𝑻𝒓𝒊𝒈𝒆𝒔𝒊𝒎𝒐 𝒏𝒐𝒗𝒆𝒏𝒐

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Los viernes, por lo general Lena asistía a la práctica de baloncesto al finalizar las clases, pero desde un par de semanas atrás estar allí se sentía extraño.

Aunque estuviera allí, frente todas esas chicas jadeantes corriendo de un lado a otro en la cancha, en ropa pequeña y con cuerpos divinamente esculpidos, la mente de la ojiverde siempre viajaba a cierta rubia de ojos azules con un encantador acento europeo que la hacía desear algo tal vez demasiado inapropiado.

De cualquier forma, aunque hubiera querido ir a la práctica, debía ordenar algunas cosas para el próximo torneo de ajedrez -contra el instituto rival de Luthor High de todos los tiempos-, y si bien habían ganado el trofeo del torneo año con año, Lena no podía confiarse. Además, de forma poco conveniente, uno de sus mejores elementos en el Club abandonó Luthor High para mudarse a Londres y todo estaba hecho un desastre.

Se trataba de un torneo simple donde cada instituto registraba cuatro concursantes, pues aquello no era muy extenso, y los participantes de Luthor High siempre habían sido Lena, Diana, Winslow Schott y Querl Dox, pero Winslow se mudó a Europa y había una vacante por ser llenada y, honestamente, la ojiverde no tenía cabeza para preocuparse por todo eso cuando estaba todo el asunto de Kara pidiéndole ser su Valentín y...

Un momento... Kara casi la venció una vez.

Lena dejó atrás su escritorio lleno de papeles con jugadas y salió del aula designada al Club de Ajedrez para dirigirse al patio delantero porque obviamente Kara estaría allí. Con el paso de las semanas se dio cuenta de que siempre se quedaba los viernes luego de clases para conversar con Margaret y Alexandra, tenían una banca favorita y todo, por lo que no dudó en dirigirse hasta allí.

—¡Kara! —La ojiverde llamó a la chica ucraniana al divisarla a unos metros. La aludida se giró con expresión curiosa—. ¡Te necesito!

Ante la urgencia en el tono de voz de Lena, Margaret y Alexandra emitieron un sonido de que algo estaba quemándose y las mejillas de la rubia se sonrojaron de tal manera que tuvo que abanicarse el rostro para tratar de dejar de lado la pena.

La ojiverde tropezó con sus propios pies -afortunadamente sin llegar a caer- al darse cuenta de lo que pudo haberse entendido debido a las circunstancias y sus palabras mal elegidas y, ya que al parecer sus mejillas estaban mostrando empatía por las de Kara, también se tiñeron de un intenso color rosado.

—Uhm... hola, Lena —la rubia saludó de forma torpe y se rascó la nuca con algo de ansiedad nada disimulada—. ¿Puedo ayudarte en algo?

Lena les dedicó una mirada mordaz a las otras chicas cuando empezaron a murmurar por lo bajo y luego volvió su mirada a los iris azules de Kara, quien se veía nerviosa y hasta un poco avergonzada.

—Verás, es que te necesito.

—¿Qué? —Cuestionó la rubia en apenas un hilo de voz—. ¿Justo aquí? No soy del tipo exhibicionista...

—¿Qué? Kara, no —Lena dejó salir una exhalación para relajarse y luego prosiguió—. Hay una vacante libre para el siguiente torneo de ajedrez de Luthor High contra su rival eterno y me gustaría que compitieras con nosotros, si eso está bien contigo. Ya que estuviste cerca de vencerme y todo eso.

—Espera, ¿el torneo ya está cerca? —Margaret hizo una mueca—. Demonios, detesto a los niños ricos de Western High.

—Pero nosotros también somos niños ricos —la pelirroja miró a su novia con una expresión confusa—. ¿Qué demonios, Sawyer?

—Pero los estudiantes de Western High son ricos, malcriados, odiosos, mayormente homófobos y decididamente desagradables en general —le recordó la ojiverde de forma amable, sin embargo, su atención volvió a la rubia al segundo siguiente—. Kara, en serio no quiero molestar, pero...

—Estoy dentro —respondió la ucraniana sin titubear.

Lena entreabrió los labios y parpadeó un par de veces ante la aceptación inmediata. Había esperado por lo menos un mínimo de resistencia, e incluso había pensado cómo sobornar a Kara en caso de una negativa, pero todo aquello había sido demasiado sencillo y casi aburrido.

—Oh, genial. Entonces...

Antes de que pudiera terminar su explicación, la rubia acunó su rostro y besó su boca con suavidad antes de alejarse. La ojiverde tragó saliva de forma forzada porque a pesar de saber que Kara iba a besarla cada vez que se topaban, la rubia siempre encontraba un modo de atraparla con la guardia baja.

—Hagamos esto un poco más interesante —Kara esbozó una sonrisa encantadora y luego añadió—: Ya que serás mi Valentín y voy a ayudarte con lo del torneo, tengo una petición antes de todo.

—De acuerdo —Lena murmuró con reticencia, su corazón empezó a latir a un ritmo frenético y de repente la invadió una oleada de incertidumbre—. Dispara.

—Si obtengo el primer lugar incluso por encima de ti en ese torneo, mi regalo de San Valentín será... —la rubia guardó silencio y fingió pensarlo, pero Lena estaba segura de que había sabido lo que iba a pedir apenas mencionó que tenía una petición—. Oh, ya sé. Una foto tuya en topless.

—¿Qué? Kara, eso no es justo y es absolutamente incorrecto —la pelirroja saltó de inmediato en defensa de Lena. Margaret se quedó pasmada. Kara no le prestó atención.

—Oh —la ojiverde tragó saliva de nueva cuenta, pero ella era Lena Luthor, y nunca le decía que no a un desafío—. Bien. Pero si yo obtengo el primer lugar por encima de todos, serás tú quien deberá enviarme una foto en topless.

La rubia alzó la barbilla a modo de desafío y Lena hizo lo mismo, luego estrecharon sus manos y cerraron el trato.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora