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La tierra estaba temblando y eso sólo podía significar una cosa.

Alejandro Cabello estaba furioso.

A tan sólo unas horas de la boda de Sofía y Andrew, sus hijos menores decidieron hacer la gracia de escaparse a quién sabe dónde y no volver. Poniendo a prueba el límite de su padre.

—Señor, los mellizos no se hallaron en las Dunas de Arena. La búsqueda ocupó toda la zona noreste del territorio y no hubo ningún rastro de sus hijos. Nadie los vio en estos días.

Uno de los guardias habló atropelladamente de rodillas ante su Rey.

—¡Voy a matar a esos mocosos!

Alejandro no estaba para bromas en estos momentos. Estaba seguro que los mellizos sólo estaban jugando con su paciencia para molestarlo.

Se levantó del trono caminando de un lado a otro, tomándose del corto cabello sin saber qué hacer para encontrarlos.

En ese momento, un pelirrojo entró con cautela a la habitación llamando la atención del Rey. Éste despachó al guardia que aún seguía en su posición y ordenó seguir la búsqueda de los mellizos.

Andrew no expresó ningún sentimiento ante la desesperación de Alejandro, sin embargo, él también se sentía angustiado y muy furioso. Sin saberlo, esos niños estaban atrasando sus planes de boda mientras Elena le estaba respirando en la nuca, buscando el momento perfecto para atacar. No podía permitir eso bajo ningún concepto. Aún no sabía con certeza el nivel de problemas que le podría causar, pero evidentemente, lo que planeaba la Reina del Imperio de la Noche, no era simplemente una piedra en el zapato para Andrew.

Con voz suave y manteniendo la seriedad que lo caracterizaba, el pelirrojo le comunicó al Rey lo que había estado investigando por su cuenta.

—Descubrí por medio de testigos, que vieron un pequeño barco salir del muelle con la princesa Camila y el príncipe Harry. Se desconoce la dirección que tomaron.

—¿Un... barco?

—Así es. Los testigos aseguran que no era un barco de nuestro territorio, sino uno del Imperio de la Lluvia. También estaba a bordo otro joven, más no saben quién pudo ser.

El mayor de los Cabello asintió con la cabeza, cruzándose de brazos, pensando su próxima decisión.

—¿Alguna teoría, Andrew?

Una sonrisa creció en la comisura del pelirrojo.

—Me parece, señor, que sus hijos fueron secuestrados por alguien del Imperio de la Lluvia.

El Rey volvió a asentir.

—También lo creo.

***

Mientras bebía un vaso de algún líquido de dudosa procedencia, pero que parecía contener alcohol. Christopher Jauregui se encontraba observando con detenimiento, a través de la ventana de su despacho, al enorme grupo de soldados en su entrenamiento, dirigidos por el General Michael.

Su hermosa esposa Diana se acercó por detrás de él, tomándolo por los hombros para aliviar la tensión en una dulce caricia. Sin embargo, Christopher se retiró antes de que Diana lo terminara abrazando. La mujer bajó la cabeza en decepción conteniendo las lágrimas. Aún así, tragó saliva para quitar el nudo en su garganta y recuperó la compostura.

—El... el Rey Alejandro está esperando afuera. Quiere hablar contigo.- habló bajito.

—Hazlo pasar y retírate.- Chris la miró sin ninguna expresión.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora