🅾🅲🆃🅾🅶🅴🆂🅸🅼🅾 🅽🅾🆅🅴🅽🅾

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—Oye, tú, rusita.

Tanto Kara como Yamilka voltearon ante el llamado de Andrea, y al percatarse de ello, la verdadera chica rusa se cruzó de brazos y alzó una ceja en dirección a la chica ucraniana, quien se explicó entre balbuceos torpes.

—La tipa siempre me molesta con eso de que soy rusa, ¿de acuerdo? Insiste en que somos la misma cosa —Kara resopló y Yamilka le dedicó una mirada reprobatoria a la quarterback, quien se aclaró la garganta con torpeza y apartó la mirada—. Le he dicho miles de veces que somos muy distintos. Por ejemplo, los ucranianos no somos unos ególatras de mierda que despojan a los demás de sus territorios.

—Oh, ¿de verdad me estás diciendo esto a mí? —Yamilka rodó los ojos y luego resopló—. De Rusia solo tengo la nacionalidad. Mejor que nadie sabes que odio ese lugar tan anticuado y estúpido.

—¡Eso no excusa lo que tu gente hizo y sigue haciendo! —Expresó la chica ucraniana en tono molesto.

Luego de eso, ambas rubias empezaron a hablar presumiblemente en ruso para que nadie más entendiera de lo que estaban hablando, pero Lena se hacía una idea muy buena, así que se dedicó a ajustarse la chaqueta del traje azul de tres piezas que usaría para el desfile de beneficencia organizado por la señora Arias, y a su lado, Diana hizo una mueca.

—¿En serio están discutiendo cuando faltan menos de diez minutos para salir a escena? —Resopló la chica griega al tiempo que abotonaba las mangas de su camisa—. Es decir, sé que hay rencillas y todo eso, pero no creo que sea el momento adecuado.

—Creo que las dos sabemos que Kara tiene una fijación por hacer cosas en el momento menos indicado —murmuró la ojiverde sin darle mucha importancia—. También, siempre termina diciendo cosas que no debe decir. Pero si soy honesta, esa es una de las cosas que me hizo caer enamorada de ella como una imbécil.

Diana se rió entre dientes y se dejó caer sobre una silla para ver con detenimiento la forma en que su mejor amiga terminaba de ajustar el traje. Se suponía que Yamilka era quien debía organizar todo tras bambalinas, pero estaba ocupada peleando con Kara casi a gritos y tenía una expresión más o menos homicida por las acusaciones injustas que estaba recibiendo, por lo que nadie tenía muchas ganas de hacerla molestar más con una interrupción.

Cuando Lena terminó de prepararse, la chica griega suspiró al recordar lo que le había contado que salió de su boca en el momento en que Kara le dijo que estaba enamorada de ella. Habían estado trabajando en la confesión durante toda la semana y la ojiverde aún no se sentía preparada o segura, lo que honestamente preocupaba un poco a Diana.

Sin embargo, cuando la basquetbolista estuvo a punto de hablar de nuevo, Samantha apareció detrás de ella y le dio una palmada estruendosa y casi dolorosa en el trasero, lo que hizo que Diana se sonrojara profundamente y se girara hacia su novia con una expresión de mediana molestia.

—¿Qué demonios pasa contigo? ¡Tu madre pudo habernos visto! —Casi chilló la chica griega, pero la corredora simplemente se encogió de hombros.

—No es mi culpa que esa falda te quede tan fantástica —ofreció la castaña a modo de respuesta—. Además, mi madre sabe que follamos, Di. Relájate un poco.

—¡Que sepa que follamos no quiere decir que necesite ver lo descarada que eres! —Diana volvió a expresar en un chillido bajo.

—Tranquila, no es como que esté diciéndole que te hago morder la almohada a veces.

Diana volvió a sonrojarse y rápidamente trató de defender su honor al decir que eso no era verdad, y Lena habría seguido prestando atención a la pequeña discusión de sus amigas si no hubiera notado que, de hecho, los pantalones de vestir que su novia estaba usando también se ajustaban de manera casi pecaminosa a la curvatura de su trasero, y al menos por una milésima de segundo, pensó en hacer lo que le había hecho Samantha a su mejor amiga un momento atrás.

Dejó de lado el pensamiento, por supuesto, porque ella y Kara nunca habían hablado de ese tipo de cosas y no quería poner incómoda a su novia. Todos los voluntarios para desfilar estaban allí y no quería que la chica ucraniana pasara vergüenza por su culpa, así que en lugar de seguir su deseo egoísta, hizo un recordatorio para hablar de ese tipo de contacto más tarde.

—De acuerdo, Yamilka ya me tiene hasta... el tope —espetó Kara una vez al lado de su novia—. En fin, que el desfile está por iniciar y... oye, ¿estás bien?

Lena tragó saliva forzosamente y negó con la cabeza a modo de respuesta, lo que hizo que la chica ucraniana acunara su rostro de forma delicada y buscara en ella cualquier tipo de indicio de lo que estaba yendo mal.

—Oye, Lee, sabes que puedes decirme cualquier cosa, ¿verdad?

En lugar de responderle, Lena se inclinó hacia adelante y unió su boca a la de su novia con suavidad, lo que hizo que la rubia la sujetara por la cintura y devolviera en beso con cariño, y cuando la ojiverde notó que Kara se alejó para volver a hablar, se apresuró a decir:

—Yo también estoy enamorada de ti.

Una sonrisa amplia, hermosa y absolutamente deslumbrante se apoderó del rostro de la rubia, y si bien Lena estaba acostumbrada a verla sonreír casi la mayoría del tiempo, esa sonrisa tenía algo especial. Era como si Kara hubiera estado esperando escuchar esas palabras durante mucho tiempo, y la ojiverde se sintió bien consigo misma al darse cuenta de que estaba haciendo feliz a su novia.

Antes de que Kara lograra decir algo, Yamilka empezó a gritar instrucciones de cómo debían colocarse, los últimos ajustes de vestuario y la manera en que debían posar para evitar caerse, y una vez que todo estuvo listo, la chica rusa le dedicó a todos un asentimiento aprobatorio.

—Genial, chicos. Estamos listos —murmuró Yamilka—. Si logramos salir con éxito de esta cosa, yo pago las pizzas. Ahora, vayan allí y rómpanse una pierna.

Para ser justos, en realidad nadie se rompió una pierna, pero lo que sí ocurrió fue que casi al final del desfile, Andrea trastabilló sobre sus tacones y se lanzó para sostenerse de cualquier cosa, lo que desató un efecto dominó que mandó a todos al piso y ocasionó que Raymond se hiciera un esguince en el tobillo, Lena se torciera un pie y Kara se lastimara una mano.

El desfile terminó con los modelos en la enfermería y sin pizza, y la señora Arias furiosa.

𝑺𝒕𝒐𝒍𝒆𝒏 𝒌𝒊𝒔𝒔𝒆𝒔 [𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒄𝒐𝒓𝒑]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora