𝓠𝓾𝓲𝓷𝓬𝓾𝓪𝓰𝓮𝓼𝓲𝓶𝓸 𝓼𝓮𝓰𝓾𝓷𝓭𝓸 +

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Lena se coló a la clase de educación física de su novia solo porque podía y, como casi todas las veces en que veía a Kara usando ropa deportiva, casi se lanzó a sus brazos para besarla de forma poco elegante pero muy ansiosa. La ojiverde se dio cuenta demasiado pronto de que ambas eran demasiado volátiles cuando estaban juntas.

Lena era pólvora y Kara la chispa que podría detonar la explosión en un milisegundo.

Había cosas intangibles en la rubia que día con día llenaban el corazón de Lena, tales como la calidez de sus palabras cuando estaban a solas, la dulzura que desprendía cuando le obsequiaba girasoles o la emoción que inundaba sus iris cuando hablaba de Kost y lo muy feliz que la hacía el hecho de que Masha la aceptara. También estaba el destello eufórico en su aura cuando lograba algo que estaba tratando de aprender y la risa contagiosa que exhalaba cada vez que Lena tropezaba hasta con su sombra.

Pero también estaba el otro lado de ella, ese al que pertenecían las características físicas y definitivamente tangibles.

La ojiverde se volvía un poco demente cada vez que sentía que los músculos en cualquier parte del cuerpo de Kara se flexionaban debajo de sus dedos, ardía casi al punto de la combustión espontánea cada vez que -de alguna forma- la pelvis de su novia se las arreglaba para frotar algún punto del ápice entre sus piernas y, absolutamente adoraba la forma en que los suaves mechones rubios se deslizaban entre sus dedos cuando sostenía a Kara lo más unida que podía a su cuerpo, y la forma en que le mordisqueaba el cuello era en serio como una llamarada solar en sus terminaciones nerviosas.

Lena nunca se consideró una chica demasiado hormonal o caliente, de hecho, muy pocas veces había pensado en el sexo, pero desde que las cosas iniciaron en serio con Kara... maldita sea, cada vez ansiaba más arrancarse y arrancarle la ropa y conseguir una habitación.

La ojiverde salió de su ensoñación cuando alguien le frotó todo el rostro con una servilleta de papel, y se giró hacia la imbécil para ofrecerle una mirada homicida, pero a su lado se encontraba la única chica en Luthor High que no tenía miedo de sus expresiones homicidas o sus amenazas.

—¿Qué? —Diana se encogió de hombros y bebió de su botella con agua—. Estabas a punto de babear el piso.

—Eres odiosa, ¿por qué acepté que vinieras? —Espetó al tiempo que abría las notificaciones en su teléfono—. Eh... Diana, ¿qué es COMC?

Cunnilingus on my couch. ¿Por qué?

—Porque Samantha me pidió que te dijera que no olvidaras la sesión de COMC hoy en su casa luego de clases —la ojiverde fingió una arcada y miró con expresión de asco a su amiga—. ¿Qué demonios?

Los pómulos de la chica griega enrojecieron de inmediato, pero antes de que Lena tuviera tiempo para burlarse de ella como era debido, Diana saltó por la parte lateral de las gradas y salió huyendo del gimnasio como la gran cobarde que era.

—Igual hay más tiempo que vida, Prince, y esta me la vas a pagar —murmuró la ojiverde antes de guardar su teléfono en su bolsillo trasero.

Unos minutos más tarde, la clase llegó a su fin y Kara llamó a su novia para que la acompañara a las duchas, cosa que Lena hizo gustosa.

Al ser la última hora de la clase B ese día, muchos alumnos decidían irse directamente a casa luego de la clase de educación física, y muy pocos -entre ellos Kara- se quedaban para ducharse en el instituto.

Solo cuando llegaron a las duchas, Lena fue consciente de lo bien que se veía la rubia toda sonrojada, agitada y sudorosa, y honestamente, se veía casi igual a la versión de su sueño comprometedor de un par de días atrás, por lo que no dudó un segundo en tomarla por los hombros para empujarla al interior de una ducha y cerrar la puerta detrás de ambas.

—¿Lena? —Kara la miró con confusión y cierta diversión, pero no hizo un movimiento para zafarse del agarre de su novia—. ¿Sucede algo?

—Creo que me va a llegar el período.

—¿Necesitas un tamp...

La rubia fue felizmente silenciada cuando Lena la empujó por completo y unió sus bocas, luego enredó los dedos de su mano derecha en los mechones rubios y con la izquierda exploró de forma tímida y ansiosa la espalda baja de su novia.

Kara se relajó contra la pared a sus espaldas y entreabrió los labios para recibir la lengua de la ojiverde, quien se las arregló para introducir un muslo entre sus piernas apenas separadas y empujó suavemente hacia arriba. El material fino de los shorts ligeros de Kara hizo que la caricia se sintiera casi al desnudo, por lo que la chica ucraniana alejó sus bocas y jadeó al tiempo que echaba la cabeza hacia atrás.

Lena recorrió de forma cuidadosa el costado del cuello de su novia y acarició con la punta de su lengua de forma apenas perceptible el músculo tenso en su mandíbula antes de descender hacia la clavícula de Kara, quien murmuró entre dientes lo que posiblemente fue una maldición en ucraniano cuando la ojiverde mordisqueó su piel y paladeó el sabor salado en su cuerpo.

Pronto, la mano izquierda en la espalda baja de la rubia encontró su camino hacia el frente de su cuerpo y se posó delicadamente sobre su abdomen, donde Lena pudo sentir la flexión de los músculos firmes bajo la palma de su mano -y también pudo sentir que gran parte de su sangre se concentró en su clítoris-, pero cuando la ojiverde tomó el valor para descender y tantear el terreno debajo de los shorts de su novia, Kara le sujetó la muñeca con firmeza.

—Lena, no —jadeó casi sin aliento, con las mejillas definitivamente sonrojadas y la respiración casi errática.

—Kara, lo lamento, yo...

—No, no, no es tu culpa —la rubia explicó de forma apresurada cuando una expresión de pánico inundó el rostro de Lena y se alejó de forma abrupta—. Te lo juro. No hiciste nada malo.

La ojiverde le dedicó una mirada recelosa y se aclaró la garganta con torpeza. Seguía sofocada y con ganas de tocar a su novia, pero su libido se apaciguó cuando escuchó la urgencia en la voz de Kara.

—¿Estás segura? Puedes decirme si...

—Estoy con el período —admitió la chica ucraniana.

—Oh —Lena pestañeó un par de veces para procesar la información—. Oh... uhm... estaré esperando afuera, ¿bien? —Murmuró—. Te quiero.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora