𝚆𝚘𝚗𝚍𝚎𝚛𝚛𝚎𝚒𝚐𝚗 * [Extra]

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Samantha jadeó y sujetó con fuerza el cabecero de la cama cuando sintió el rastro húmedo que la boca de su novia dejó desde su pecho hasta su vientre, y se tensó cuando el cabello oscuro de Diana rozó sus muslos desnudos. Luego, sin poder contener la urgencia, llevó su mano derecha a la parte posterior del cuello de la chica griega y la obligó a bajar hacia sus "partes de chica".

La corredora estaba tratando de no ser ruidosa al respecto porque odiaba cuando su novia se ponía presumida, pero cuando la lengua de Diana giró suavemente sobre su clítoris, lo que amenazó con ser un gemido alto y arrastrado raspó su garganta, la presión en su haz de nervios empezó a ser cada vez más insoportable y difícil de manejar.

No era que pudieran culparla. La chica griega era bastante buena en lo que hacía, y como plus, Samantha estaba bastante sensible porque su período estaba cerca.

Estaría preocupada por la nariz de Diana si no fuera humana, de verdad, porque no había forma de que sus caderas se quedaran quietas cuando su novia estaba entre sus piernas.

Su relación de noviazgo era bastante nueva todavía, pero lo que no era nuevo era el hecho de que aprovechaban cualquier oportunidad para menguar sus libidos. La corredora no estaba segura del todo, pero sospechaba que era la primera vez que tenían relaciones sexuales propiamente en una cama.

—Maldita sea, Prince —articuló la castaña casi sin aliento cuando la chica griega sujetó y extendió sus piernas para que le diera espacio. Sentir que estaba atrapada solo aumentó la sensación de calor en su vientre bajo—. Voy a... —jadeó en un hijo de voz.

"Señorita Prince" la voz estática de una guardia de seguridad sonó apresurada a través del walkie talkie sobre el tocador de la basquetbolista. "El auto de su madre acaba de ingresar al residencial".

Samantha se quejó en voz alta cuando la chica griega abandonó el lugar entre sus piernas y empezó a vestirse de forma apresurada mientras se limpiaba la boca con un pañuelo húmedo. Diana casi tropezó mientras se ponía una camiseta -sin sujetador debajo- y se colocaba unos shorts vaqueros, luego corrió hacia su tocador y tomó el walkie talkie para responder.

—Gracias, Venelia. Eh... te debo una —balbuceó de forma apresurada.

La corredora rodó los ojos y llevó su mano al lugar entre sus piernas para terminar por sí misma, y no le importó que su novia no le estuviera prestando atención por estar abriendo ventanas y encendiendo la ventilación, de hecho, ignoró la presencia de Diana y cerró los ojos mientras se concentraba en hacer círculos rápidos y descuidados sobre su clítoris.

—Arias, ¿qué demonios? —Casi chilló la chica griega al darse cuenta—. ¡Mi madre está por llegar!

—Maldición, también yo —exhaló Samantha de forma entrecortada.

Los ojos de la chica griega buscaron de forma inconsciente el lugar entre las piernas de su novia -que brillaba con humedad y se veía bastante llamativo- y sus pupilas se dilataron cuando se percató de lo mucho que Samantha parecía estar disfrutando de su autocuidado, pero decidió salir de su habitación aún si los suaves gemidos de su novia la invitaban a volver a la cama y ayudarle.

Diana había tomado asiento en el sofá y acababa de encender la televisión cuando su madre ingresó por la puerta. Briska rápidamente salió a encontrar a Hipólita y la chica griega se tensó ligeramente en su lugar porque su madre siempre podía leerla sin dificultad y le avergonzaba haber estado con el rostro entre las piernas de su novia tan solo un par de minutos antes.

Usualmente, cuando Hipólita volvía de un viaje, la chica griega se acercaba y le daba un abrazo y un beso en la mejilla, pero en esa ocasión se abstuvo porque algo le decía que su madre sabría exactamente lo que había estado haciendo apenas se acercara.

—¿Estás viendo un programa de cocina, Diana? —Cuestionó la mujer con el entrecejo fruncido, luego dejó su bolso en un sofá, se quitó el abrigo y se inclinó para tomar en brazos a Briska—. ¿Planeabas preparar la cena?

—De hecho... sí, madre —exhaló la chica griega con cierta dificultad—. Pensé que ibas a llegar por la noche y yo... había planeado una cena contigo y mi novia. Para que se conocieran.

Hipólita alzó una ceja, pero asintió antes de tomar un lugar al costado de su hija, quien volvió a tensarse debido a la cercanía. Sin embargo, antes de que la mujer pudiera decir algo, Samantha apareció por las escaleras, vistiendo una de las sudaderas de su novia y unos vaqueros desgastados.

—¿Lena te dijo que sí? —Cuestionó Hipólita luego de un momento, lo que hizo que Diana hiciera una mueca y la corredora se riera, divertida.

—Madre, Lena y yo somos solo amigas —resopló la basquetbolista, y una vez que la castaña estuvo frente a ambas, añadió—: Mi novia es ella, y se llama Samantha.

La castaña esbozó una sonrisa y se acercó para darle la mano a su suegra, pero Hipólita frunció el entrecejo cuando se percató de que la mano de Samantha estaba mojada y tenía las mejillas sonrojadas, lo que hizo que luego de que la corredora soltó su mano, le dedicara una mirada escrutadora a su hija.

—Diana, ¿acaso estabas teniendo sexo con tu novia antes de que apareciera?

La chica griega se sonrojó profundamente y se puso de pie de un salto mientras empezaba a balbucear y articular con las manos al tiempo que trataba de explicarse haciendo uso de una mezcla entre el griego y el inglés.

—¡Claro que no! —Chilló la basquetbolista, llena de indignación—. Samantha y su familia son extremadamente religiosos.

—¿Lo son? —Cuestionó Hipólita con curiosidad.

—¿Lo somos? —Inquirió la corredora en voz baja, completamente confusa.

—¡Claro que lo son! —Casi volvió a gritar Diana al tiempo que se reía con nerviosismo—. Nada de relaciones sexuales antes del matrimonio y todo eso. Sabes cómo son los mexicanos con esas cosa, madre, y... ya sabes.

Samantha se cruzó de brazos y frunció el entrecejo con una molestia tenue, pero aceptó para sus adentros que era mejor que su suegra creyera que era pura y casta en lugar de la chica posiblemente más hormonal de Luthor High. La madre de Diana se veía bastante picky y su novia debía saber lo que estaba haciendo, pero aún así...

Pero sí, mejor que creyera que no se habían tocado para nada a que supiera que habían hecho más que besarse antes de ser novias.

—Honestamente me deja más tranquila que seas una joven de hogar y confío en que sabrás mantener a Diana en la línea del recato —expresó la mujer antes de dejar a Briska en el sofá y ponerse de pie, luego añadió—: Un placer conocerte, Samantha —antes de abandonar la sala.

Las dos chicas se mantuvieron en silencio por un rato, y la corredora solo tomó asiento luego de que Diana la miró a los ojos, aunque honestamente tomó el lugar en el extremo opuesto a donde se encontraba su novia.

—¿No encontraste un lugar más apartado? —Inquirió la chica griega con una sonrisa divertida.

—¿De qué hablas? —Samantha batió sus pestañas en dirección a su novia y luego esbozó una sonrisa inocente—. Debo estar lo suficientemente lejos de ti. Mi religión me prohibe estar cerca o rozar tu piel. Que Dios me salve si te beso antes del matrimonio, Prince.

Apenas la corredora terminó de hablar, las dos rompieron en risas y fue Diana quien terminó por acercarse a la castaña para besarla y murmurar contra sus labios.

—Entonces me veo en la obligación de pedirte matrimonio lo antes posible —bromeó.

—Entonces yo me veo en la obligación de aceptar —respondió la corredora con una sonrisa.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora