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Tras varios días de recuperación por parte de Christopher, el Rey Arthur invocó su pueblo a una ceremonia de apreciación y ofrenda para los Dioses. Según Arthur y algunos creyentes pensaban que tantas desgracias ocurridas en tan poco tiempo sólo era un mal augurio para el Imperio de la lluvia, el cual siempre fue un lugar tranquilo para sus habitantes.

—¿Cómo va todo por aquí?- preguntó la doctora Morgan Fedex al entrar a la habitación del futuro Rey del Imperio de la lluvia.

—Me siento bien ¿cuándo puedo salir de aquí?

—El Rey ha sido muy específico con respecto a tu cuidado, Christopher. Ordenó no dejarte ir hasta que estés completamente recuperado. Tus niveles de energía aún son bajos, pero no te preocupes, con este suero volverán a la normalidad. Seguramente para mañana ya podrás librarte de nosotros.

El joven dio una sonrisa apenada, pero entendió lo que decía la doctora.

—Doctora, ¿ya descubrió algo sobre la planta?

Luego del máximo esfuerzo  por parte del equipo médico del hospital, lograron quitar la extraña alga de la pierna de Chris.

—Aún está en estudios. Es una especie de alga no identificada, sin embargo, se descubrió que no es tóxica y al parecer, no provoca alguna alergia en la piel. Puedes estar tranquilo.

—Pero aún así es sumamente fuerte para cortar.

—Así es.

—Doctora...- llamó Chris en tono bajo —He oído que también trabaja para el área experimental, ¿usted podría descubrir algún beneficio de esta planta?

—¿Beneficio?

Chris iba a explicar mejor la idea que cruzaba por su mente, pero fue interrumpido por la presencia de su prometida quien llevaba en sus manos una bandeja con frutos rojos.

—Estas despierto.- sonrió Diana —Doctora Fedex.

—Buenas noches, señorita.- saludó cordialmente la castaña mujer.

Un silencio incómodo se instaló en aquella habitación. La doctora, al entender que su paciente al parecer no quería continuar la plática anterior delante de su prometida, pasó a retirarse despidiéndose de ambos jóvenes. No sin antes darle una mirada discreta al futuro Rey.

—Es una pena que no estés para la ceremonia de ofrendas a los Dioses. Todos los templos están abiertos y tu padre ha dado orden de regalar alimentos al pueblo.- comentó Diana sentándose al borde de la cama de su prometido mientras le daba una fresa en la boca. Chris arrugó un poco el rostro. Estaba ácida.

—Mi padre es paranoico.

—Yo creo que es bueno. Los creyentes están felices, ya sabes. No vendría mal un poco de fe para nuestro Imperio.

Chris no sabía qué decir al respecto. Ciertamente los ataques a su familia han sido extraños, pero no creía que fuese una señal de sufrimiento para el Imperio de la lluvia o para su familia en específico.

Su corazón empezó a bombear con fuerza. Tenía un mal presentimiento de aquí a largo plazo. Su fe hacia los Dioses estaba puesta en duda y se reprendió por eso. La presencia de ellos puede manifestarse en cualquier momento para castigar su falta de fe, pero por alguna razón, Chris no quería creer en ello. Más bien, ahora mismo, no confiaba en los Dioses.

—¿Estarás bien si te dejo sólo está noche?

La voz de Diana lo sacó de sus pensamientos.

—No hay problema. De todas formas, Morgan dijo que podía salir de aquí por la mañana.

—¿Morgan? ¿de cuándo acá llamas a la doctora Fedex por su nombre?

Él se rió con gracia y trajo hacia sí a su prometida.

—La doctora Fedex me ha salvado la pierna.

—¿Y eso qué? Era su trabajo.

—¿No estarás celosa?

Diana soltó su agarre y volvió a sentarse correctamente con la cabeza gacha.

—¿Por qué no lo estaría? Es decir, ya la viste. Es hermosa y sumamente inteligente. Tu padre la adora. Ella... sería una mejor reina.

La cejas de Chris se fruncieron al escuchar aquello.

—¿Qué estás diciendo, Diana?

—Lo siento, es sólo que ella...

—Ella no es tu. Yo te amo a ti, Diana. No te escogí para que seas la reina, te escogí porque estoy enamorado de ti. Para que pases el resto de los días a mi lado entregándome tu cariño y disposición. Confío en ti y en lo que puedes dar para la vida ¿qué importa si no puedes reinar un Imperio? Para mi lo importante es que ya sabes reinar mi corazón y mi vida. Eres la única que quiero conmigo. La única mujer que gobierna mi mundo.

La joven castaña soltaba algunas lágrimas de emoción. Las palabras de Chris alejaron cualquier rastro de inseguridad de su cuerpo. Se inclinó por un beso y luego se despidió de él prometiendo volver al día siguiente.

Morgan Fedex se encontraba conversando con un enfermero de turno al mismo tiempo que echaba ojo a la puerta de la habitación de Christopher, observando como la mujer de mediana estatura dejaba el lugar para caminar hasta la salida.

Frunció el ceño mirando hacia sus manos las cuales llevaban unos documentos dentro de un sobre, específicamente, los resultados de los estudios de la planta. Le había mentido a Christopher sobre ellos. Los resultados estaban listos desde hace días, sin embargo, la idea de experimentar con ella había sido discreta. Siempre tratada de que sus proyectos fuesen secretos para no crear esperanzas, pero aún así, sentía que el joven príncipe tenía una idea que quizás podía llevarse a cabo, así que, observó a su alrededor por si alguien estaba atenta a sus movimientos, y entonces, se escurrió dentro de la habitación del futuro Rey del Imperio de la lluvia.

—¿Doctora Fedex?

Chris estaba a punto de dormirse cuando un ruido dentro de su habitación lo hizo abrir los ojos.

—¿Qué tienes en mente, Chris?

Él sonrió con emoción y empezó a narrar su plan.

Aún no era Rey, pero tenía algunos cambios en mente.


El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora