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Cuando Lauren despertó sobre una cama de piedra, no pudo evitar recordar a cuando estuvo encerrada en el castillo del Imperio del Noche. Claro que, ahí había despertado atada sobre un colchón blando y no sobre una dura piedra, pero la sensación era la misma; vulnerabilidad. Toda las partes del cuerpo le dolían y se le hacía difícil respirar; independientemente del dolor, no podía respirar porque le doliese, no, era como si no hubiese aire suficiente en el ambiente.

Como pudo intentó levantarse, dándose cuenta de que tenía algo presionando en su cuerpo, justo en las costillas y parte de la cintura. Era como una especie de barro seco.

Sabía que estaba oscuro. Demasiado. Pero gracias a sus dones felinos y su herencia del Imperio de la Noche, su visión pudo adaptarse lo suficiente para notar que se encontraba en una especie de cueva pues, el techo era bajo y las paredes eran de piedra cubiertas de arena.

Pequeños puntos de luz sobresalían de los muros; huecos rellenos de un líquido naranja y hasta burbujeante. Parecía fuego líquido ¿como pudieron hacer eso? De todas formas su función era casi nula pues igualmente la luz era poca.

Por una de las entradas que hacían de puerta se asomó alguien. Lauren observó que eran dos personas pero solo pudo identificar al hombre que parecía ser el jefe de aquella tribu. Detrás de él se escondía una joven. A la ojiverde le llamó la atención que ella si tuviese cabello. Un cabello largo, en realidad.

Ellos se acercaron a ella, pero Lauren no se inmutó. Había aceptado que ellos mismos fueron los que curaron su herida. No la habían matado, así que por algo debió ser. Tampoco tenía posibilidades de defenderse pues eran demasiados allí afuera.

El hombre se inclinó un poco ante Lauren.

—Hola.- su voz grave hizo eco en las piedras. La ojiverde notó que el hombre no hablaba del todo bien. Luego dijo otras palabras de las cuales ella no entendió, pero parece que la joven que lo acompañaba sí.

La joven misteriosa salió detrás de la espalda del mayor y se acercó despacio hacia donde se encontraba Lauren. La ojiverde la escaneó bajo la poca luz. Sus piernas torneadas parecían brillar en la oscuridad. A diferencia de las otras mujeres, esta joven sí tenía sus senos cubiertos por un trozo de tela, sin embargo, su abdomen relucía ante los ojos de Lauren. Debía admitirlo, era hermosa y le causaba mucha curiosidad su tono de piel. Jamás en la vida había visto seres como ellos.

—¿Estas bien?- Su voz era dulce, pero firme. Diferente a la del primer hombre.

—Sí.- respondió en tono bajo mirándola a los ojos —¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy?

Ella pareció procesar sus palabras durante un momento y luego respondió, menos fluido esta vez.

—Me llamo Normani Kordei y él es mi padre, Galeo.- explicó —Es el líder de los Obsidianos. Ahora mismo estás en nuestro hogar bajo el desierto.

Lauren parpadeó sorprendida. Jamás había escuchado hablar de los Obsidianos ¿acaso eran nuevos en la tierra? No estaba entendiendo nada.

Los Obsidianos fueron los primeros habitantes de tierra ubicados en el Imperio del Sol, pero a medida que fueron evolucionando, su siguiente generación los empezó a aborrecer por su color de piel y sus dones diferentes e independientes del Dios Sol. Les pusieron la idea de que ellos no eran dignos de la vida y poco a poco fueron excluidos del mínimo avance moderno que gozaba el territorio. Sufrieron humillaciones; señalados con el dedo por la mala imagen que daban ante los demás, abusos y violaciones ante sus derechos como seres humanos. Lentamente se redujeron a una pequeña tribu que se rehusaba a extinguirse, así que decidieron esconderse bajo la tierra.

—Yo... necesito salir de aquí. Debo buscar a Camila.- hizo el amago de levantarse, pero el dolor en sus costillas se hizo presente, impidiendo que pudiese siquiera moverse.

—No te irás hasta que nos digas tu identidad. Eres una intrusa en nuestra sociedad.

—Soy Lauren, Lauren jauregui y... soy la Diosa de la Tierra.- mintió para implantar algo de miedo en aquellos seres. Técnicamente no era una mentira pues eso le hicieron creer sus amigos y hasta ella misma estaba empezando a creer esa teoría.

Normani la miró confundida.

—¿Una Diosa?- ella volteó hacia su padre y ambos empezaron a hablar en su idioma. Las palabras que usaban ni siquiera sonaban parecidas a las que Lauren conocía.

—Tenemos años esperando a que ella nos libere del demonio rojo.

—¿Qué?

Normani se relamio los labios y respiró como preparándose para hablar. Parecía que se le dificultaba un poco, pero lo hacía bastante bien.

—Cuando era una niña, me perdí en la superficie en una de las búsquedas de comida y cometí el error de ver directamente al Sol. Esa bola amarilla en el cielo. Desde ese momento, puedo hablar el mismo idioma que ellos, los de la superficie. Ese día... casi muero en manos de mi padre por culpa de un hombre de cabello rojo. Él siempre está buscandonos para hacernos daño. Quiere desaparecer a toda mi familia. Por eso nos hemos estado moviendo en el desierto.

Lauren tragó grueso.

—He caído en una especie de remolino. ¿Eso lo hacen ustedes?- la joven de piel oscura asintió.

—Lo hacemos para capturar animales para comer. Antes salíamos, pero ese hombre nos tiene vigilados.

Lauren ya podía intuir quien era ese hombre. Nunca lo había visto, pero ganas no le faltaban ¿como podía alguien ser tan cruel? Andrew sin duda estaba desquiciado.

—Dices que hay una Diosa que los va a liberar de ese hombre ¿como es eso?

—La profecía no lo dice así exactamente.- dudó —Mi padre me contó la historia de una serpiente que le habló a mis ancestros, el animal les dijo que seriamos esclavos de un demonio rojo, pero que había una mujer que podía vencerlo y librarnos, pero para eso teníamos que luchar también. Hemos estado esperando por ella.

Lauren recordó la palabras de Dinah y en ningún momento la bruja le había dicho algo sobre liberar a una tribu, entonces, si no era ella ¿Quién era la misteriosa mujer? De todas formas su destino era destruir a Andrew y a Elena, así que no le importó si ella era la elegida para estas personas, de igual manera les ayudaría pues merecían poder ser libres.

—En cuanto me recupere, prometo ayudarles. Mi deber es vencer a Andrew. Él es el demonio rojo.

Los ojos oscuros de Normani se iluminaron un poco.

—Si eres la elegida, pasarás la prueba de la lava. Así podremos confiar en ti.

Lauren asintió segura. No sonaba algo malo y, además, si ella en realidad era la Diosa de la Tierra, podía superar cualquier prueba ¿verdad? Es decir, en más de una ocasión pudo haber muerto, pero ahí estaba, viva y con mucho para dar.

—Claro ¿qué tengo que hacer?

—Ya lo verás.

Normani se retiró de la cueva junto con su progenitor para dejarla descansar un poco, sin embargo, luego de tener una charla con el hombre mayor y contarle lo sucedido, esta no compartió su emoción pues algo dentro de sí le decía que esa joven de ojos verdes, Lauren, no era quien decía ser.

No te preocupes. Lo sabremos en la prueba de la lava. Si sobrevive, es a quien hemos estado esperando, pero si no, una lástima.- Galeo posó su mano en el hombro de su hija para calmar sus inquietudes, pero aún así Normani tenia sus dudas.

Solo esperaba que Lauren realmente los ayudara.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora