22.

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Dinah tenía la fuerza suficiente por si la ojiverde se ponía violenta. Hizo desaparecer la gran puerta de madera una vez que las manos de Lauren estuvieron sueltas. Sus poderes estaban comprimidos dentro de sí, pero debido al gran poder de la joven pelinegra, ella podría fácilmente romper el hechizo en sus intestinos, pero claro, Lauren no lo sabía y Dinah no estaba dispuesta a decirle tampoco.

—Espero te guste el queso. Nosotros mismos lo fabricamos aquí. La vacas son las mejores.- comentó casual. Lauren movió sus feroces ojos verdes hacia ella —Bueno, me callo.

A regañadientes, Lauren terminó de comer todo lo que había sobre la bandeja. Ambas chicas se quedaron en silencio por un momento, interrumpido minutos después por un fuerte sollozo por parte de la pelinegra. Ella se apoyó contra la cabecera de la cama, abrazando sus piernas mientras escondía su cabeza en ellas, dejando su largo cabello cubrir su cuerpo.

Dinah la mirada con lástima, notando como su cuerpo se sacudía y estremecía debido a la potencia del llanto. Así que decidió quedarse en silencio, dejando que Lauren se liberara un poco antes de volverle a poner las ataduras.

—Yo sólo... no puedo creer que mi padre me haya hecho esto ¿sabes? Tengo todavía tantas preguntas dentro de mi cabeza.- decía entre hipidos.

—Todo tiene un porqué, Lauren.

La anteriormente nombrada levantó la cabeza. Sus ojos aún estando rojos debido a las lágrimas.

—¿Por qué tiene que ser así... tan doloroso?

Dinah se acercó, suspirando. Escaneó el cuerpo de Lauren pensando en lo vulnerable que se veía ahora ¿cómo alguien tan poderoso podía verse tan pequeño? Aunque sentía pena por la chica, no debía interferir en los planes que derrapaba el destino para la joven de ojos verdes. Debía dejar que las cosas tomaran forma para que tiempo después las piezas encajasen. Sin embargo, Dinah siempre veía el lado bueno del destino de las personas, además, ella no era Dinah Jane si no hacía bromas al respecto. Era más divertido jugar con la curiosidad de los demás.

Una sonrisa se dibujó en su rostro cuando recordó algo. Sus ojos viajaron al pecho de Lauren. Un poco descubierto debido al gran camisón que cubría su cuerpo.

Ella hizo una mueca al ver la desgastada prenda.

No estaba a la moda.

—¿No te duele?- la bruja señaló un lugar específico sobre la piel de Lauren.

Lauren frunció el ceño, pero acercó sus dedos a la marca a la que se refería Dinah. Sus yemas hicieron contacto con la piel rigurosa, calentando su corazón al recordar cómo obtuvo la cicatriz.

Camila.

No había pensado en ella en mucho tiempo. Como si olvidara su existencia de un momento a otro.

—¿Debería doler acaso? Solo es una cicatriz.

—Me refería al recuerdo del cómo te la hicieron.

—Sorprendentemente, no. He aprendido a perdonar. Es decir, lo importante es que estoy bien ahora.

—Eso habla muy bien de ti. Así como perdonaste a Camila, podrás perdonar a tu padre.

—¿Cómo sabes que fue Camila quien me hizo esta cicatriz?

—Obviando el hecho de que fueron noticia durante días, soy bruja ¿recuerdas? No puedo ver el futuro, ciertamente, sin embargo, me llegan estas profecías que tengo que ordenar y...

—Espera, ¿me estás diciendo que sabes mi destino?, ¿tiene algo que ver esta cicatriz?, ¿por eso me estás diciendo todo esto?

—Eres muy preguntona.- Dinah rodó los ojos —Pero inteligente. Ya te dije que todo tiene una razón, Lauren. No importa que tomemos otras decisiones, no importa que hagamos otros actos, no importa cuantas veces tratemos de evitar lo inevitable, si tu destino está escrito, pasará de cualquier forma tal cual como se predijo.

Dinah se levantó de la cama y chasqueó sus dedos. Lauren sintió un fuerte tirón dentro de su estómago que en vez de hacerla encogerse del dolor, se estiró de nuevo en la colchón; seguidamente, sus extremidades volvieron a estar atadas a la cama.

—Demonios, pudiste haberme pedido que me acomodara.- se quejó, pues aún sentía dolor dentro de sí.

—Así es más divertido.

—Maldita...- susurró por lo bajo, pero no lo suficientemente bajo porque Dibah la escuchó y en vez de enojarse, se rió.

La puerta de madera volvió a aparecer ante sus ojos, pero antes de salir, Dinah se giró hacia ella y empezando a mover sus manos en círculos. Una especie de neblina se formó alrededor de Lauren quien se asustó. El camisón desapareció; ahora sus piernas eran abrazadas por un pantalón negro rasgado en las rodillas acompañado de una camisa del mismo color para cubrir su torso.

Dinah se llevó la mano izquierda a la barbilla, admirando su diseño. Volvió a chasquear sus dedos, haciendo vestir a Lauren una chaqueta de cuero negro. Luego negó con la cabeza chequeando sus dedos otra vez, desapareciendo la chaqueta.

—Ibas a llamar la atención de Flex con esa chaqueta. Tómalo como un favor, Jauregui.- terminó diciendo con un guiño.

—¡Espera! No... ¿no puedes darme una manta? Hace frío aquí...

Dinah solo sonrió sospechosamente.

—Ya encontrarás la manera de encontrar calor, Lauren.

Y sin más, se fue, y junto con ella, la puerta desapareció también.

Lauren maldijo por lo bajo a la joven bruja, aunque internamente agradeció por el cambio de ropa. Nunca se había puesto pantalones, pero descubrió que son extremadamente cómodos sin la necesidad de estar cerrando la piernas y pensar que algo demás se le estaba viendo, ya que la posición en la que estaba anteriormente con el camisón daba mucho espacio para miradas indeseadas.

Entonces, Lauren se preguntó cómo demonios iría al baño si estaba atada. También se preguntó si quedaría en la oscuridad absoluta cuando todas las velas se consumiesen, y ¿por qué si no había ventana, tenía tanto frío?

Volvió maldecir.

No valía la pena gritar sabiendo que nadie la escucharía. Nadie le prestará atención porque ella ahora era una prisionera.

Maldijo a la Reina Elena por haberla sacado de su hogar.

Maldijo a su padre por mentirle.

Maldijo a Dinah por dejarle curiosa con respecto a su destino.

Y por último, maldijo a Camila Cabello por hacerle calentar el cuerpo de una manera que ni Lauren sabía cómo, pero con tan solo pensar en su nombre, su corazón bombeó sangre caliente a través de sus venas.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora