𝐒𝐞𝐩𝐭𝐮𝐚𝐠𝐞𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨

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El miércoles luego de la clase de educación física, Lena se rió sin aliento al percatarse de que Diana estaba haciendo idioteces de nuevo.

Se suponía que estaban trotando alrededor de la cancha de baloncesto para finalizar la clase, pero la chica griega se las arregló para empezar a correr de una forma que se veía demasiado torpe y absolutamente sobreactuada -pero la ojiverde sabía que había más precisión en esas zancadas aparentemente descuidadas que en su vida en general-, lo que tenía a Lena sin aliento a causa de la risa y a Diana absolutamente divertida al ver que su amiga casi no podía respirar por sus idioteces.

—Muy bien, a las duchas —espetó la entrenadora mientras escribía algo en una hoja—. Prince, recuerda que el equipo tiene práctica hoy luego de clases.

—Por supuesto, entrenadora, estaré allí —expresó la chica griega antes de sonreír en dirección a Lena—. ¿Vas a acompañarme? Extraño tu expresión idiota viendo a mis compañeras.

La ojiverde rodó los ojos y alzó la parte inferior de su camiseta para secarse el sudor del rostro mientras Diana bebía de su botella con agua, misma botella que Lena robó y casi terminó luego de eliminar la mayoría de sudor en su rostro sonrojado a causa de la actividad física.

—Lo siento, Kara tiene práctica y soy su animadora —la ojiverde se encogió de hombros y su amiga rodó los ojos, sin embargo, Lena le dedicó un puñetazo sin fuerza al brazo de la chica griega y dijo—: Qué brazo tan escuálido, Prince.

—Tu trasero es el escuálido —masculló Diana—. Sé y sabes que podría levantarte sobre mi hombro sin ningún problema.

La ojiverde volvió a reírse a causa de la expresión aburrida en el rostro de su amiga, pero casi inmediatamente jadeó a causa del susto cuando Diana -en un movimiento casi sobrenatural, demasiado practicado y absolutamente innecesario- la colocó sobre su hombro justo como dijo un momento antes.

Lena lanzó sus manos a sujetarse de cualquier parte que pudiera para evitar caer de boca al piso debido a la forma en que Diana la estaba cargando -o sea, básicamente sí sobre su hombro, lo que le obsequiaba a la ojiverde una bonita primera plana del piso que su amiga dejaba atrás mientras caminaba hacia la salida del gimnasio-, por lo que una de sus manos empleó un agarre férreo en la parte baja de la camiseta de la chica griega y la otra cayó directamente sobre su cintura.

—¡Diana! —Exhaló Lena casi sin aliento.

—Oye, sonaste casi como Samantha cuando...

—Eres repugnante, Prince —masculló la ojiverde—. Espera, ¿por qué dejaste de caminar? Ya me gustó ser llevada en brazos como la Diosa que soy.

Un segundo después, la chica griega la maniobró de tal forma que Lena terminó mareada y en posición nupcial en los brazos de alguien más, y cuando alzó la mirada, se encontró con los iris azules de su novia, lo que la hizo sonreír y la aludió para pasar los brazos alrededor del cuello de la chica ucraniana antes de besarla en los labios de forma cariñosa.

—Hola, hermosa, justo estábamos hablando de ti —expresó la ojiverde con una sonrisa, aún abrazada al cuello de su novia—. Le estaba diciendo a Diana que...

—Lena —la rubia la interrumpió, lo que en sí mismo fue extraño, porque incluso Diana la miró con confusión—, no estoy segura de querer divorciarme de Diana.

La chica griega empezó a toser de forma brusca y se sonrojó a causa del acceso de tos, mientras tanto, Lena le dedicó a su novia una mirada extrañada y dejó salir una risa a causa de la broma, solo que... aquello no era una broma, si la expresión resuelta en el rostro de Kara era una indicación.

—Espera un maldito momento —espetó la ojiverde antes de removerse entre los brazos de su novia, lo que hizo que la chica ucraniana la colocara sobre sus pies rápidamente—. ¿Cómo demonios podrías no estar segura de divorciarte de mi mejor amiga?

—Escucha, es que...

—¡Es que nada! —Lena chilló en voz baja en medio del pasillo casi vacío. Diana se mantuvo al margen, atenta a si debía interferir y tratar de someter a una Luthor furiosa—. ¿Qué demonios, Kara?

—No es por lo que crees —la rubia aclaró rápidamente—. Diana ni siquiera es mi tipo.

Ante eso, la chica griega no pudo mantenerse en silencio.

—¿Disculpa? —Diana dejó salir una risa escueta y falsa y colocó las manos sobre sus caderas para adoptar una posición defensiva—. Soy el tipo de cualquiera, El, ¿qué demonios?

—¿Acaso estás diciendo que mi mejor amiga es fea?

—¡No! —Se apresuró a decir la chica ucraniana—. No pongas palabras en mi boca.

—Voy a poner un puñetazo en tu boca si no...

—Hola, chicas, ¿qué sucede? —Cuestionó Andrea llegando de la nada y afortunadamente interrumpiendo la amenaza de Lena—. ¿Por qué se ven tan tensas?

—Lena está a punto de empezar a repartir puñetazos —explicó la chica griega brevemente.

—Y esa es mi señal para irme —murmuró la quarterback antes de hacer precisamente eso.

Diana la miró con expresión confusa mientras Kara y Lena seguían discutiendo, pero relajó su entrecejo fruncido cuando observó que Barbara la saludaba con una mano desde el otro lado del corredor, por lo que alzó una mano y la saludó de regreso.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer otra cosa, una mano brusca la golpeó en la cabeza y la hizo girarse con expresión homicida porque no iba a tolerar algo así, pero se quedó en silencio al percatarse de la mirada iracunda que su novia le estaba dedicando.

—Amor, ¿qué está...

—Amor nada —espetó la corredora—. ¿Quién demonios es Barbara Minerva y por qué todos están diciendo que saliste con ella ayer, Prince?

Las miradas de Kara y Diana se encontraron por un segundo pero fue suficiente para que las dos supieran lo que debían hacer.

Ambas salieron corriendo por el pasillo sin mirar atrás mientras Samantha y Lena las maldecían.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora