𝕼𝖚𝖎𝖓𝖙𝖔

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Por fin era viernes y luego del final de las clases era el torneo de ajedrez, y Lena no podía estar perdida en su mente pensando en la rubia misteriosa que la besaba apenas se le ponía enfrente, así que decidió que debía descubrir el rostro tras el labial con sabor a fresa.

Jugar ajedrez era como su segunda naturaleza, por lo que pensar en aquella chica no sería un problema, confiaba plenamente en que podría centrarse sin ningún problema a la hora del torneo, pero se conocía y sabía perfectamente que una vez iniciada la partida, ella no le prestaría atención a nada que no fuera el tablero entre ella y su contrincante.

Ella era Lena Luthor, la mejor jugadora de ajedrez del instituto, por el amor de Dios. Sería pan comido.

Pero tenía la teoría de que la chica misteriosa esperaba el momento donde estuviera distraída para atacar -si a un beso se le pudiera llamar un ataque, claro- y durante el torneo sería una gran oportunidad, así que necesitaba la ayuda de alguien.

—¿Samantha? —Llamó a la chica castaña que se ataba las agujetas en una de las bancas de la cancha de atletismo.

—Oh, Lena, hola —respondió la aludida con expresión de extrañeza—. ¿Necesitas algo?

—Qué gracioso que lo preguntes, porque de hecho, sí —murmuró con una sonrisa tranquilizadora en los labios.

—De acuerdo —Samantha se puso de pie y cruzó los brazos a la altura del pecho—. Verás, hay distintas técnicas para correr, creo que te serviría...

—¿Qué? No —Lena rodó los ojos—. Necesito que me ayudes a atrapar a una chica. Su pasatiempo favorito es besarme cuando estoy distraída y...

Su explicación se vio interrumpida por su propio jadeo cuando alguien la tacleó y ese alguien cayó encima de ella. La ojiverde se quejó por el golpe contra la cancha y Samantha dio unos pasos hacia atrás, asombrada y conmocionada al ver que la chica rubia que había tirado a la presidenta del Club de Ajedrez, la besaba de forma rápida y firme mientras esta se lamentaba con los ojos apretados.

Apenas un segundo después, la rubia salió corriendo disparada, lejos de la cancha de atletismo.

La castaña se colocó en cuclillas para cerciorarse de que Lena estaba bien y de forma cuidadosa la ayudó a sentarse en el concreto, la ojiverde maldijo a la rubia antes de dirigirle a Samantha una mirada furiosa.

—¡Debías atraparla!

—¿Qué? —La castaña resopló con incredulidad—. Estaba demasiado preocupada por ti como para pensar en correr tras ella. ¿Qué demonios fue eso, Luthor?

—Mierda —gruñó Lena al sentir un pinchazo de dolor en el brazo y darse cuenta de que la rubia había logrado huir de nuevo.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora