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De pie, con las manos detrás de su espalda, sus ojos no se despegaban de las estrellas que pintaban un hermoso cuadro en el cielo nocturno.

Un destello llamó la atención de la mujer. Una sombra negra atravesó la ventana, haciendo elevar un mechón de su cabello oscuro. Ella no se giró, pero supo que la sombra estaba detrás de ella. En el suelo, poco a poco, aquel animal fue tomando forma humana.

La Reina Elena sintió la intensa mirada de los ojos rojos del vampiro. Flex tragó duro. Cerró sus puños en frustración. Sabía lo que venía aunque aún no había dicho alguna palabra.

—Mi señora, yo... lo lamento. Lauren se me ha escapado.

La Reina se dio la vuelta.

—Lo he podido notar, Flex. Esto me demuestra que no puedes hacer nada sin mi. Realmente eres un inútil.

—Señora... Quizás no cumplí con mi objetivo, pero sé su destino. Lauren está yendo hacia la frontera del Imperio del Hielo. Si me permite de nuevo ir tras ella... iría en compañía con mi clan... sé que nosotros podremos...

La mujer detuvo su parloteo levantando su mano. Se dio de nuevo la vuelta, observando por la ventana como algunos de sus hombres reconstruían los muros del castillo que anteriormente fueron derribados por los hombres al servicio de Alejandro y el Rey Christopher.

Elena cerró los ojos. Aun podía escuchar el griterío de la muchedumbre cuando los guerreros invadieron sus tierras tras la pista del paradero de los hijos del Rey Alejandro y, aunque Elena sospechaba que estaban buscando a alguien más, no pudo hacer más nada que guardar silencio y mirar como la mitad de su Imperio era destruido. Machacado. Humillado. Lo que más le dolía era tener que tratar de explicarles a los habitantes aquella invasión sin el más mínimo intento de defensa. Saber que muchos de esos hombres hicieron de las suyas aprovechándose de robar muchos objetos de valor en las casas, animales y la pureza de algunas mujeres ¿Cómo les iba a explicar tal aberración? Tras esos días de infierno en el Imperio de la Noche, el Rey Alejandro dio por terminada la búsqueda luego de que se le informara que sus hijos no estaban allí; no obstante, él no estaba del todo satisfecho y prometió que aquello no iba a quedar impune.

Ahora, la hambruna se apareció como una especie de huracán inesperado en los pueblos del Imperio de la Noche. Los recursos del Castillo no daban abasto a tanta gente. Elena estaba desesperada.

—Lamentablemente no cuento con la ayuda necesaria para lo más importante. Flex, aquí en el ahora, juro por los Dioses, que si no encuentras a Lauren Jauregui, te destruiré de la manera más atroz que exista.

Una brisa helada recorrió la espalda del vampiro, pero asintió en acuerdo.

La Reina del Imperio de la Noche suspiró cuando el vampiro se retiró. Tenía muchos problemas en su cabeza, pero más allá de eso, a Elena la embargaba una inquietud sobre la joven de ojos verdes. Aquella pieza importante en sus planes no estaba del todo pulida. Sabía que Lauren escondía secretos dentro de sí, pero últimamente sus sueños le han estado revelando el estado de la pelinegra. Un estado peligroso que a pesar de todo, Elena no podía considerarlo malo... más bien, si lo controlaba como quería, podía sacarle mucho provecho. Pero para eso necesitaba respuestas y, sin la protagonista, no le quedaba otra opción que ir con la única persona que podía abrir su mente. La única que conocía la verdad absoluta sobre Lauren.

—Es hora de hacer una visita...

***

Camila sabía que Lauren le había quitado la respiración en varias ocasiones, pero ahora... ahora Lauren le estaba quitando la respiración de manera literal. Su cuerpo estaba al punto del colapso. Sus oídos los sentía al punto de quiebre.

Aguanta. Sólo un poco más, Camila.

No sabía si la ojiverde se había metido en su cabeza o si era su propia conciencia que la alentaba a soportar aquella tortura.

Horas antes, después de aquel suceso, ambas no se dirigieron más la palabra por más que Camila quería saciar su curiosidad al saber el porqué Lauren se la pasaba tanto tiempo dentro del agua. Su sorpresa fue genuina cuando ésta le notificó que podía cruzar el lago.

Lauren estaba descubriendo cosas nuevas sobre sí misma. Unas nuevas habilidades que no sabía poseer. Ella pensaba que su vínculo con el agua aún seguía retenido dentro de su cuerpo gracias al brebaje que anteriormente le suministraba Dinah y que éste mismo estaba perdiendo efecto cuando sintió la corriente de agua cerca de ella.

Tuvo mucho tiempo para concentrarse pues sabía que algo debía de salir. Algo tenía que hacer. Así que se puso a pensar en su padre y en aquellos tiempos de su niñez cuando él la llevaba de paseo junto a su hermano por las costas del puerto. Sentir el agua cubrir su cuerpo, adentrarse en sus poros... fue ahí cuando cerró los ojos, imaginando una burbuja de aire rodeándola y ordenando a las pocas corrientes que la llevasen a la orilla. Si bien su descubrimiento fue un regalo de los Dioses, su emoción se vino abajo cuando se dio cuenta que el oxígeno dentro de la burbuja era limitado, es decir, no sería suficiente como para llevar a dos personas. Sin embargo, Lauren se rehusaba a dejar a la morena.

Ambas llegaron casi desmayadas hasta la otra orilla. El cuerpo de Camila, a pesar de que no estaba mojado, temblaba del frío. Lauren por su parte no daba crédito a lo que sus ojos veían. Delante de ellas, el lago se perdía bajo una enorme capa de hielo duro. Varios árboles a su alrededor estaban escarchados de finos y blancos copos de nieve. Estaban ahí. El Imperio del Hielo.

—Dioses...- susurró Camila. Lauren puso su atención en ella, notando que de su boca salía un aire de vaho.

Ella se aproximó hacia la morena, cuyas piernas temblaban como un ciervo recién nacido. Sabía lo delicado que sería aquella travesía con Camila a su lado, siendo consciente que el frío estaría en su contra.

No le quedó más remedio que abrazarla y transmitirle el poco calor que desprendía su cuerpo.

—Lo logramos, Camila...- susurró en su oreja. La morena sólo se aferró más a su cuerpo, haciendo un puño parte de su vestido. No estaba consciente del lugar donde estaba —Y aún así, siento que lo peor está por llegar.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora