𝖁𝖎𝖌𝖊𝖘𝖎𝖒𝖔𝖈𝖚𝖆𝖗𝖙𝖔

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Tirada sobre su espalda en el patio delantero mientras Masha le lamía el rostro y se posiciona sobre ella, Lena dejó salir una risa eufórica. Había pocas cosas que disfrutaba tanto como jugar con su cachorra, y quería creer que Masha pensaba lo mismo.

Había planeado llevarla al parque a jugar un rato al ser sábado, pero su patio también era enorme y podrían jugar allí en lugar de ir a un lugar bullicioso lleno de niños torpes que solían correr sin detenerse a ver alrededor, ocasionando que a veces, cachorros indefensos fueran lastimados.

—Qué linda sonrisa tienes aquí, cosita hermosa —murmuró la ojiverde al tiempo que acunaba el hocico de Masha con una mano y usaba la otra para frotarle la barriga—. ¿Quieres un premio?

Por obvias razones, Lena no esperaba una respuesta verbal, pero una voz delicada la llamó desde el otro lado de la reja, lo que hizo que Masha saliera de encima de su dueña y gruñera en dirección a la rubia, quien tragó saliva de forma forzada y dio dos pasos cautelosos hacia atrás. Las orejas de la cachorra estaban en alto y mostraba sus incisivos de forma amenazante.

—Ah. Hola, Kara —la saludó la ojiverde al tiempo que rodaba sobre su estómago para quedar boca abajo en el césped—. ¿Vienes a jugar conmigo y Masha?

Al escuchar su nombre, la cachorra movió su cola con efusividad, y Lena le regaló una caricia delicada en la cabeza, pero apenas Kara volvió a hablar, Masha volvió a su posición alerta.

—Me gustaría hablar contigo, si eso está bien —comentó con cautela, y la ojiverde frunció el entrecejo con confusión.

—¿No es lo que estamos haciendo?

—A lo que me refiero es a que me gustaría decirte algunas cosas —dijo al fin, y desvió la mirada apenas una milésima de segundo para cerciorarse de que la cachorra seguía en su lugar—. También me preguntaba sobre lo que sucedió ayer...

—Muchas cosas sucedieron ayer —Lena por fin se puso de pie e hizo su camino hacia la reja que la separaba de Kara—. Sácame de una duda, ¿de dónde eres?

—Kiev —respondió la rubia de forma automática—. Ahora tú respóndeme algo.

—Uhm... no prometo nada —murmuró la ojiverde al tiempo que colocaba sus codos sobre la reja, lo que hizo que Kara se acercara para también apoyarse en ella—. Dispara.

—¿Por qué ayer me besaste de forma tan brusca cuando estaba hablando con Imra? No es que me haya molestado, pero...

—¿Cómo? ¿Así?

De forma rápida, Lena la tomó por las mejillas con la misma fuerza del día anterior -más que nada porque recordó la manera demasiado amistosa en que habló con Imra- y la besó con fuerza.

Kara jadeó a causa de la sorpresa, y cuando la ojiverde separó sus bocas, tardó un segundo más en soltar sus mejillas, mismas que estaban ruborizadas de forma tenue, y al igual que el día anterior, sus labios quedaron enrojecidos y decididamente besables luego del arrebato de Lena.

—Tengo una idea —murmuró la ojiverde al tiempo que daba un par de pasos hacia atrás -hasta llegar a donde Masha estaba, pues no se había movido de su lugar, seguía en posición alerta- y se humedeció los labios—. ¿Por qué no abres la reja, entras y conversamos en mi sala?

Kara tragó saliva y miró con duda en dirección a la pastor belga, misma a quien Lena le regaló una caricia en medio de las orejas antes de empezar a caminar al interior de la casa. Masha permaneció en su lugar, observando detenidamente cada movimiento de la rubia.

—Te espero adentro, ¿de acuerdo? —La ojiverde dedicó una última mirada por encima de su hombro y esbozó una sonrisa maliciosa—. Prepararé té.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora