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—¡Más  fuerte!- vociferó el ojiazul con las manos detrás de su espalda mientras observaba a su amiga quien se encontraba sumergida hasta las rodillas en el agua helada y gritaba por estar sosteniendo enormes placas de hielo macizo sobre sus hombros.

Según la teoría de Luke, aquella era una buena forma de conectar con el frío de una manera relajante, pero Lauren lo consideraba una especie de tortura disfrazada, y ella no estaba dispuesta a seguir con las ideas absurdas de sus amigos. Ya había quedado demostrado de muchos modos que ella no era un habitante del Imperio del Hielo; así que, sintiendo sus piernas debilitarse a cada segundo que pasaba y sus brazos doblarse de una manera en la que no deberían doblarse, desistió soltando las enormes placas sobre el agua, haciendo salpicar un poco los pies de Luke que se encontraba al borde de la orilla.

—Es suficiente ¡me rindo!

En su iris brillante se podía observar el inicio del llanto silencioso debido a la decepción que le consumía al ser consciente de la realidad. Su cuerpo húmedo dio un salto para salir de la parte más baja del pozo; las gotas de agua escurrían de su vestido, cayendo en el suelo hasta perderse en la nieve. Luke se acercó con una sonrisa de medio lado, expresando con pena su decepción disfrazada de positivismo.

—Descansa un poco y después seguimos.

Lauren se sorbió la nariz y apretó los puños.

—No, es suficiente. Esto no tiene sentido, Luke.- dijo alejándose un poco del pozo.

El joven rubio iba a comentar algo ante la negatividad de su amiga, pero se interrumpió cuando por el rabillo del ojo divisó a una castaña muy familiar acercarse.

Vaya, al fin ha salido de su cueva. Fue lo que pensó el joven de ojos azules ante la inoportuna presencia de la hija del Rey Alejandro pues siempre prefería quedarse encerrada en la habitación por motivos de seguridad para ambos, ya que alguien podría verla y ella aún no soportaba la temperatura del entorno.

Camila caminaba a paso lento en la nieve arrastrando las mantas que la protegían de los vientos helados. Una vez se acercó lo suficiente, dio un sonrisa de dientes blancos para la ojiverde quien medio le sonrió de vuelta.

—¿Cómo va el entrenamiento?

Aunque por el rostro de ambos pudo suponer los resultados, igual se atrevió a preguntar.

—Tengo mucha fe en Lauren, solo se necesita más tiempo.- respondió Luke, pero Lauren rodó los ojos.

Camila sonrió tranquila y se acercó al borde del agua para estar junto a la ojiverde.

—También tengo fe.- dijo colocando su mano en el hombro de la pelinegra.

Un aura cálida se creó en segundos a su alrededor, quizás demasiado porque Lauren dejó de sentir el tacto de la castaña cuando de repente ambas cayeron al agua. El hielo bajo sus pies cedió quebrándose en trozos filosos y sus cuerpos quedaron desorientados en el pozo que se había creado.

Luke dio un paso hacia atrás sorprendido por el repentino suceso; sin embargo, no hizo nada por ayudar a las jóvenes féminas.

Camila rápidamente sintió el líquido entrar en sus pulmones, pero por suerte su cuerpo fue sujeto por el de Lauren quien se esforzaba porque ambas volvieran a subir a la superficie. Las dos trataban de mantenerse a flote, aunque el frío del agua poco a poco iba traspasando la piel de la morena, haciendo que su ropa se volviera el doble de pesada, un peso que lastimosamente el hielo no iba a poder soportar al momento de salir. Fue así como ambas habían caído en una especie de bucle pues cada que hacían fuerza para salir, el hielo cedía volviéndose a quebrar. Los brazos de Camila ya estaban perdiendo fuerza y Lauren comenzaba a desesperarse. Lo único que deseaba la ojiverde era que el maldito hielo estuviera lo suficientemente sólido para soportar el peso de las dos.

Sorpresivamente su deseo se volvió realidad al momento en el que sus manos se clavaron en el hielo duro para impulsar su cuerpo y caer en la nieve. Con la respiración agitada, rápidamente tomó los brazos de Camila para ayudarla a salir, halando con tanta fuerza que les hizo caer de espaldas y rodar lo más lejos posible del pozo.

La castaña empezó a toser toda el agua que tragó y Lauren se levantó furiosa buscando con la mirada al rubio, que seguía de pie en su sitio.

—Cielos, eso sí que fue extraño.- fueron las palabras de su amigo.

—¿¡Por qué no nos ayudaste?!

Luke sonrió de medio lado y se abstuvo de responder pues sabía que la respuesta no la tenía él.

—Al estar en un estado vulnerable, tu desesperación por querer vivir hizo a tus poderes salir naturalmente. Que Camila se haya caído contigo fue un detalle, ya que no sólo estabas luchando por ti, sino por salvarla a ella también.

La presencia de Sabrina les hizo voltearse. Al parecer, todo había sido un plan de ella para que los poderes de la ojiverde salieran a la luz.

—Desgraciada...- susurró Camila por lo bajo, pero Sabrina lo llegó a oír.

—Muchas gracias, Cabello. Ahora, ya sabemos que Lauren es una de nosotros. Luke te enseñará cómo usar tus dones sin hacer daño a nadie.- se dirigió esta vez a la ojiverde.

—Creo que he tenido suficiente por hoy.

—La guerra se acerca. No tenemos tiempo que perder.

Lauren suspiró mirándolos a los ojos. En sus miradas había esperanza y ella en realidad no podía defraudarlos.

Sin darse cuenta, un enorme peso cayó en los hombros de la pelinegra en ese momento. Su destino fue abriéndose paso en la realidad sin ninguna variante; ella tenía que vencer a todos y, por más que lo pensara, aún no encontraba la forma de hacerlo ¿era solo pelear contra los malos y ya? ¿Qué tenían ellos bajo sus mangas? Alejandro  y Elena tenían los años de experiencia en combate; no por algo eran los gobernantes de los Imperios más poderosos ¿Y Andrew? El único conocimiento en su memoria era que iba a ser el prometido de Sofía Cabello. Lauren desconocía sus movimientos, sus planes, inclusive el límite de sus poderes.

Sacudió la cabeza alejando aquellos pensamientos desgastados y se dirigió a sus amigos.

—Está bien, pero al menos déjenme cambiar de ropa y ayudar a Camila, se puede enfermar si sigue con esas prendas.

Ambos rodaron sus ojos ante la disposición de Lauren para con la morena, pero de igual manera accedieron a la petición de su amiga.

Arriba en la habitación, cuando terminaron de secarse y vestirse con ropas abrigadas para bajar y seguir con el entrenamiento, la mano de la ojiverde se detuvo en el pomo de la puerta, pero ésta nunca se abrió. Lauren se había quedado de pie, muy quieta, como si estuviese percibiendo algo.

—¿Qué sucede?- preguntó Camila, curiosa.

Lauren la miró seria, pero no le dio tiempo de decir palabra alguna cuando las dos sintieron el suelo temblar seguido de un inusual silencio.

—Algo está sucediendo, puedo oírlo.- susurró Lauren apretando la mandíbula.

Ambas se acercaron sigilosamente al balcón, pero no observaron nada fuera de lo normal, así que decidieron arriesgarse a salir por el pasillo, pero antes de que alguna abriese la puerta, Sabrina entró con la respiración agitada y una mirada que le dijo a Lauren todo lo que tenía que saber.

—Nos están invadiendo. Tienen que salir de aquí.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora