28.

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Los vientos helados azotaban fuertemente los ventanales y el metal del pequeño barco que se balanceaba de un lado a otro entre las enormes olas del océano.

El joven de cargo menor en la seguridad del Imperio de la Lluvia, Austin Mahone, intentaba con todas sus energías maniobrar el timón del barco para ponerlo en control contra las monstruosas olas que lo hacían tambalear de un lado a otro, no obstante, sus constantes esfuerzos fueron inútiles y vagamente notables para un cambio positivo.

A pesar de la avanzada tecnología del pequeño barco, éste no superaba el infinito y fuerte poder que podía tener el océano. Él, junto a los mellizos Cabello, estaban atrapados en una incontrolable y voraz tormenta que, por suposición de Austin, pronto evolucionaría en un huracán con rayos mortales cayendo por segundo. Y por si eso fuese poco, su mala suerte aumentó cuando Austin sintió sus pies mojados.

Asustado, sus ojos plomizos recorrieron las paredes donde cascadas chorreantes inundaban el suelo.

—¡Cielos!- gritó nervioso. Nunca en su vida había estado tan asustado.

—¡Oye tú!- gritó Harry en su dirección. Estaba sujeto a un barrote de la pared, aunque de todas formas su cuerpo se movía a ambos lados inestablemente. Cómo pudo, él quitó sus rizos húmedos de la cara para mirar a Austin —¡¿Ustedes no controlan las aguas? Haz algo!

Austin sabía de sobra eso y fue lo primero que intentó, pero la fuerza del océano sobrepasaba la de él. No podía hacer nada por más que presionara para calmar la tempestad que los golpeaba.

Camila, por su parte, se encontraba a un lado del barco, con la cara pálida y húmeda, no sólo por el líquido salado del mar, sino por el sudor que le producía los movimientos agresivos que le hacían perder la estabilidad de su cuerpo. Expulsó todo lo que estómago pudo retener, con la suerte de que el viento no se lo devolvió en la cara.

Ella empezaba a arrepentirse de haber iniciado ese estúpido viaje por un capricho presuntamente falso. Y ahora, ella y Harry estaban en graves problemas y quizás en peligro de muerte.

Otra arcada le impidió detallar con claridad la oscura nube que se formó sobre ellos. Un trueno le hizo erizar los vellos de la nuca.

—¡Cuidado!- Harry advirtió el rayo que caería justo en la cubierta, haciendo explotar los vidrios de las ventanas.

Otro rato cayó, esta vez cerca de Harry que soltó el barrote para lanzarse al suelo.

Y así, rayos cayeron unos tras otros mientras los mellizos corrían como podían de extremo a extremo para esquivarlos.

Austin saltó a tiempo cuando otro rayo atravesó el fino techo donde se resguardaban y donde estaba el timón, destrozandolo.

—¡No!- exclamó cuando vio que ya no podía controlar el barco. Una sacudida le hizo resbalar, caer y deslizarse hasta detenerse junto a la morena —¡Cuidado Camila!

La castaña estaba demasiado ocupada sosteniéndose para reaccionar a la advertencia cuando de pronto, su cuerpo fue lanzado hasta el otro extremo del barco. Un rayo había caído justo donde estaba antes, siendo Austin quien recibió el impacto.

—¡No!

Se relajó un poco cuando vio que el joven guardia trató de levantarse débilmente, sin embargo, una ola impactó contra el barco, haciendo volar a Austin hasta caer en las aguas por no haber estado sujeto.

Como pudo, Harry se acercó a la baranda junto a Camila. Ambos vieron como la cabeza de Austin trataba de quedar a flote mientras pedía ayuda.

El castaño tomó una cuerda gruesa de la parte externa del borde. Con algo de dificultad, y que no se le fuera por completo el único material de rescate a la mano; Harry lanzó la cuerda mientras Camila los sujetaba a ambos para facilitarle el trabajo a Harry de subir a Austin.

Las corrientes de agua impedían avanzar al chico de ojos grises, llegando sólo a rozar sus dedos con la fibra de la cuerda.

Un último intento y por fin logró tomar la cuerda con su mano derecha. Estaba agotado físicamente para poder subir sin ayuda. Harry aplicó toda la fuerza que tenía para subirlo.

Camila advirtió la inmensa ola que se acercaba hacia ellos y, siguiendo sus instintos, jaló a su hermano por la cadera antes de que la ola llegara. El movimiento hizo a Harry soltar la cuerda, y a su vez, a Austin.

—¡No!

—¡Cúbrete!- gritó Camila en su oído.

La ola chocó tan fuerte contra el barco que los hizo voltear por completo.

Lo último que sintió Camila, fue como el agua entraba forzosamente en su cuerpo hasta llenar sus pulmones.

***

El cuerpo le pesaba más que el mismo plomo. Una sensación de que algo indebido estaba dentro de ella le hizo hacer un mínimo esfuerzo con tal de expulsarlo. Camila tosió intensamente extrayendo toda el agua que había tragado para después inhalar todo el aire que sus pulmones ansiaban. Con lentitud, apoyó sus manos en la superficie donde se encontraba tirada boca abajo. Sus ojos oscuros tardaron un poco en adaptarse a la negrura que le rodeaba.

Con mucho esfuerzo, Camila se puso de pie, sintiendo de inmediato la arena suave y blanca meterse entre sus dedos desnudos. Supuso que en algún momento, sus zapatos se perdieron en el mar.

A pocos metros de ella, gracias a la luz de la luna, divisó un cuerpo en la orilla de la playa, estando en una posición similar en la que despertó ella. Así que, con el corazón latiéndole a mil, corrió hasta lo que esperaba fuese su hermano.

Harry estaba inconsciente y con el pulso débil, Camila le dio la vuelta siendo lo más cuidadosa posible. Ella quitó los mechones rizados de su pálido rostro y le aplicó RCP. Luego de unos cinco minutos, su hermano escupió cantidades de agua salada. Camila lo vio tomar grandes bocanadas de aire antes de abrazarlo contra si.

Jamás se había sentido tan asustada de perderlo.

—¿Ca... Camila?- su voz salió ronca —¿Dónde... estamos?

Miraron a su alrededor, observando la tranquilidad del mar y la densidad de un bosque que se extendía por toda la orilla de la playa.

—Creo que estamos... en el Imperio de la Noche.

El sonido de unas risas pequeñas dentro del bosque les hicieron levantarse, sacudiendo como pudieron la arepa de sus ropas magulladas y húmedas.

—¿Dónde quedaría el barco?- preguntó Camila mientras ambos caminaban descalzos por la franja de arena.

—No lo sé, pero... he encontrado otra cosa- él dijo, tragando grueso.

—¿Qué cosa?

Camila siguió la dirección que Harry señaló con el dedo. Ambos se acercaron un poco, y ahí, sobre una roca, reposaba el cuerpo sin vida de Austin.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora