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El Sol y la Luna giraban alrededor de su nueva creación: La Tierra, un mundo diferente al que habían estado vigilando anteriormente. La paz reinaba en cada esquina del planeta. Ya no había divisiones de clase, ni prohibiciones absurdas. Los territorios seguían separados y permanecieron con su nombre correspondiente, pero las fronteras eran libres para cualquiera que quisiera entrar siempre y cuando cumpliera con la condiciones que requería el mandatario pues se entendía que no cualquiera puede aclimatarse a un entorno diferente.

La Reina Morgan, después de la guerra, reclutó a todos los guardias que sobrevivieron y, después de una larga investigación, tomó la decisión de castigar a todos aquellos que fueron participe de los actos atroces en el Imperio de la Noche. Un nuevo campamento de entrenamiento fue construido bajo el mando del Capitán Michael, quien siempre fue leal a sus ideales y su compromiso con su tierra fue el punto clave para elegir a jóvenes guerreros con la suficiente energía y pasión para servir al pueblo. Ya no solo eran espadas y flechas como armamento pues la Reina nunca dejó de lado su verdadera pasión que es la investigación científica por el bien común. Es así como el Imperio de la Lluvia era la potencia máxima de la Tierra con respecto a armamento pues no sólo contaban con armaduras prácticamente indestructibles, sino también con aviones y barcos disponibles y alertas a todo momento.

Christopher Jauregui obtuvo un pequeño reconocimiento en un campo agrícola pues así como su ex esposa Diana quiso desligarse un poco de la realeza, él también lo hizo y Morgan fue lo suficientemente amable como para ubicarlo en un programa de siembra de semillas. Chris siempre fue un hombre dedicado, creativo e inteligente, así que implementó un sistema eficiente para sembrar semillas y recoger los frutos de manera que los trabajadores no hicieran tanto esfuerzo. También, ideó una especie de invernadero con nuevas especies traídas de otros imperios pues entendía que gracias al clima del lugar no podían crecer ciertos alimentos, entonces bajo aquel techo tenían otro clima y otros cuidados. La idea se popularizó a las afueras del territorio donde ayudó a perfeccionar ciertos materiales para que todos pudieran cultivar las especies que quisieran y que estas se aclimataran a la perfección bajo el nuevo clima dentro del invernadero.

Por otro lado, Diana aun vivía en casa de sus padres cuidando de su pequeño hijo de alrededor de 3 años de edad. Él era la alegría de sus abuelos y, de vez en cuando, Diana recibía la visita de Lauren, quien siempre le daba atención a su sobrino con dulces y juguetes.

—Ha crecido desde la última vez.- comentó la ojiverde cuando el niño corrió tras una lagartija en el patio de la casa —¿Aún no has visto a Chris?

Diana se abrazó a sí misma cuando oyó el nombre de su ex esposo y vio como la pelinegra se levantó del sofá en el que encontraba sentada y se acercó a ella de forma cariñosa.

—Sé que él es su padre pero...- habló, pero la menor la interrumpió.

—Te entiendo, Diana. Tómate el tiempo que quieras. Solo te digo que Chris ha mejorado bastante y aunque nunca me ha hablado del niño, sé que lo recuerda.

—Prometo que en algún momento haré un viaje al campo para buscarlo y hablar. Necesito conversar con él antes de mostrarle al niño... también necesito quién lo cuide mientras estoy de viaje. Mis padres ya están muy viejos y cansados para soportar al pequeño demonio. Se supone que está en la etapa de descubrir sus poderes... tu madre me ha ayudado con eso.

Lauren sonrió ante la mención de su madre.

Conoció a Lúa al final de la guerra cuando notó su presencia al lado de la de su amiga Dinah. La mujer se notaba nerviosa y a punto de llorar cuando la vio, pero aún así respetó su espacio y en un tono de voz calmado le dijo que ella era su madre y contó todo lo que había vivido luego de haberle dado a luz. La traición de Arthur y el encierro de la Reina Elena quedó como una anécdota del pasado para ella pues todo lo que le importaba era que tenía a Lauren frente a ella, viva y más hermosa de lo que imaginó. Por su parte, Lauren tardó un tiempo en asimilar que la mujer que le dio la vida estaba ahora a su lado. En su infancia casi nunca preguntó por su paradero pues su padre le brindó todo lo que necesitaba. Una figura materna era algo que desconocía y que dudaba en necesitar, pero nunca se le pasó por la mente excluir a la mujer de su vida. Así que estaba agradecida con la Diosa por darles una nueva oportunidad para convivir.

Ambas se abrazaron con la promesa de volver a verse en otra ocasión. Diana deseaba que Lauren los visitase más seguido y por mas tiempo, pero entendía que la Reina tenía más asuntos que atender.

***

Camila enterró más a fondo los dedos de los pies en la cálida arena blanca de la isla mientras observaba detenidamente las pequeñas olas que formaba la orilla del mar.

El Centro de La Tierra, así es como había sido nombrado un tiempo atrás cuando exploradores del Imperio de la Lluvia realizaban trabajos de investigación; era un bloque de tierra de menor tamaño. Una isla ubicada exactamente en el medio del océano que dividía los 4 Imperios. Aquel trozo de tierra fue reclamado por Lauren y Camila en vista de que un fenómeno extraño ocurría en ese lugar. El viento soplaba de vez en cuando, dejando el lugar lo suficientemente fresco. El Sol reclamaba su espacio durante cierto tiempo pues una vez que cumplía el plazo, la Luna era la protagonista del cielo. Cada uno de los Dioses era visto en el cielo en aquel espacio. Se llegó a la conclusión de que la isla reflejaba todos los climas del mundo.

Arriba en el cielo los rayos del sol iban bajando de calidad, dejando a mínimas nubes siendo pintadas en un lienzo naranja y púrpura. Camila supo inmediatamente que el sol estaba a punto de esconderse bajo el mar para dar paso a la Diosa Luna, quien debía salir por el lado opuesto.

Camila advirtió como el viento se intensificó demasiado rápido para haber sido obra de la naturaleza. Un vórtice se creó dentro de las aguas, levantando granos de arena consigo, molestando los ojos y parte del cabello de la morena.

Camila oyó la espuma del mar resonar en las olas, de ahí emergió una mujer de cabellos azabaches y ojos bastante familiares. Lauren salió del agua con un vestido turquesa que le rozaba los tobillos mientras se reía tras ver como la menor intentaba acomodar su desordenado cabello.

—¿Cuál era la necesidad?- preguntó Camila levantándose y sacudiendo sus pantalones cortos de los rastros de arena. Odiaba mucho la playa pues lo suyo con el agua salada y la arena ya era algo personal, pero sabía que Lauren era también parte de ese entorno y con el pasar de los días no le quedó más remedio que aceptarlo.

La pelinegra se acercó a ella y con suavidad pasó sus palmas por el castaño cabello para alisar algunos mechones.

—Molestar.

—Ya has me has molestado lo suficiente llegando tarde.

Lauren rió tras notar su ceño fruncido pues inconscientemente se le formaba un adorable puchero que amaba con todo su ser. Lauren amaba con todo ser cada parte de la menor. Así que solo atinó a reírse y tomarla de la barbilla para besarla como ya venían acostumbrando.

A Lauren aún le costaba un poco aclimatarse a la personalidad indócil de la morena. Sabía que Camila no era mansa como las palomas. La joven es de carácter fuerte, egoísta, prepotente y obstinada cuando no obtenía lo que quería, pero Lauren aprendió a dominar a su fiera pues sabía que Camila, a pesar de todo, era una buena persona y, lo mejor de todo, que correspondía sus sentimientos hasta con mayor intensidad pues la castaña se lo demostraba en cualquier oportunidad, no solo con muestras de cariño y afecto, sino en consejos y decisiones con respecto a su reinado en el Imperio de la Noche. Ambas trabajan juntas con el propósito de ser mejores cada día y aunque ninguna de las dos rozaba la perfección, poco a poco veían los frutos de sus pensamientos ejercidos en los Imperios. Ya no había rivalidades con nadie pues su plan era vivir en paz y armonía.

Lauren salió de sus pensamientos cuando sintió un fuerte tirón en su labio. Camila la había mordido.

—¿Por qué haces eso?- se quejó mientras se alejaba, verificando que no le haya sacado un hilo de sangre.

Camila sonrió de esa forma perversa que a veces a Lauren le daba miedo.

—Molestar.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora