𝕾𝖊𝖝𝖙𝖔

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Lena creía que los sábados por lo general eran de flojera, pero Samantha la invitó a caminar durante la mañana luego del desayuno, por lo que en ese momento estaban caminando en silencio por la acera.

Le había hecho más de dos docenas de preguntas respecto al momento en que fue tirada al piso y besada por quinta vez, pero lo cierto era que la castaña había estado más preocupada por el bienestar físico de su amiga que por quién había hecho tal atrocidad, lo que ocasionó que no fuera de mucha ayuda en la cruzada del descubrimiento de la ladrona de besos.

De cualquier forma, Lena no pensaba darse por vencida y estaba firmemente convencida de que encontraría a la idiota.

—Ni siquiera sabes si es la misma chica —comentó Samantha con las manos dentro de los bolsillos de su sudadera—. Tal vez algunas chicas rubias vieron lo que hizo la del lunes y decidieron copiar su acción.

—Lo dudo. Solo la he visto de espaldas, pero siempre es el mismo tono de rubio y el mismo labial con sabor a fresa. El jueves descubrí que usa champú de frutos rojos.

La corredora dejó salir un suspiro y siguió caminando, la ojiverde a su lado seguía dándole vueltas a la poca información que poseía de la misteriosa ladrona de besos.

—¿Por qué no haces una lista de todas las rubias que asisten al instituto? —Se burló la castaña.

—Samantha, es una idea maravillosa —Lena jadeó mientras el brillo de la emoción destellaba en sus iris verdes—. ¡Eres brillante!

—¡No! Solo era una broma.

Cualquier respuesta que la ojiverde fuera a ofrecer se vio interrumpida por un ligero toque en su hombro, seguido del cual la giraron de forma brusca y buscaron sus labios de forma torpe. Lena se mareó y perdió el equilibrio gracias al movimiento repentino, pero Samantha la atrapó a tiempo cuando la rubia la soltó para echarse a correr.

Sabiendo que Lena iba a molestarse si no iba tras la chica, la castaña la soltó y la ojiverde cayó de culo al piso por segunda ocasión en la semana, pero sonrió ampliamente al ver que Samantha emprendió carrera tras la ladrona.

La castaña corrió con todas sus fuerzas, y estando apenas a unos pasos de alcanzar a la rubia y tomarla por la sudadera, un cuerpo impactó contra el suyo en forma de tacle. Tanto Samantha como la chica que la interceptó (presumiblemente para ayudar a escapar a la rubia) terminaron rodando por el césped colina abajo por el parque en una maraña de extremidades y lamentos, chillidos, maldiciones y jadeos.

Una vez que dejaron de rodar colina abajo, la castaña dejó salir una palabrota y la chica que terminó encima de ella jadeó. Los cabellos rojizos y cortos le cubrían ligeramente el rostro, pero Samantha pudo ver sus rasgos de todas formas.

—¿Qué demonios?

Unos segundos después Lena llegó corriendo a donde ambas seguían tiradas, con el rostro desencajado en una mueca de horror y la respiración agitada.

—¿La atrapaste? —Cuestionó casi sin aliento.

—Estoy bien, gracias por preguntar —se quejó la castaña al por fin quitarse de encima a la pelirroja—. Lo siento, escapó, pero tenemos una rehén.

—¿Quieres decir la pelirroja que va corriendo hacia allá? —Lena rodó los ojos y extendió su mano para ayudar a Samantha a ponerse de pie.

—¡Mierda!

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora