acero.

Esta noche, no soy yo quien grita por el miedo...
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Un destello carmesí era todo lo que los demihumanos podían ver de Clementine.  El fuego negro emitía una luz agradable, que terminaba por reflejarse en los ojos de la asesina; era eso lo que los demihumanos veían antes de morir... si tenían suerte.

Clementine debió pensar que era gracioso, que un fuego negro iluminara el terreno ¿Había alguna lógica detrás de eso? Por supuesto, no aspiraba a comprender el poder de los dioses, pero  como humana no podía evitar tener el deseo de saberlo.

-¿Tú que piensas? ¿Es normal que el fuego negro emita luz? ¿O los dioses iluminaron el fuego para que yo y ustedes pudiéramos verlo?- le pregunto Clementine a un jefe tribal sobre el que estaba parada.

-Piadoso padre, guía mi camino hacia...- por supuesto, el demi-humano no tenía siquiera una idea de lo que la asesina estaba hablando, y dedico su último aliento a rezar a su dios.

Al darse cuenta del inútil que había sido hacerle al demihumano esa pregunta, Clementine le reventó la cabeza con el tacón de su bota, quizás para que no pudiera dar testimonio de que alguna vez hubiera ocurrido ese vergonzoso momento.

La asesina observo, como en el breve momento de descanso, los demihumanos se reunían y organizaban como podían. Desesperados arrojaron fuego y maleficios sobre la mujer.

Otros más inteligentes, buscaron reducir la velocidad de la asesina para que los demás ataques pudieran acertar. Pero pobres desgraciados... no sabían que esa fue una de las primeras contramedidas que los supremos habían tomado. Los anillos de Clementine, dos de ellos estaban destinados  inmunizarla ante cualquier reducción en su velocidad o fuerza, ya fuera por hechizos o cambios en el terreno. Los dedos de Clementine, eran adornados por raros y costosos tesoros, que la hacían invencible para cualquier ejército convencional. 

El conocimiento y riquezas acumulados a lo largo de los años por los seres supremos, convirtieron a Clementine en algo digno de vivir al interior de gran tumba de Nazarick.

-Aura ¿Cuánta?- pregunto Momonga a la pequeña elfa oscura con el par de guantes metálicos.

-Ocho mil hasta ahora, Momonga-sama- respondió la elfo oscuro, portadora de Generosidad y avaricia, un ítem mundial capaz de capturar la experiencia.

Durante toda la batalla, Clementine había matado ya a más de mil demi-humanos.  Si consideraban el nivel de Clementine que era superior a cuarenta y lo comparaban con la experiencia reunida, los demihumanos del ejército debían estar todos rondando el nivel 10. Algunos líderes estaban en el nivel 20 a 25, y después de la reducción de experiencia por la diferencia de niveles, cada uno de ellos dio alrededor de 6 a 20 puntos de experiencia cada uno. Una cantidad ridículamente baja. Pero con esta experiencia reunida, ya se había cumplido uno de los más grandes objetivos de los supremos. Seis mil puntos de experiencia era lo que le faltaba a Ulbert para tocar el nivel 101 si es que este existía en este mundo.

-Eso es suficiente, Momonga, pasamos a la siguiente parte- dijo TouchMe apresurado.

Momonga y sus compañeros hubiesen podido aprovechar este momento para reunir más experiencia. Si tuvieran tiempo, habrían dejado a Clementine aniquilar a todo el ejercito para reunir la experiencia. Pero tiempo era precisamente lo que no tenian.

El Overlord hizo una nota mental. Después, cuando tuviera la oportunidad, crearía una masacre  usando a Enri y los aventureros resucitados de Nainer que habían perdido algunos niveles. Asi podrían usar la experiencia para subir de niveles a Enri, khajiit o Clementine.

-Bien, Demiurge, parece que Clementine ya se divirtió lo suficiente. Te toca- dijo el demonio cabra a su hijo.

Detrás de su máscara, Demiurge sonrió desde el fondo de su corazón, lleno de alegría por la orden de su padre, pues al fin podría mostrarle la magnitud del poder que este le dio.

-Solo no juegues demasiado con ellos, tenemos algo de prisa-

-Diecisiete ciudades en una noche, lo entiendo. Lo hare apropiadamente-

Demiurge bajo al campo de batalla gobernado por Clementine.

Draudillon miro al hombre de traje caer el campo, mientras se preguntaba qué nuevo mal habían liberado sus nuevos amos...

Clementine escucho la caída del demonio y vio de reojo como este cayo en el mismo punto exacto en el que ella lo habia hecho antes. La asesina se encontraba asesinando a una larga fila de demi-humanos, pero ale scuchar que ese demonio toco el campo, comprendio que su misión se habia terminado aquí.

Clementine desapareció de la vista, y en un instante reapareció arrodillada a los pies de Demiurge.

-Los seres supremos se encuentra complacidos, buen trabajo, pero ahora es momento de hacer las cosas un poco mas rápido-

-Entendio, Demiurge-sama- respondio la asesina. –[Fly]- y activo la magia de uno de sus objetos para volver con los seres supremos.

Los demi-humanos, desconfiados, se mantuvieron en sus posiciones. La humana que les había estado masacrando por fin había abandonado el campo, pero en su lugar ahora se encontraba un ser extraño, que por alguna razón les provocaba un intenso miedo y asco. Los que tenían el olfato más agudo, podían el azufre oculto tras los perfumes caros.

El traje hecho con un material desconocido. La máscara negra que parecía ocultar una exitencia perversa...

-Por favor, les suplico, pongan algo de resistencia- dijo Demiurge con gentileza, y por efecto de sus habilidades, esta llego a los demihumanos encerrados en el muro de su padre. –[Pandemonio]-

Tras recitar el hechizo, los demihumanos se preguntaron ¿Qué habían hecho para merecer esto? Desde su perspectiva, ellos se encontraban librando una lucha por la supervivencia. Desde su punto de vista, no eran diferentes a los humanos cazando monstruos y ocupándolos como comida.

Un ejército comenzó a materializarse al rededor del guardián. Débiles y veloces sirvientes de nivel veinte.
Esta era una de las muchas razones por las que era tan importante mostrarle a Draudillon que eran humanos. Pues si un hombre insecto, un demonio y un overlord hubieran invocado este ejército, entonces la reina desconfiaría demasiado de ellos.

Pero saber que eran humanos, no impidió a Draudillon preguntarse ¿Qué tan fuertes eran en realidad sus amos? ¿Cómo es que habían logrado dominar a estos seres y volverlos sus subordinados? Ahora la reina dudaba de las historias de los dragones derrotando a los jugadores. Los tres no habían actuado aun, y la dragonoid ya sentía que cualquier resistencia contra ellos era una batalla perdida.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora