Parte 292

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Aun antes de ser conocida como la campeona de Carne, Enri Emmot ya era notablemente famosa entre los pueblerinos ¿Y cómo no habría de serlo? Muchos padres ansiaban una hija como ella.
Incansable, Enri acarreaba agua con su hermana durante las mañanas, trabajaba en el campo con su padre cuando los hombres empezaron a escasear, remendaba con su madre las ropas que caían en sus manos, y de vez en cuando, acompañaba a su amigo y a los aventureros en la recolección de plantas al interior del bosque. Sin replicar, sin inmutarse, parecía tener una fuerza inagotable para una chica de su edad.
Aun antes de recibir la espada y la armadura, Enri no era normal, y ello lo demostró el día en el que fue salvada.
No cualquier doncella tendría el valor para tomar a su hermana y escapar en medio de una masacre. No cualquiera hubiese logrado ganarle en una prueba de velocidad a dos soldados mientras llevaba en brazos a su hermana, y si bien era cierto que al final fue alcanzada, los soldados hubiesen podido dar testimonio de que fue una dura persecución contra una simple campesina.
Enri tenia merito en sus acciones, pero no todas sus cualidades eran fruto de su esfuerzo o forma de vivir.
Durante la edad de los dragones, un asesino llego a este mundo, uno con el suficiente poder para arrebatar la vida al llamado dios dragón, el más poderoso que jamás existió de su raza. Pero tras tal hazaña, aquella persona demostró no ser mas que una simple humano, y como cualquiera de esa raza, sucumbió a los mas instintivos deseos del alma.
Aquella persona se enamoró, y con esa persona amada tuvo descendencia, una poderosa descendencia que más tarde tomo la lucha de la humanidad en sus manos, a pesar de que al paso de los años el poder de su sangre se fuera desgastando hasta casi desaparecer...
Raireus Emmot, perteneció a esa línea sanguina, pero al igual que su hija Nemu, el no heredo las bondades de esa herencia, como si lo hizo la mayor de sus hijas, su primogénita.
--------------------------------------No había duda de quien era Enri. Los pobladores, su hermana, los propios recuerdos de la campeona indicaban que ella era Enri Emmot, una niña nacida y crecida en el pueblo Carne, hija de Raireus y Niro Emmot.
Enri era inocente de ser la traidora que se le acusaba ser. Su inocencia era tan evidente como su lealtad, pues ahora solo tres cosas predominaban en su mente, y los seres supremos pudieron verlo directamente.
En primer lugar, su familia, en segunda su lealtad y en tercero su deber. Solo por curiosidad, la cuarta era Nfirea, y la quinta el recuerdo de sus padres.
Si Enri tuviese como primera prioridad su lealtad, Momonga pudo sospechar que los recuerdos que veía estaban alterados, pero no cuestiono que Enri tuviese por encima de todo a su querida hermana, pues ello significaba, que al igual que Pavel, tenía una razón para pelar, y una aún más grande para ser fiel. Lo que era lo esperado en humanos que habían tenido una vida antes de conocer Nazarick.
Clementine y Khajiit estaban presentes, como también Pavel. Los tres que dudaron de la lealtad de Enri, vieron con sus propios ojos su vida, desde la infancia hasta el presente.
Esta pequeña prueba de inocencia le había costado a Momonga una buena parte de su mana, aunque a cambio había corroborado la lealtad de Enri y además había adquirido buena experiencia usando la magia de memoria.
-Esto no puede ser... Esas estadísticas extrañas ¡Esta claro que es una godkin!- El odio de Clementine a los semi-dioses no parecía desaparecer, e incluso se veía intensificado al saber que una estaba bajo la protección de sus verdaderos dioses.
-No es una godkin, es diferente Clementine, ella...-
-Desciende de un dios antiguo- declaro Pavel. -Algo anterior a los 6 dioses-
Los supremos miraron a Pavel, y le exigieron una respuesta ¿Por qué sabia eso el arquero asesino de masas?
-Los demi-humanos adoran dioses antiguos, seres anteriores a la teocracia Slain. Seres que aparecieron durante la lucha contra los dragones, o bueno, al menos eso cuentan ellos-
Pavel tenia la labor de erradicar a los demi-humanos, e infundirles terror era un requisito en su trabajo, por ello se esmero en saber las creencias de sus enemigos, religiones incluso mas antiguas que la propia teocracia.
Los recuerdos de Enri lo confirmaban, así como también el testimonio de uno de los mas leales súbditos de la tumba. No era solo improbable, sino imposible que la campeona de Carne fuera una traidora, sino todo lo contrario.
Al final podía ser, que fuera tan solo la suerte de Momonga haciendo que las cosas funcionaran de nuevo a su favor.
Durante los siguientes días no se discutiría si Enri era leal o no, sino si debían permitirle hacerse más fuerte, o si debían que limitar su crecimiento.
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En el pasado, los nobles mostraban abiertamente su desprecio a Gazeff, estuviera este solo o con el rey, verdaderamente no importaba, nadie dudaba ni por un momento recordarle que este no era su lugar.
Las cosas ya no eran así. Al pasar a lado de los condes y duques, Gazeff era bien recibido con una amplia reverencia. Ya no era llamado capitán guerrero, sino simplemente capitán, y Gazeff sabía bien la razón de este cambio en la actitud de quienes le rodeaban.
Todos creían que era un traidor, uno al servicio de los emperadores.
Hoy en día, todos querían ganarse el favor del capitán guerrero, en caso de que este pudiera defenderlos cuando los emperadores decidieran tomar Re-Estize.
-¿Pasa algo, Capitán?-
En estos días solo una persona no dudaba de la lealtad de Gazeff, y se hombre era su propio rey, quien lo seguía manteniendo a su lado, aun cuando su propio hijo le había recomendado lo contrario.
-Disculpe, no es nada...-
Para bien, o para mal, los nobles y el príncipe no se equivocaban...
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Era normal para la reina acercarse a la tumba de esos dos y dejar flores cuando estaba nerviosa. Durante mucho tiempo, era su única manera de sentirse cercana a quienes ya no estaban con ella.
-Momonga por fin llego- dijo a una de las tumbas. -Tu lo dijiste, lo sabias... y yo también, aunque a estas alturas no se si ha demasiado pronto. Parece que llego con la tumba, así que es seguro que es feliz, pero... parece que también lo acompañan Ulbert y TouchMe-
Visiblemente estresada, la reina de las hadas comenzó a quitarle pétalos a la flor en sus manos.
-Si hubiera llegado solo, pude haberme mantenido aquí encerrada, pero si esta con ellos... me preocupa, me preocupa lo que pueda pasar con Momonga...-
La reina tomo una segunda flor cuando la primera se hubiese quedado sin pétalos.
-¿Qué crees que debería hacer, Nii-san?-

Overlord: Trinidad Caps 170-???Donde viven las historias. Descúbrelo ahora