39.

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Lauren y Camila creían que Dinah les estaba tomando el pelo, pues ya llevaban unas largas horas caminando y todavía no habían llegado a la frontera con el Imperio del Hielo a pesar de que la joven bruja había afirmado que ya estaban prontas a llegar. Sin embargo, cabe resaltar que su paso por el bosque se retrasó un poco debido a la inestabilidad de la morena. Camila a cada minuto se tornaba más débil y Dinah ya no sabía qué hacer. La última opción era quitarle el nudo en su estómago que obstruía el drenaje de sus poderes.

—Ay.- se quejó la ojiverde, quien estaba a unos pasos más atrás.

Las otras dos se dieron vuelta al escuchar a Lauren y notaron que ésta tenía su pierna atorada entre unas raíces.

—Que tonta.- susurró Camila.

Aunque Lauren luchó por liberarse de las ramas, no pudo.

—¿Qué demonios?

Como si tuvieran vida propia, las raíces poco a poco fueron escalando hasta su rodilla donde apretaron fuerte. Por más que trató, Lauren no pudo librarse; incluso ya no sentía la pierna. Se preguntó por un instante si así debió sentirse su hermano Christopher en aquel episodio con los demonios del Imperio del Hielo.

Dinah abrió la boca para hablar, pero la cerró de inmediato cuando sintió el suelo temblar ligeramente. El silencio se apoderó del lugar, dándole paso al horror que sucedería después. Los árboles a su alrededor se salieron de sus sitios y fueron tomando una forma humanoide. Sus largas ramas se estiraron hasta convertirse en filosas armas punzantes de madera.

—Son Lignos, protectores del bosque.- comunicó Dinah —Son inofensivos por lo general.

—No parecen muy inofensivos.- dijo Camila.

Dinah dio una hojeada rápida y calculó que habían al menos seis de ellos a punto de atacarlas.

—Hay que venecerlos. Camila, cuidado con el suelo, te pueden atrapar con sus raíces.

El trabajo de los Lignos era defender su hogar de aquellos que querían aprovecharse de sus riquezas naturales. Últimamente se hallaron varios intrusos robando polvo de hadas y hojas de Nenúfar con el fin de crear sustancias venenosas.

El cuerpo de Dinah fue arrojado en el aire por la ramas de un Ligno, haciéndola caer con un golpe seco en el suelo, costándole unos minutos en levantarse de nuevo. No tenía muchos conocimientos sobre esas criaturas, así que estaba un poco desorientada.

Mientras tanto Camila veía como Lauren luchaba para sacarse las raíces de su pierna. Ella se había alejado y, por suerte, los Lignos no habían logrado verla todavía. Tuvo la oportunidad de escapar y dejar a las chicas a su voluntad, pero un extraño sentimiento de moralidad le impidió hacerlo. No podía dejarles y huir. Tenía que ayudarlas de alguna manera a pesar de que no tenía poderes y se sentía al punto del desmayo.

Las raíces ya estaban a la altura de la cadera de Lauren. Se sentía asfixiada y mientras más hacía fuerza para arrancar las raíces, éstas más se apretaban cortándole la circulación de sangre.

Dinah logró ponerse de pie y arriesgándose un poco en hacer un hechizo de hipnotización contra seres no humanos; dijo las palabras correctas en el tono correcto y pidió con fuerzas que los árboles la oyeran y accedieran su pedido de dejarles en paz. Ella estaba yendo contra la naturaleza pues, por lo general, los árboles eran susurradores, pero creía que la conexión que tenía que con ellos por compartir su don de la adivinación, sería suficiente para aplacarlos.

Lauren dobló su rodilla buena en signo de derrota mientras apretaba la mandíbula a causa del dolor. Ya ni siquiera podía abrir los ojos. Lo único que quería era que Dinah se encargara de la situación. Era muy vergonzoso morir en las raíces de un árbol.

Camila por su parte se acercó a la ojiverde ahora que la atención de los Lignos se notaba confusa. Fue un error no haberse fijado por donde caminaba pues terminó en la misma situación que Lauren. Su pie quedó atorado entre unas raíces y poco a poco sintió como estas trepaban por su pierna.

—Que tonta.- susurró la ojiverde entre quejidos.

Los Lignos sospechosamente se quedaron inmóviles por unos segundos.

Dinah sonrió pensando que su plan estaba funcionando, pero poco después se dio cuenta que no era así. El suelo tembló y un sonido irritante les invadió los oídos a todos, tanto así que Dinah perdió la concentración y el aura hipnótica que había creado se evaporó; sin embargo, los Lignos tomaron una actitud extraña, como si estuvieran esperando algo.

La joven bruja no entendía nada, pero aún así corrió hasta su amiga y trató de sacarle las raíces.

Las tres chicas se asustaron cuando de entre las sombras salió una especie de gusano gigante con una boca redonda y grande con miles de afilados dientes.

—¡¿Qué es esa cosa? Nunca la había visto!- gritó Dinah mientras buscada desesperadamente en su mochila algún arma.

—Hay de esos en mi territorio. Y sí, comen lo sea, incluyéndonos.- informó la morena.

Los Lignos arribaron contra el gusano gigante, pero del mismo lugar salió otro de igual tamaño y más aterrador que su compañero. Éste fue directo a por la chicas, específicamente la más cercana, es decir,Camila.

Camila trató de correr, pero se tropezó porque había olvidado que su pierna aún seguía enredada. Estaba perdida ahora sin sus poderes.

Vio con terror como el cuerpo del monstruo se alzó a la mitad frente a ella, mostrando su asquerosa boca del cual salió un lamento. Varios chorros de líquido baboso cayó sobre ella tapándole un poco la visión. El gusano, ahora muerto, cayó a sus pies partido a la mitad.

A poco metros de ella, vio la figura borrosa de una pantera con un trozo del cuerpo del monstruo en su mandíbula, la cual chorreaba el mismo líquido que ahora tenía en su propio rostro.

—Voy a vomitar.- dijo Camila.

Lauren se acercó a la morena y gracias a sus afiladas garras logró cortar las ramas que la tenían presa. Seguidamente, terminó de matar al otro gusano gigante para ayudar a los Lignos.

Estos seres más que sorprendidos, quedaron agradecidos con las tres jóvenes y como muestra de gratitud, les enseñaron una ruta más corta y menos peligrosa hacia la frontera del Imperio del Hielo.

—Bueno, eso fue extraño.- dijo Dinah una vez que acordaron que partirían en unas horas luego de descansar un poco.

—Necesito darme un baño con urgencia.- comentó Camila —¿Dónde está Jauregui?

Dinah sonrió moviendo los sacos de dormir.

—Hueles a tripas de gusano. Hay un lago cerca de aquí, tenemos que cruzarlo, de hecho.- informó —Y Lauren se está colocando algo de ropa. Ella siempre la rasga una vez que se transforma.

—Si, bueno, si se hubiese transformado en tigre antes de que esos gusanos gigantes llegaran, no estaría bañada en este putrefacto olor y tal vez esos malditos árboles nos hubieran dejado en paz desde un principio.- dijo cruzándose de brazos.

—Escucha, Camila. Lauren es nueva en esto de ser cambia formas. Y es una pantera, no un tigre.- dijo, pero luego su expresión se volvió dura —Y quiero que recuerdes que fue ella quien te salvó la maldita vida. Así que sé un poco más agradecida y cierra la boca.

—Yo nunca le pedí que me salvara.- dijo esquivando los ojos oscuros de la bruja.

Dinah sólo suspiró y prosiguió a encender la fogata pidiendo un poco de paciencia a los Dioses.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora