𝓒𝓾𝓪𝓭𝓻𝓪𝓰𝓮𝓼𝓲𝓶𝓸 𝓷𝓸𝓿𝓮𝓷𝓸

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Ese domingo, Lena tuvo que ponerse un vestido lindo, los zapatos más sosos y estúpidos en su armario y tuvo que recoger su cabello en una coleta perfectamente atada para ir a misa.

La señora Rosson -su vecina al lado derecho- se las arregló para al fin convencer a los Luthor de ir a misa ese domingo, y en un ataque de histeria y bajo chantaje emocional, Lionel había espetado que sí, y si bien fue más que nada para hacer callar a la mujer que seguía con la misma perorata de quince minutos atrás, diciendo que solo los justos heredarían el reino del señor -¿cuál señor? Le preguntó Lena, y la mujer le dedicó una mirada furibunda en lugar de responder-, las consecuencias fueron horribles.

Al final la mujer ganó y la ojiverde maldijo a la mitad del universo, pero tomó asiento en la banca, y sus padres dejaron salir suspiros resignados antes de sentarse a sus costados con expresiones aburridas idénticas en sus rostros. La señora Rosson les sonrió desde la primera banca, y Lillian esbozó una sonrisa falsa antes de saludarla de regreso.

—¿A qué hora termina esto? —Cuestionó Lionel con expresión pesarosa.

—Ni siquiera ha dado inicio —respondió Lena en tono bajo, casi entre dientes, mientras trataba de mantener el control.

—Gracias por hacer un infierno del domingo familiar que tenía planeado, querido —espetó Lillian de forma acusatoria—. Ahora Lex se encontrará con una casa vacía en lugar de su amorosa familia.

Ah, sí, Lex regresaba de su viaje por Narnia o algo así.

Honestamente, Lena no tenía ni idea de dónde había estado metido su hermano, solo tenía claro que con él allí, oficialmente se vería inundada en un tsunami de bromas estúpidas y mayormente dolorosas como cada vez que estaba de visita.

En serio, ¿por qué todo en su vida debía ser tan horrible?

—Oh, no sabía que Kara fuera religiosa —murmuró Lillian luego de mirar discretamente hacia la entrada—. Eso definitivamente le resta puntos.

—Definitivamente —concordó Lionel con una sonrisa burlona—. Si los justos heredarán el reino del señor, nosotros los Luthor heredaremos las tinieblas.

—Bueno, papá, es lindo saber que podrás ser socio del tipo malo allá abajo —Lena dejó salir una risa y luego añadió—: Incluso podrías hacer uno de esos tratos terribles y sacar su culo azufrado del averno para que los Luthor reinen.

Los tres se rieron, pero guardaron la compostura cuando Kara se detuvo frente a su banca con expresión dudosa, detrás de ella estaban de pie sus padres, torpemente esperando algo. Tal vez.

—Directora Luthor, señor —la rubia los saludó con un asentimiento respetuoso, pero al dirigirse a la más joven de los Luthor, una sonrisa tonta inundó su rostro—. Hola, Lena.

—Hola, Kara —Lena devolvió el saludo de forma tímida y con las mejillas sonrojadas.

—Hili, Kiri —Lionel imitó a su hija en un tono de voz chillón.

Los padres de Kara, Lillian y la propia Kara se rieron, pero la ojiverde lo golpeó en las costillas para que guardara silencio y luego frunció el entrecejo.

—Oh, uhm, señores Luthor, ellos son mis padres. Zor y Alura El —la rubia hizo las presentaciones de forma breve—. Y, eh... ellos son los señores Luthor, padres. La chica linda en medio de ambos es Lena.

—Es un gusto al fin conocerlos —comentó Alura con una sonrisa apenas perceptible—. Tal vez deberíamos cenar algún día para hablar de la extraña naturaleza en la relación entre nuestras hijas, o algo así.

—Oh, pues ahora que lo mencionan... —empezó a decir Lionel.

—Señores El, ¿les gustaría sentarse con nosotros? —Ofreció Lena en tono amable, y cuando los padres de Kara asintieron, se dirigió a su madre—. Me gustaría sentarme al lado de mi novia, por favor.

La mujer en la banca de atrás escupió un "asquerosamente inconcebible" al escuchar a la ojiverde, entonces Lillian se giró brevemente para dirigirse a ella antes de espetar:

—Lo único asquerosamente inconcebible aquí es la forma en que su cabello sobresale de ese estúpido sombrero que lleva puesto y que está fuera de temporada —zanjó con una sonrisa ampliamente falsa—. Mi hija solo está amando a alguien más. Gracias.

Como para demostrar su punto, Lillian se movió para hacerle espacio a Kara, Lena esbozó una sonrisa burlona en dirección a la mujer y, una vez que la rubia se instaló a su lado, la tomó por las mejillas para besarla justo en las narices de la homófoba esa.

—Además —continuó Alura antes de tomar asiento al costado de Lillian—, ¿nadie le dijo que el estampado floral no se lleva bien con los cuadros?

Kara y Lena entrelazaron sus manos sobre el regazo de la ojiverde y dirigieron sus miradas al frente con sonrisas idénticas en sus labios al percatarse del frente unido que mostraron sus madres.

Zor, Alura, Lillian y Lionel conversaron en voz baja durante todo el tiempo que duró la misa.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora