Habían pasado unos días cuando uno de los más fieles asistentes del Rey Arthur, llegó a la sala privada de su líder con el propósito de entregarle una carta importante por parte del Imperio del Sol. El Rey Alejandro los había invitado cordialmente a una cena con motivo a discusión sobre las ceremonias de coronación de sus hijos mayores. Arthur quedó un poco sorprendido al enterarse de que la princesa Sofia tuviese un pretendiente, pareja o lo que sea. Nunca había visto a la señorita de la mano de algún hombre. Quizás la familia real quería guardar el secreto, a de ser por eso que al final de la invitación estaba un "se recomienda discreción."
Antes de que el Rey Arthur partiera junto a sus hijos hacia el Imperio del Sol, se aseguró de dejar a cargo en su ausencia a su fiel amigo y mano derecha, el General Michael. Jefe superior de sus tropas armadas.
Los Jauregui llegaron al único aeropuerto que existía en el nuevo mundo. Gracias a sus recursos y sus avances tecnológicos, el Imperio de la lluvia tomaba posición primaria en modernidad y avances sociales, algo que les brindaba ciertas comodidades a sus habitantes.
El avión tomó tierra en un improvisada pista de aterrizaje. El primero en bajar fue Christopher junto a su esposa; los cuales al sentir los potentes rayos solares, intentaron cubrir sus ojos fallando en el intento. El calor sofocante los golpeó por primera vez, pero aun así mantuvieron una actitud positiva al observar aquel entorno desconocido. El Imperio del Sol era tan diferente a su hogar, pero tenían conciencia de que si ellos iban a ser los próximos reyes del Imperio de la lluvia, debían acoplarse a cualquier ambiente.
No era la primera vez que el Rey Arthur pisaba aquellas tierras, es por eso que optó por vestir ligeramente con unos pantalones formales y un chaleco por encima de una camisa de mangas cortas, haciendo notar sus musculosos brazos, los cuales eran rodeados por las finas manos de su hija, Lauren, quien vestía un sencillo vestido de tirantes.
—Bienvenidos a mi Imperio, familia Jauregui. Un placer conocerlos, Christopher, Diana y Lauren.- saludó el Rey Alejandro una vez las puertas del castillo se cerraron. —Pasen por aquí. La cena nos espera.
En un cómodo silencio, fueron guiados entre los pasillos del castillo por el mismo Alejandro y algunos guardias.
—¿Por qué no estás sudando?- susurró Chris al oído de su hermana quien se encogió de hombros.
Desde que Chris puso el primer pie en el terreno, empezó a sentir inmediatamente la transpiración en su cuerpo a tal punto de llegar a incomodar ¿cómo podía su hermana verse tan... fresca e indiferente?
—Nadie te obligó a usar traje.- su hermano la miró frunciendo el ceño.
—Papá tiene ropa ligera y puedo ver claramente una mancha de sudor en su espalda.
Lauren se volvió a encoger de hombros llegando a la conclusión de que los hombres sudaban más. Su padre le había advertido del potente calor que existía en ese lugar, pero ella no lo sentía para tanto. De igual forma agradeció llevar ropa ligera y ventilada, de lo contrario, se estaría sancochando como su hermano y su cuñada.
Mientras, dentro del gran comedor se encontraba el resto de la familia Cabello esperando a sus invitados. El Rey Arthur se preguntó dónde estaba el prometido de la princesa Sofía pues dicha cena se realizaría indirectamente a causa de ellos; pero rápidamente supuso que no sería invitado a la mesa por aún no ser de la familia real. Un acto normal y muy egoísta por parte de Alejandro.
Luego de unas cordiales presentaciones, ambas familias se sentaron a degustar el delicioso banquete mientras discutían sobre las coronaciones de sus progenitores. Alejandro no quería que los eventos coincidieran ni que fuese en fechas cercanas una de la otra, así que llegaron al acuerdo de que Christopher y Diana serían los primeros, y dos meses después, Sofia y su desconocido prometido.
Mientras los adultos hablaban, Camila Cabello observaba disimuladamente a la hija del Rey Arthur quien devoraba tranquilamente un huesito de pollo "¿por qué no está sudando?" intercalaba miradas entre ella y su familia, notando la diferencia física. Pequeñas perlitas de sudor adornaban la frente de Diana; calculaba que Chris se había bebido unas cinco copas de agua y no entendía cómo su padre podía mantener una conversación con Arthur cuando este se relamía los labios constantemente para humedecerlos ¿por qué lauren no actuaba como ellos? y lo más importante ¿por qué nadie se daba cuenta? ciertamente, El Rey Alejandro no invitaba a muchas personas al castillo o al imperio en sí, y las veces en las que ella estaba presente en uno de los eventos importantes donde asistían extranjeros e individuos de clase alta, ella se daba cuenta fácilmente quienes eran de su tierra y quienes eran de otro lugar; no sólo los diferenciaba por el color de sus ropas, sino también por el comportamiento de sus cuerpos. Nadie más que los habitantes del Imperio del Sol podían soportar los rayos de su Dios directamente sin tomar algún líquido pues sus cuerpos estaban diseñados para ese clima.
—¿En qué tanto piensas?- preguntó su hermano Harry.
Camila bajó la cabeza negando para después subir su mirada y descubrir que los ojos azules de Lauren Jauregui estaban posados en ella. y pudo jurar que dichos ojos no eran de tal color, puesto que cuando la observó desde su ventana en el momento en que entró al castillo, había visto un destello verde en su rostro.
Era raro. Ella era extraña.
Por primera vez en su vida, la morena sintió como su temperatura corporal empezó a bajar. Los musculos de su cuepro se tensaron y el corazón le latía a una velocidad descomunal ¿qué le estaba pasando? Camila comenzó a asustarse cuando una leve descarga eléctrica le atravesó su columna vertebral y un frío se instaló en la parte trasera de su cuello, haciéndole retorcer su cabeza. Fue entonces cuando Lauren apartó su mirada que Camila soltó todo el aire que no sabía sus pulmones estaban reteniendo.
—¿Estas bien?- se volvió a interesar Harry. Su hermana estaba actuando raro.
—Estoy bien.
¿Qué demonios fue eso?
Por su parte, Lauren también sintió cosas extrañas en esos eternos segundos en los que sus ojos chocaron con los iris oscuros de una de las hijas del Rey Alejandro; Camila. Había leído varios artículos de ella y su hermano mellizo en donde ambos eran protagonistas de desastres y sufrimiento social. ¿Cómo alguien con ese rostro angelical puede ser tan perverso? No negaba que Camila era preciosa, pero dentro de toda esa belleza, se encontraba un corazón oscuro.
—Disculpen.- llamó la atención de todos los presentes —¿Me podrían indicar donde está el baño?
—Por su puesto que si, Lauren. ¿Chicos, por qué no guían a la señorita Jauregui hasta el servicio? Y así aprovechan de darle un recorrido por el castillo.
—Por no nosotros no hay problema, padre.- respondió Harry mirando de reojo a su hermana —Ven con nosotros, Lauren.
Muy inocentemente, la ojiverde siguió sus pasos, admirando la arquitectura del castillo mientras caminaban.
—Aquí es el baño.- Harry señaló una puerta pequeña muy escondida en el ala este del Castillo.
Su instinto le gritó una alerta. Se habían alejado demasiado del salón principal donde se encontraba su padre, pero ya era demasiado tarde para retroceder, pues los mellizos la habían empujado dentro de la habitación y como bien lo supuso, aquel lugar no era un baño.
Un cuarto de techo bajo y pequeño que al parecer funcionaba como depósito. Sin ventilación alguna. Habían muchas tablas de madera, cables, cuerdas y tubos que colgaban de la parte superior de la habitación.
—Vamos a divertirnos un poquito.
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El Espacio Entre Nosotras (Camren)
Fanfiction"Soy la luz que invade el espacio de la Luna" (Universo alternativo) Aunque te sientas perdido en la oscuridad, siempre hay una luz rodeando tu alma para dejarte claro el camino por el cual vas caminando a pesar de que creas estar ciego de sensacion...