Parte 171

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Los conquistadores desaparecieron a través de las puertas negras. Los pobladores, los supervivientes de E-Rantel comenzaron a producir un murmullo  colectivo, en el que las palabras contribuían para producir un discreto disturbio.

El segundo príncipe no tardo en esconderse dentro de su tienda, acompañado por el gran marques que le servía de aliado. Sin saber la razón por la que lo hacía, la gente comenzó a tacharlo de cobarde.

Lakyus sabía que de no actuar ahora y contener a la población podría producirse un levantamiento sin líderes ni objetivos, que provocaría una violencia generalizada por todo el campamento. Solo se derramaría la sangre de personas inocentes si no hacía algo para calmar los ánimos.

Pero en estos momentos, la sangre noble de Lakyus  le impedía ser de utilidad, pues la gente no la vería como la aventurera de rango adamantina que tanto había hecho por la gente del reino, si no como la noble de un reino, que muchos de los aquí presentes estaban por abandonar.

Cuan horribles y persuasivas habían sido las palabras del conquistador. Tan calculadas y precisas... Lakyus casi podía imaginarse aquel discurso escrito en papel, y practicado frente a un gran espejo. Era un movimiento planeado y entrenado. Un golpe maestro contra el reino.

En cualquier otro momento, con cualquier otro auditorio; el conquistador hubiera sido echado con piedras y palos mientras se cantaba el himno de odio dirigido a los herejes. ¿Pero aquí? ¿En este preciso momento? ¿Frente a las personas que lo habían perdido todo? Las palabras del hechicero no solo cautivaron al publico, si no además, dejaron inutilizada la autoridad que tenia la realeza, los aventureros o los templos.

Ya aquí no habia nadie capaz de frenar un inevitable motin. Nadie del reino seria capaz de detener esto.

Tan solo un hombre extranjero, que hoy había sido levado como un héroe, podría hacerlo.

Lakyus miro al monje como su última salvación. Y con gran vergüenza, decidio empeñar su arma para pedir otro favor.

-Arein-sama, le debo mucho. Ahora mismo me encuentro en deuda con usted y le pagare este favor tal como acordamos... Y sé también que no es apropiado pedir algo después de todo lo que ya ha hecho. Pero si no le pido ayuda, esto terminara convirtiéndose en un motín, y la gente que ha salvado sufrirá enormemente. Sé que ya le he ofrecido cualquier cosa que tengo a mi disposición, pero aun asi, deseo pedirle otro fa...-

-Señoritas ¿Creen que esas palabras fueron las de un villano?- pregunto repentinamente el monje Arein.

Lakyus quedo muda al notar la silenciosa furia que mostraba el monje. Pero EvilEye, quizás igual de molesta que Arein, no tuvo reparos en contestar:

-Fueron los desvaríos de un demente-

El monje no dio replica a la respuesta. Pareció aceptar el pensamiento de la hechicera.

En ese momento, los supervivientes comenzaron a mostrar los primeros actos de violencia.

Personas temerosas de abandonar el reino, comenzaban a pelear contra aquellas que veían en aquella propuesta una luz de salvación. Familias y amigos comenzaban a dividirse. Se formaron bandos en pocos segundos, tantos que era difícil saber si la revuelta era causada por el conquistador y su propuesta, o era una rebelión nacida a partir de viejos rencores.

EvilEye tenía razón. Las palabras de un villano no hubieran causado tanto caos.

Estas fueron nada más y nada menos que la  obra de un demente. Esa batalla campal que se formaba entre los supervivientes, era la obra de un agente de la destrucción.

-[Mensaje]- recito Arein.

Lakyus no sabia aquien estaría contactando el monje. ¿Podia ser que estaba pidiendo ayuda a sus amigos para contener este desastre?

La respuesta corta era: No.

-[Retírense]- fue la única palabra que salio de su boca antes de terminar el hechizo.

-¿Arein-sama?-

-Lakyus. La recompensa de la que hablaste... sé que honraras el trato. Así que no te pediré una garantía, pero cuando nos encontremos y decida pedirte lo que deseo... no se te olvide que ofreciste darme "lo que sea"-

-¡hm!- EvilEye dejo salir un sonido extraño.

-Por mi orgullo como noble y sacerdotisa, le juro que así será- respondió sin miedo.

-Bien. Entonces no te pediré nada a cambio de esto. Pero tampoco me culpes si no funciona- dijo Arein antes de salir volando hacia la multitud.

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Ulbert se encontraba sobrevolando a las personas del campamento. Tanta gente peleando y sufriendo. Discutiendo por cosas completamente ajenas a ellos y defendiendo un juego en el que ellos no tenían fichas.

Esa hechicera enmascarada tenía razón. Ulbert supo que un villano no podría provocar esta clase de caos, y por ello era que podía disfrutarlo tanto. Ver que tantas almas eran manipuladas y arrastradas a al abismo, hacia feliz a su corazon de demonio. Pero su mente aun humana, aquella que había trazado un plan que su amigo había arruinado, no podía tolerar que esto continuara.

¿Pero qué hacer? ¿Qué decir? Si se metía en su papel de rey demonio, Ulbert podría incluso empeorar esta situación. Y si no usaba su síndrome de octavo grado... ¿Cómo superar entonces esta vergüenza que nace al ser observado por tantos ojos?

¿Qué decir? ¿Qué hacer para que más gente se les uniera aun con las palabras que había dicho Momonga? ¿Qué podía hacer Ulbert ahora que era el monje Arein?

¿Qué?

¿QUÉ?

¡¿QUÉ?!

-¡Aquellos que tengan deseos de pelear, aquí estoy yo!-

Todas las miradas fueron dirigidas al monje...

Al final, cuando su mente buscaba desesperadamente una respuesta, fue el rey demonio quien finalmente hablo.

"Mátenme..." se dijo Ulbert al ver como su mente no había hecho otra cosa que recurrir a una popular y muy cliché frase que se había inventado el siglo pasado.

-¿Qué? ¡¿No hay nadie que se atreva?!- grito el monje.

"¡¿Qué demonios estoy haciendo?!" se gritaba internamente el avergonzado demonio.

Tenia que escapar de ahí. Tenia que desaparecer antes de que hiciera una estupidez que manchara la reputación de los aventureros.

-[Teletransportacion mayor]-

El monje recito un hechizo, y entre deslumbrantes luces azul celeste, el aventurero desapareció.

E incrédulas, las rosas sobrevivientes, vieron como todo el campamento se calmó...

Ulbert por supuesto, no se quedo lo suficiente para poder verlo.

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora