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Una punzada de dolor se instaló por toda la extensión del lado izquierdo de su cuerpo. Le dolían los huesos y estaba segura que nunca en su vida tendría la piel tan magullada. El sabor a sangre seca lo saboreó una vez sus cinco sentidos pudieron estar relativamente enfocados para recordar lo sucedido. Camila empezó a toser un poco, haciendo mover sus extremidades lentamente en caso de notar alguna otra herida. Inmediatamente supo que una fina capa de nieve la cubría, así que de manera lenta se levantó y sacudió el exceso de los copos helados, lográndose sentar de manera correcta ignorando el ardor en su espalda debido a la caída.

Suspiró con soltura recogiendo un poco de aire fresco.

Dioses. Aún no podría creer que la vida le estaba dando otra oportunidad, pero a fin de cuentas ¿dónde estaba Lauren? El corazón de la castaña empezó a latir de manera veloz al recordar a su compañera.

Escaneó el panorama con detenimiento. Un horizonte blanquecino adornado de un hermoso cielo azul claro, molestó un poco la visión de Camila. Parecía un desierto.

Se levantó con cautela en caso de que alguien estuviese acechando y buscó a Lauren bajo la densa nieve, encontrando su cuerpo desnudo a unos cuantos pasos de donde se encontraba ella, incluso divisó el saco de provisiones.

Las palmas de la ojiverde estaban cubiertas de sangre y una gran cantidad de ampollas se arrastraban desde sus piernas, cadera y abdomen. Camila también observó un corte en su ceja que le hizo oprimir el pecho del susto pues todo el estado de la pelinegra se veía desastroso, haciendo dudar incluso si seguía con vida.

Camila primero se acercó al saco de provisiones en busca de mantas para cubrir la desnudez de la chica de piel blanca. Su pecho subía y bajaba lentamente, algo que la morena agradeció internamente pues era un signo de que seguía respirando y que solo estaba inconsciente por la extrema caída.

Con mucho cuidado limpió los cortes y las costras que se formaron en su cuerpo por el contacto directo del hielo; enrollando sus manos y pies en telas gruesas para no exponer más su delicada piel, luego la acogió entre las mantas y sus propios brazos recordando la cantidad de veces que la misma Lauren había usado esa técnica para darle calor en ocasiones anteriores.

Cerrando sus ojos con la esperanza de que Lauren despertara lo más pronto posible, Camila se movió en un balance lento donde apretó los hombros de la pelinegra y sonrió leve al percibir aquella conexión que se empezó a formar cada que vez que estaban juntas de una manera tan íntima y especial. Era como si una fuerza sobrenatural las cubriera con un manto invisible de magia y poder, atrapandolas en una burbuja irrompible donde sus mentes y corazones se entrelazaban en un solo.

Despierta, mi Lauren. Tenemos que salir de aquí. Fue lo que repitió la castaña en su mente sin ser consciente de cuánto tiempo estuvo en la misma posición, sólo supo unos momentos después que su plan fue fructífero gracias a que la ojiverde empezó a remover su cabeza bajo la barbilla de la morena.

—Me duele todo...- susurró bajito —Pero al menos estas junto a mi.

Camila sonrió ante las palabras de Lauren, dejando un pequeño beso sobre su oreja para posteriormente ayudarle a levantarse.

A Lauren también le molestó un poco el panorama ante sus ojos. El color blanco de la nieve junto con los colores azulados del cielo hacia el día brillante, dificultando incluso su vista.

—¿Hacia dónde nos dirigimos?- preguntó mirando a su alrededor.

Camila hizo lo propio, deteniéndose por un instante observando un punto en específico hacia el este. Esforzó su visión lo más que pudo, sintiendo de inmediato los rayos del sol atravesar sus iris.

—En aquella dirección se encuentra la frontera de mi Imperio.

—Excelente. Empecemos a caminar.

Camila se mordió el labio, pensativa.

—Estoy entrando en muchas dudas, Lauren. Esta frontera es la menos cruzada por nosotros debido a la hambruna del desierto y... no creo que tu puedas llegar ahí. Ni siquiera estoy segura de poder orientarme correctamente.

Lauren sonrió como pudo, haciendo brillar sus ojos verdes, pero Camila solo pudo detallar el corte en su ceja.

—Hemos sobrevivido a tantas cosas, Cabello. Un desierto no va a detenerme ahora que he descubierto que soy prácticamente invencible.

La joven morena rodó los ojos ante el egocentrismo de su compañera.

—Muy bien, andando.

***

—¿Aún crees que fue una buena idea empezar una guerra?- preguntó Noah mientras jugaba con una manzana observando a su primo Andrew quien se encontraba sentado en el trono del Rey Alejandro.

—Por supuesto. Dejaré que Elena y Alejandro se destruyan entre ellos, así no tendré que hacerlo yo mismo. Una vez que ambos mueran, me casaré con Sofía para tomar este Imperio en mis manos.

—Pero... aún te queda la hija de Arthur, Lauren Jauregui.

El pelirrojo subió la ceja ante el argumento del castaño.

—Lauren Jauregui es una joven ingenua. Apostaría que desconoce el nivel de sus poderes.- suspiró —Si tan solo supiera algo de ella... podría persuadir lo que sea que le metió Elena en la cabeza.

Noah asintió, pero aún así veía a su primo muy confiado en sus planes.

En ese momento, la Reina Sinuhe entró de improvisto dentro del gran salón. La mujer mayor se sorprendió al notar la presencia de un desconocido dentro de su hogar ¿Quién había permitido la entrada de ese joven? La Reina atribuyó un abuso de poder por parte de su yerno al estar tomando órdenes propias en el castillo. No era la primera vez que el pelirrojo se ponía una especie de corona sobre su cabeza.

—¿Qué haces en el trono de mi esposo, Andrew? Pensé que habías ido con Alejandro hacia el Imperio de la Noche como lo haría un futuro buen Rey al luchar por sus tierras.

El pelirrojo rodó sus ojos tras escuchar la voz de la mujer.

—Alguien tenía que poner orden en el Imperio del Sol.

—Para eso estoy yo aquí, Andrew. Soy la Reina.

Andrew se rió mirando a Noah.

—No, señora. Usted no es nadie en esta historia.- comentó bajándose del trono y caminando lentamente hasta ella mientras sacaba una filosa espada de entre su ropa.

El joven castaño se giró apenado pues sabía lo que se venía. Noah clavó sus dientes en la jugosa manzana con la esperanza de ocultar el sonido del cuello degollado de Sinuhe.

El Espacio Entre Nosotras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora