Kara aparcó el auto de su padre -porque todavía no podía comprar uno propio- frente a la residencia de las Prince y apagó el motor antes de dirigir una mirada triste y un casi puchero hacia su novia, por lo que Lena la tomó por las mejillas y unió sus bocas en un beso cariñoso.
—¿Por qué no puedo quedarme? —Se quejó la chica ucraniana—. Todas allí dentro saben que soy tu novia y no es tan descabellado que conversemos y...
—Kara, ya te dije por qué no —repitió la ojiverde por lo que posiblemente fue la enésima vez, y luego añadió—: La señora Prince es muy amable y podría decirse que adoptó algunas costumbres americanas con el tiempo, pero... llegar a su casa con alguien que no conoce bien podría ser... malo. Ella suele ser bastante estricta. Recuerdas que nos dejó en una celda durante todo un día porque dejamos su casa hecha un desastre, ¿verdad?
—Bueno, sí, pero Diana es demasiado relajada y es como si nada le importara en la vida —expresó Kara con el entrecejo fruncido en confusión—. No puedo imaginarla siendo de ese modo con una madre hermética.
Lena exhaló una risa burlesca ante el razonamiento de su novia y luego volvió a besarla con cariño antes de abrir la puerta del auto y bajar de él.
—Kara, Diana suele ser demasiado alocada cuando está con nosotras, es verdad, pero cuando está en presencia de su madre ella es... ¿cómo podría decirse? —La ojiverde se quedó pensativa, y apenas encontró la palabra adecuada, añadió—: Recatada. Creo que esa sería la mejor palabra para describir a Diana en presencia de su madre.
La rubia volvió a fruncir el entrecejo pero asintió en acuerdo antes de encender el auto, sin embargo, antes de que pudiera despedirse, Lena se acercó a la ventanilla del auto y le ofreció una sonrisa amplia.
—Lo pasé genial en nuestra pijamada.
—También yo —respondió la chica ucraniana sin poder evitar corresponder la sonrisa de su novia—. Saluda a todas de mi parte, ¿de acuerdo? Te quiero.
—Yo te quiero más —murmuró Lena antes de finalmente dar unos pasos hacia atrás—. Voy a escribirte apenas llegue a casa, ¿bien?
—Bien —acordó la rubia sin problemas—. Oye, este residencial es fantástico. Deberíamos encontrar una casa aquí.
—Cierto, ¿verdad? Pienso que seríamos una vecinas excelentes —expresó la ojiverde mientras echaba un vistazo a su alrededor—. En fin, ya me tengo que ir, ¡nos vemos!
—¿Cómo que vecinas? —Balbuceó la chica ucraniana para sí misma cuando perdió de vista a su novia.
Lena miró su reloj con algo de ansiedad y llamó a la puerta de la residencia de forma dudosa porque estaba llegando diez minutos tarde, y para la señora Prince la puntualidad era la clave de una buena imagen. Apenas un momento después la puerta fue abierta por la chica griega, quien vestía pantalones formales ajustados, una camisa medio elegante que estaba recién planchada y dejaba sus antebrazos al descubierto, y calzaba zapatos de piso posiblemente nuevos. Para su crédito, llevaba el cabello suelto.
La ojiverde jamás iba a acostumbrarse a la imagen de Diana vestida de forma tan pulcra, pero tenía que aceptar que le quedaba el estilo formal, aunque por la expresión aburrida en el rostro de la chica griega, ella lo odiaba.
—Por fin, imbécil —masculló Diana antes de hacerse a un lado para dejar pasar a su mejor amiga—. Ya estaba harta de ser un cero a la izquierda. Nuestras madres han estado hablando desde que Lillian llegó y yo solo estoy allí en el sofá como parte de la decoración mientras bebo té en silencio.
—Creo que nunca voy a acostumbrarme a verte vestida así —ofreció Lena como respuesta, lo que hizo que la chica griega se removiera con incomodidad—. En fin, ¿me prestas unos pantalones? Estoy segura de que no va a gustarles que llegue tarde y además con shots vaqueros. ¿Por qué las tardes bebiendo té deben ser tan formales? Nos conocemos hace años.
—No sé —respondió Diana con total honestidad al tiempo que dirigía a la ojiverde al segundo piso para prestarle unos pantalones—. Tengo entendido que es más que nada porque mi madre proviene de una familia muy... aburrida y pretenciosa que siempre vestía de forma igual de aburrida y pretenciosa. Es una suerte que mi madre solo haya conservado su estilo de vestir, porque no sé qué sería de mí si fuera igual de conservadora que mis abuelos.
Una vez que Lena se puso los pantalones de tiro alto prestados y Diana le ayudó a ajustar las bastillas con alfileres -ya que le quedaban largos-, ambas bajaron a la sala y tomaron sus respectivos lugares al lado de sus madres. Para la ojiverde era casi un espectáculo ver la forma tan distinta en que su mejor amiga se desenvolvía alrededor de su madre, y no era en sí porque la señora Prince se lo exigiera, era más bien porque Diana creía que su madre tenía muchas expectativas en ella que no decía, y esperaba cubrirlas lo mejor posible.
Por ejemplo, era casi cómico ver la forma en que Samantha y Diana llevaban su noviazgo cuando sus madres estaban presentes.
Muy pocas veces se besaban cuando la corredora cenaba en casa de las Prince a pesar de que Hipólita estaba completamente feliz y a favor de su relación, y Samantha difícilmente tomaba la mano de su novia cuando su suegra estaba con ellas porque no quería parecer irrespetuosa de alguna manera.
—Entonces, chicas —la señora Prince colocó su taza con té sobre la mesa de centro y cruzó una pierna sobre la otra—, ¿cómo van las cosas en el instituto?
—Genial —respondió Lena luego de darle un pequeño sorbo a su té—. Ha estado un poco caótico con todo lo del final del ciclo escolar a la vuelta de la esquina, pero por el momento no ha habido inconvenientes.
—Hablando de eso —Lillian se aclaró la garganta—. Estaba pensando en lo que dijiste el otro día, Hipólita. Sobre colocar cámaras de seguridad en los alrededores, las aulas, los pasillos y la biblioteca. De hecho, estaba pensando que podrías pasarme el contacto que tienes con la empresa de seguridad.
Ante el comentario de Lillian, tanto Lena como Diana se atoraron con un sorbo de té y empezaron a toser de forma exagerada ante las atentas miradas de su madre, sin embargo, en lugar de comentar al respecto o algo por el estilo, la señora Prince extendió un pañuelo hacia su hija y uno más en dirección a la ojiverde.
—Madre —comenzó Lena luego de que su ataque de tos se detuvo—, ¿por qué necesitas cámaras en todos lados? Luthor High es la institución más segura y...
—No es como que los estudiantes se salten las clases y vayan a la biblioteca a tener sexo, directora Luthor —murmuró la chica griega con una sonrisa irónica.
—Sí, claro —masculló la ojiverde antes de rodar los ojos—. Además, tampoco es como que las estudiantes estén teniendo sexo con los profesores, ¿verdad, Diana?
—Cállate, perra —espetó la chica griega entre dientes.
—Diana —llamó la señora Prince en tono desaprobatorio—, esa no es forma de dirigirte a tus amigas. ¿Acaso te criaron los hombres de las cavernas?
Como toda respuesta, las dos chicas se dedicaron idénticas miradas molestas que le dejaron en claro a la otra que apenas estuvieran solas, iban a arreglar las cosas a puñetazos.
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𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]
FanfictionDonde Kara tiene un crush enorme en Lena Luthor, la presidenta del Club de Ajedrez, y busca formas ingeniosas de robarle besos cada vez que se topa con ella. ••• Advierto que el contenido de esta obra puede ser controversial debido al tema en que gi...
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