𝖁𝖎𝖌𝖊𝖘𝖎𝖒𝖔𝖙𝖊𝖗𝖈𝖊𝖗𝖔

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Para Lena, los viernes eran indiscutiblemente aburridos a excepción de la práctica de baloncesto.

Las clases eran aburridas como el infierno y el profesor de historia era definitivamente un arrullador profesional, al menos si el hecho de que la mitad de los alumnos se dormían durante su clase era una indicación. Él no les prestaba atención y desde el punto de vista de la ojiverde, el pobre hombre estaba harto de tratar de educar a los niños ricos y malcriados que asistían a Luthor High.

De cualquier forma, estaba esperando con ansias la práctica de baloncesto porque Diana mencionó algo sobre nuevas candidatas y también que algunas rubias harían la prueba para entrar. Había expresado no tan internamente que deseaba ver a Kara en mini shorts, camisetas sin mangas y una coleta mientras corría por la cancha. Meramente por placer visual.

—Disculpa —murmuró una chica -que apenas si había visto una o dos veces en el instituto- al tiempo que la tomaba por la manga de su chaqueta—, me llamo Imra.

—Lena Luthor, un gusto —respondió la ojiverde en un ligero tono de confusión—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Verás, es que mi vista no es la mejor —la chica se rió de forma nerviosa e hizo un ligero ademán para restarle importancia al comentario— y me preguntaba si podrías sacarme de una duda.

—Haré lo posible.

—¿Aquella de allá es Kara El? —Cuestionó Imra señalando de forma disimulada en dirección a la rubia, que trataba de meter algunos libros en su casillero—. Como dije, no distingo de lejos.

—Lo es —respondió la ojiverde en un tono mordaz que la otra chica pareció ignorar.

—Oh, pues gracias —luego de decir aquello, Imra caminó con pasos seguros en dirección a Kara.

Lena frunció el entrecejo al ver la forma en que su ladrona de besos reaccionó al reconocer a la tal Imra: se inclinó para dejar en el piso los libros que llevaba en sus brazos y se irguió rápidamente para enredar a la chica en un abrazo apretado.

La ojiverde apretó los dientes y pudo sentir que un calor incómodo y abrasador le envolvía el estómago, el vientre y le nublaba la vista en reacción a la cercanía que compartían la rubia y la chica llamada Imra, y también debido a la forma tan efusiva en que estaban hablando. Kara se veía radiante mientras gesticulaba con las manos de un modo y otro mientras Imra mantenía una sonrisa estúpida -aunque honestamente muy bonita- en sus labios.

Sin pensarlo dos veces y con el juicio nublado por la irracionalidad de una emoción que no pudo identificar del todo, Lena caminó con pasos decididos en dirección a Kara y apenas tuvo su atención, la tomó por el cuello de la camisa de botones que llevaba ese día y la empujó contra el muro de casilleros para besarla de forma un tanto posesiva.

La rubia gimió en su boca -aunque Lena estaba segura de que fue más por el golpe de su espalda contra los casilleros que por otra cosa- pero no se alejó, y si bien se limitaron a mantener el beso en una cosa de labios unidos entre sí, cuando la ojiverde se alejó pudo notar que Kara tenía los labios enrojecidos y decididamente tentadores a causa de su brusquedad.

Imra parecía pasmada ante el arrebato que acababa de presenciar, pero hizo un buen trabajo ocultando su estupor.

—Te veo después, ¿de acuerdo, linda? —Murmuró la ojiverde antes de alejarse y tratar de alisar la tela arrugada de la camisa que había sujetado con fuerza entre sus puños—. Ve con cuidado.

Kara asintió, aún sin aliento, y tragó saliva de forma forzada cuando Lena le guiñó un ojo antes de alejarse por el corredor.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora